martes

MUJERES QUE CORREN CON LOS LOBOS - CLARISSA PINKOLA ESTÉS



La tercera fase: El vagabundeo (7)

Por consiguiente, en este vergel del mundo subterráneo se va a producir la unión de estas poderosas partes de la psique, tanto masculinas como femeninas. Forman una conjunctio. La palabra procede de la alquimia y significa una más elevada unión transformativa de sustancias dispares. Cuando estos contrarios se frotan conjuntamente se produce la activación de ciertos procesos intrapsíquicos. Actúan como el pedernal que se frota contra la piedra para encender el fuego. A través de la conjunción y la presión de elementos dispares que habitan en el mismo espacio psíquico se produce la energía del alma, la perspicacia y la sabiduría.

La presencia del tipo de conjunctio que se produce en el cuento marca la activación de un lujuriante ciclo de la Vida / Muerte / Vida. Cuando se produce esta insólita y valiosa reunión, sabemos que está a punto de ocurrir una muerte espiritual, que es inminente un matrimonio espiritual y que nacerá una nueva vida.

Estos factores predicen lo que va a ocurrir. La conjunctio no es algo que se pueda ir a buscar. Es algo que ocurre como consecuencia de un intenso esfuerzo. Así pues, envueltas en nuestras vestiduras cubiertas de barro, bajamos por un camino que jamás habíamos visto mientras la señal de la naturaleza salvaje brilla cada vez con más fulgor a través de nosotras. Hay que decir que esta conjunctio requiere una drástica revisión de lo que una ha sido hasta ahora. Si estamos en el vergel y podemos identificar la presencia de estos aspectos psíquicos, ya no hay vuelta atrás, tenemos que seguir adelante.

¿Qué más podemos decir acerca de las peras? Están ahí para las que tienen hambre durante su largo viaje al mundo subterráneo. Tradicionalmente se utilizan distintos frutos para simbolizar el vientre femenino, casi siempre peras, manzanas, higos y melocotones, aunque, por regla general, cualquier objeto que tenga forma exterior e interior y en cuyo centro haya semillas de las que pueda surgir algo vivo -huevos, por ejemplo- puede representar esta capacidad de la "vida dentro de la vida" de lo femenino. Las peras del cuento representan arquetípicamente un estallido de nueva vida, una semilla de un nuevo yo.

En muchos mitos y cuentos de hadas los árboles frutales se encuentran bajo el dominio de la Gran Madre, la vieja Madre Salvaje, y el rey y sus hombres son los mayordomos. Las peras del jardín están numeradas, pues en este proceso transformativo se tienen en cuenta todos los detalles. No es un designio ciego. Todo está registrado y controlado. La vieja Madre Salvaje sabe cuántas sustancias transformativas posee. El rey viene para contar las peras, no en celoso gesto de posesión sino en su afán de descubrir si ha llegado alguien nuevo al mundo subterráneo para comenzar su profundo proceso de iniciación. El mundo del alma siempre espera al principiante y al que vaga sin rumbo.

La pera que se inclina para alimentar a la doncella es como una campana que repica en el vergel del mundo subterráneo, convocando todas las fuerzas y las fuentes, al rey, al mago, al hortelano y, finalmente, a 1a anciana madre; todos corren a saludar, sostener y ayudar a la principiante.

Las figuras santas de todos los tiempos nos aseguran y confirman que, en el transformativo camino abierto ya hay "un lugar preparado para nosotras". Y el destino nos arrastra o nos empuja a este lugar con la ayuda del rastro y la intuición.

Todas acabamos llegando al vergel del rey. Tal como debe ser. En este episodio, los tres atributos masculinos de la psique femenina -el jardinero, el rey y el mago- son los vigilantes que interrogan y prestan su auxilio durante el viaje por el mundo subterráneo donde nada es lo que parece al principio.

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