martes

SUPLEMENTO DEL TALLER LITERARIO DEL CUARTEL ARTIGUISTA de LEPANTO (12)



ANNA RHOGIO

LA NIEVE ES AZUL (X)


(X)

Una mañana muy fría, abuela me dijo cuando subía a la bañadera:
-Preparate. Cuando vuelvas te daré una sorpresa.
Sus sorpresas eran maravillosas: paseos a caballo, regalos inesperados e interesantes, lecciones sobre las plantas y sus cuidados o deliciosos postres.
El día se me hizo largo, estuve distraída y la maestra me preguntó varias veces si me sentía mal.
Al regresar y olvidándome de hablar en voz baja, grité:
-¡Abuela, ya llegué!
La busqué por toda la casa, no estaba y Jacinto me dijo que la encontraría en el taller.
“¡Al fin!” -pensé.
Lo había imaginado como un sitio en el que se guardaban herramientas y motores que olían a grasa, autos desarmados y no hubiera sido nada raro, porque sabía reparar muchas cosas.
En su lugar, encontré una encantadora habitación con sillones cómodos, desteñidos y la chimenea encendida. Antes de esconderse en el monte el crepúsculo entraba por los ventanales dibujando rastros cobrizos en los objetos y las imágenes de un televisor jugaban bailando colores en la pantalla.
Me esperaba sentada frente a una mesa larga rodeada de figuras de cerámica. En la pared opuesta a la ventana, había un horno en el que cocinaba las piezas. Sobre la mesa, humeaba mi merienda.
-¿Qué te parece?
-¡Fantástico!
-Acá pasaremos las tardes. Tú harás los deberes y yo trabajaré en esto.
Tenía muchos cacharros en los estantes, parecidos a los que elaboraban los indígenas de América. Había varios adornando el comedor y nunca pensé que eran obras de ella.
-¿Qué hacés con  tantos?
-Los regalo, pero quisiera exponerlos algún día para que se conozcan mis  trabajos.
-¿En la capital del departamento?
-Donde sea.
Me gustaba mirar cómo amasaba la arcilla y la golpeaba con gruesos palotes. Formaba la pieza a mano usando ingeniosos moldes de cartón y después la cocinaba. Al otro día la decoraba con tonos bajos, apagados y le daba la segunda cocción.
-Al barro le gusta que lo pinten con los colores de la tierra y por el contrario, la porcelana exige esmaltes brillantes y transparentes porque es coqueta como una muchacha.
-¿Quiénes descubrieron que al cocinar el barro servía para tantas cosas?
-Casi siempre, los descubrimientos fueron fruto de hechos casuales: un canasto recubierto de barro usado para contener granos, accidentalmente cae al fuego central del clan, la paja se quema, el barro se cuece, dando origen al recipiente sólido y útil, que sirvió como contenedor de líquidos y para cocinar. Hay otra técnica que me apasiona cuando pienso que las manos fueron los primeros telares y siento una profunda admiración por aquellas primitivas mujeres que idearon entrelazar fibras para legarnos poco a poco, tras muchos intentos, la maravilla de los tejidos.
-¿Y vos que sabés tanto sobre antiguas técnicas, qué podés decirme de los verbos irregulares?
-¿Son los deberes para mañana?
-Sí, pero si sacudís tanto la mesa al golpear la arcilla, las letras me salen chuecas.
-Tengo que quitarle el aire, si no la vasija estallará y se romperá adentro del horno. Volviendo a los verbos irregulares, traeme uno bien irregular que yo te lo regularizo enseguida.
-¡JA!
¡Es muy capaz!


 ANTONIO GARCÍA PINTOS

EL LABERINTO  DEL AMOR (FRAGMENTOS)

El laberinto del amor comienza sin saber cómo pero tampoco se sabe cómo termina. No pasa de ser una hipótesis arriesgada y peligrosa. El único misterio que vale la pena soportar.

El laberinto del amor intenta establecer una ecuación amorosa con veleidad de perfección. Solamente tiene una resolución cuando el sueño encuentra la muerte en medio de una realidad intangible.

El laberinto del sueño amoroso es una extraña invención que solamente busca la eternidad sin nombre posible.

El laberinto del amor eterno es destruido por la vulgaridad cotidiana. Solamente excepciones extraordinarias atribuidas a la locura pueden provocar una fuga de lejana esperanza y contribuir al placer infinito del sueño.

En el laberinto del amor la costumbre del gesto amoroso permite justificar mentiras porque no nos atrevemos a escuchar el sonido profundo del corazón.

En el laberinto del amor se puede permitir morir con los ojos abiertos sabiendo que no se pueden cerrar ni siquiera bajo tierra.


JOSÉ LUIS MACHADO

1 TEXTO DE FUERA DEL TABLERO

Había una vez un abuelo al que le gustaba mucho jugar al ajedrez. Su primer nieto había cumplido cinco años, entonces pensó en regalarle un juego y enseñárselo. Así lo hizo.

Ya en la primera clase el niño muchísimas preguntas que, al principio, el abuelo contestó pacientemente, pero que luego terminaron hartándolo. Y también el niño se aburrió.

Una semana después el abuelo intentó retomar la enseñanza del milenario juego; se encontró con un tablero de todos colores y con piezas repletas de caritas ue el nieto había dibujado con crayones.

El niño jamás logró jugar magistralmente, pero el abuelo aprendió que solo los adultos ven las cosas en blanco y negro.


SANTIAGO MANSSINO

INVENTARIO MÍNIMO

Unas alas quebradas en la noche,
las tardes en el prado de mate y licores,
un libro leído al final de la adolescencia partiendo la cabeza,
una Medusa petrificando el corazón y hundiéndolo en el mar,
una nereida que le dio calor con artes jamás vistas,
una casa medio derruida,
un barrio de vientos cálidos,
un cartón rojo que significa todo,
un padre astral y rengo,
una madre cotidiana y gastada,
una maraña de palabras aprendidas y que no sirven para nada,
unas palabras dichas hace mucho tiempo y que lo son todo,
una herida incurable allá en el fondo
del otro lado de las cosas del alma.


FEDERICO COORE

SEXTILLAS DE TRES CUADRAS

He venido caminando
Como pateando plegarias
Y lamiendo aquellas arias
De operetas sin razón
Me siento en el corazón
De tus ojos como dalias.

Ya estuve contrabandeando
Las olas que son sin viento
Pero no encuentro el cimiento
De estos poetitas sin flor
Que solo ofrecen dolor
Y son purito aspaviento

Me reflejo preguntando
Qué ha de ser de tus sonrisas
Y por qué la tanta prisa
Que llevaste hasta tu pelo,
Si ya se había abierto el velo
Del cristal que se divisa.

Y voy a seguir cantando
(ya sean milongas o endechas)
Entre aullidos y sospechas,
La tormenta siempre ha estado,
No voy a esperar sentado,
Voy a rajarle las flechas.


HAUGUSSTO BRAZLLEIM

LA ANGUILA

Soy la anguila
que lleva tu luz
y te guía
en tu mar de pus.

Quiero decirte
que no sos sólo vos
quiero pedirte
que no mates a Dios.

Soy la anguila
que muerde su luz
y te guía
mojando tu blues.

Quiero decirte que
no hay Raskolnikov
que pueda asesinar
su propio error.

Soy la anguila
de Napoleón
que te guía
contra el corazón.

Quiero decirte que
tu eco es mortal
y tu reflejo
puede no brillar.

Soy la anguila
de la opción
o los mares
o el cajón.

Quiero que sepas que
tu corazón
es dueño de morder
su salvación.

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