martes

SUPLEMENTO DEL TALLER LITERARIO DEL CUARTEL ARTIGUISTA de LEPANTO (5)



ANNA RHOGIO


LA NIEVE ES AZUL (IV)

En enero, el muchacho del tambo y yo cumplimos años y abuela decidió festejarlos juntos.
Lucio sentía vergüenza:
-¡Pa qué, doña! ¡Ya soy grande pa cumpleaños!
-Este año lo festejarás y se dice para.
-Ta bien… si vos querés…
Los tres fuimos al pueblo a comprar “algunas cositas”. como nos dijo.
Nuestro pueblo es como los del interior: la plaza, grande y limpia, a la que se asoman la iglesia de estilo colonial, la comisaría, la escuela, el correo y algunos negocios.
Mientras ella andaba ocupada con sus compras la esperamos allí y yo correteaba con Lucio detrás de mí, preocupado por vigilarme:
-¡Vení, gurisa, no sea que vayas a caerte! ¡Tu abuela me pidió que te vigilara!
-Ché, ¡qué bien cuidada está la plaza!
-¡Segurito! -contestó jadeando-. ¡Los vecinos se preocupan pa que esté así! ¡No corras más que estoy cansado, canejo!
-Quiero conocer la iglesia.
Entramos.
Estaba fresca y en penumbras.
Afuera el sol picaba y el cambio nos produjo gran bienestar.
Seducidos por la luz que traíamos en los ojos, no veíamos nada más que una cerrazón violeta.
Sólo allá adelante, colgando de una afiligranada ménsula, brillaba la llamita que salía de una lámpara como la de Aladino.
-Parece una luz mala, ¿no?
-¡Callate, bobeta! ¡Esas cosas no existen, muchacho zonzo!
-¿Que no? Ya te viá mostrar una…
Me asusté.
Había escuchado rumores sobre esos fenómenos pero abuela se encargaba de desmentirlos:
-Nada de  pensar en lobizones ni en fantasmas de degollados, ¿eh? ¡Tengamos la fiesta en paz! ¡Esas cosas no existen!
Después de unos minutos comenzamos a distinguir los bancos, las estatuas de los santos, y arriba del altar, el rosetón de vitrales irradiando fuegos fríos y mágicos.
Mi cabeza me trasladó a la época medieval y a las historias del Príncipe Valiente, la Princesa Aletha, el Rey Arturo y sus imágenes legendarias resplandecieron áureas en mi mente.
Un hombre altísimo vestido de largo negro, entró por una puerta, atravesó la nave, se detuvo frente al altar haciendo no sabía qué ademanes, y salió por otra.
Hubiera jurado que sonreía malévolamente mostrándonos largos y afilados colmillos en el misterioso recinto de oscuros rincones que sugerían terribles miedos de mujeres condenadas, santificados sacrificios y místicas  visiones. Nos miramos contagiándonos el miedo y salimos corriendo.
Al entrar de nuevo en la luz que rebotaba y deslumbraba haciendo travesuras, pintando techos, canteros, los festoneados bordes de las flores y los árboles, vimos que abuela nos esperaba enfrente con el carro lleno de paquetes:
-¡Vamos, muchachos, que ya hace demasiado calor!
-¿Qué traés acá?
-Una fiesta de cumpleaños y un paquete envuelto en papel rojo. Es para vos y lo manda tu papá desde lejos. Lo vas a abrir mañana.
Olvidé la curiosidad que me inspiraba el regalo:
-¿Qué es eso de la luz mala, abue? Este me dijo que me va a mostrar una.
-No es nada del otro mundo y es un hecho que tiene su explicación, nada que ver con las historias fantasmagóricas que circulan por ahí. Después de la fiesta, cuando haya luna llena, se las mostraré.
Me estremecí:
-Pero… ¿existe?
-Sí.
-¿Viste, gurisa? Yo la vi hasta cansarme.
-¿Te asustaste?
-¡En los jamases!
Al día siguiente, ella me dio el paquete rojo: contenía una muñeca de ensueño y una carta de mi padre.
-¡No voy a poder jugar con esta lindura! ¡Se estropearía!
-Después que tiendas tu cama, ponela ahí.
No era amiga de muñecas ni de jueguitos de té, prefería andar de correrías en el sol porque ahora era libre, media salvaje, y ya no tenía cara de apartamento.
La fiesta estuvo buenísima, vinieron nenas y nenes que ya conocía y mi madre con su marido nuevo.
Lucio y yo, recibimos regalos y el muchacho de trece años recién cumplidos, que nunca había festejado su día, bajó unos escalones en su edad para jugar con los más pequeños.
Apaleamos piñatas, corrimos carreras de embolsados, pusimos la cola al burro y disfrutamos del hechizo de una función de títeres.
Durante semanas no hice otra cosa que recordar aquellos muñecos rellenos de vida prestada y me propuse firmemente, tener mi propio teatro, alguna vez.




HAUGUSSTO  BRAZLLEIM


LA CASA ILUMINADA

El corazón puede arder
o quemarse sin saber
lo que ilumina.
Soportando el interior
abollado en lo alto
del mapa.

Faltaba la luz
pero estaba el camino
colgaba sobre mí
una horda de filos.

Ya hizo efecto el día gris
y los tajos heredados de mi madre.
Una ventana suspiró
perfumándome de lirios
la cabeza.

Y no me caí
porque vos me nombraste.

A la hora de comer
cuando cruza la cosa
por la casa.
Soportando todo el sol
voy naciendo
en la casa iluminada.

Y no me caí
porque vos me nombraste
y no me morí
porque vos me naciste.



ANTONIO GARCÍA PINTOS


EL GRAN CONFUCIO (UN RARO VISTO POR UN RARO)
No soy tan sentencioso e implacable como el gran maestro pero vamos a continuar contradiciendo su enorme aporte a la filosofía de todos los tiempos pues lo nuestro es navegar en las aguas profundas de la contradicción, gritar desde la vereda de enfrente  y apedrear el rancho que tenemos al lado como buen uruguayo.

(Actor: mira a su alrededor con aire socarrón, orgulloso, envanecido saca pecho).

Dice Confucio: "No debemos hablar ni bien, ni mal de nosotros mismos. Si hablamos bien, no nos creen y si hablamos mal, lo creen fácilmente."

(Actor. ceremonioso, lento, pausado)

Digo yo: "Más vale nunca jamás hablar de nosotros mismos. O en caso contrario hablar muy bien y muy mal al mismo tiempo y nos creen inmediatamente."

(Actor: risueño y sobrador)

Y sigamos con alguna canaleta dialéctica más, pues por algo nos pusieron frente a un encumbrado monumento y no a vender gofio con agua, cocoa sin ázucar o pan dulce dietético por nombrar algunas fórmulas culinarias en las que uno es un experto, pero  no es momento de andar educando a tanto gordo perdido y desesperado que quiere terminar la noche feliz y con la barriga llena, o tanto flaco desesperado por un plato de proteicas lentejas y cereales varios, aunque si observamos bien, el gran Confucio parece que era de buen comer.

Dice el gran maestro: "Si todavía no conocemos la vida en este mundo cómo vamos a conocer a la muerte."

Digo yo: "Lo único que se conoce en este mundo, es esta vida perra o esta  perra vida o esta emperrada y larga existencia".

(Actor: medita un instante sus últimas palabras.)

Digo yo: "Me vuelve el lodazal, el vendaval eterno de aguas turbias, el orillero mensaje tanguero y olvido con rapidez inconcebible los cuantiosos libros didácticos de autoayuda que leí en las últimas noches totalmente desvelado. Mala pata. Me ronda una inquietud mental aviesa.

(Actor. Actitud de revolverse en si mismo, angustia, un extraño brillo en los ojos).

Sin duda si continuo con las canaletas discursivas del gran maestro y mis ácidas elucubraciones voy a terminar en las turbulencias ambientales y contaminadas que nos rodean desde el vasto universo, perdido y sin agarrarme tan siquiera de un pesado trozo de bronce con todos los kilos acumulados que tengo enfrente y que hacen esta dulce y sobria imagen. Pero voy a terminar con una sentencia final que me arroba y hace empalidecer.

Dice el gran maestro:

"Cuando veas a un hombre bueno en cualquier calle trata de imitarlo."

Digo yo: "Cada vez que veo a un hombre bueno por estos lares es pobre, desdichado y no entra en el reino de los cielos."

(Actor: reflexiona, medita, se siente culpabilizado y avergonzado de sus palabras, encorva las espaldas, mira de soslayo).

Pero cómo olvidar que el gran maestro después de haber sido consejero de príncipes, haber estado en los mayores cargos públicos, decide abandonar los avatares de una vida ordenada, disciplinada y empieza a vagar por la enorme China descartando sus orígenes y bienestar adquiridos. Habla con mendigos, pasa hambre, frecuenta los peores tugurios, camina descalzo, pasa los más terribles fríos y no se queja. Escucha, escucha y escucha con infinita paciencia, su pensamiento vuela y se fortalece con todo tipo de yuyos salvajes y las dulzuras atemporales del opio. Y ahora, sí, me puse serio, sobrio, ceremonial, embriagado en un lógico devenir discursivo como un doctor o político criollo al uso al que le toca por las obligaciones que implican el deber cívico hacer una apología o una reverencial necrológica.

El gran maestro siguiendo su propio ejemplo vital me escucha atento, silencioso y sin rencores. Pero creo que algo me susurra al oído.

Dice: Todo está sujeto a la voluntad del cielo. Pero a esta altura y con tanto viento me estoy aburriendo y pasando frío. Qué le parece si nos vamos hasta acá enfrente, nos jugamos unas fichas y probamos a tener suerte.


JOSÉ LUIS MACHADO


1 TEXTO DE EL AJEDREZ ES MUCHO MÁS QUE UN JUEGO

Hago esta promesa contigo a solas.
Serviré a tu trono real.
Y mi espada de plata he de blandir
en los cuadrados de ocho por ocho blanquinegros
del campo de batalla.
Los caballeros, en sus poderosos corceles,
junto a los peones en primera línea,
comprometidos a salvar hasta el último aserrín.
Y una gran reina que nunca ha de ceder
en los cuadrados de ocho por ocho negriblancos
del campo de batalla.
Los muros del castillo protegerán nuestros flancos,
obispos planearán el ataque,
un plan maestro que se oculta.
Cuadrados de ocho por ocho del campo de batalla.
Para el rey,
el ajedrez es mcho más que un juego;
es la vida, y su reina, la amante esposa,
deberá guardar a mi Señor y elevar mi escudo.
En los cuadrados de ocho por ocho
del campo de batalla.


FEDERICO COORE


EL SOL DE LOS HERMANOS
para Haugussto Brazlleim


Con tres huesos fariseos,
De tu Roma traicionera,
Construyamola escalera
Con Manode nazareno.

Ascendamos la madera
Para besar sus rodillas,
Incendiemos malas sillas
Con yagade primavera.


Y no pongamos sombrillas
Al sode nuestros hermanos,
¡Desenclavemos sus Manos
Para sembrar sus semillas!

Y si ves su voz de piano
Hazlo tuyo a su cantar,
Para podesaborear
El sudor de nuestras Manos.

Porque es difícil Amar
Embarrémonos de Luz,
No con barbade una cruz,
¡Con Carpinteros del Mar!


SANTIAGO  MANSSINO

Leer a Idea
en la playa
leer a Idea
es un viento tibio
es un mar indecible.
Leer a Idea
es saber la noche
más alta
una letra transparente
una luna que quema hasta los huesos
un hueso de calcio cansado,
Leer a Idea:
sonidos de la claridad del dolor.

No hay comentarios:

Related Posts Plugin for WordPress, Blogger...
Google+