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SAÚL IBARGOYEN DESDE MÉXICO



LA POESÍA DE LUCÍA IZQUIERDO: EL VERBO CÓSMICO

(Lucía Izquierdo, Uni-verso, Editorial Fridaura, Editorial Juntaversos, Ars Norte, México, 2015, 69 pp.)

Según algunos gnósticos, las galaxias serían las moléculas del cuerpo de Dios (o del dios). El universo forjado por Lucía Izquierdo en este su primer poemario parece conformado por núcleos de astros representados por versos de irregular extensión, versos expansivos que sugieren y / o expresan no solo movimiento, sino un continuo de destrucciones y transformaciones. Trataremos de escarbar en las posibles raíces de esta propuesta que, además, conlleva una carga erótico / afectiva y su correspondiente poética del engarzamiento carnal.

Si bien la autora apela a abundante información referida a la astrofísica y a matizados momentos de la diversidad cultural, regidos por un hablante femenino en primera persona del singular, el cimiento verbal denota la fuerza de los factores amorosos. Vemos, al menos en parte, que los tonos sapienciales, reflexivos y filosóficos a veces limitan el canto, aunque fortalecen la propuesta en un sentido épico. Y la misma consiste, pensamos, en la construcción dialéctica de una cosmogonía personal. Esto podría revivir la afirmación de Vicente Huidobro: “El poeta es un pequeño dios”.

Como se sabe, a partir de las genialidades de Eratóstenes de Cirene y Aristarco, hace más de dos mil años, nuestro planeta fue medido con sorprendentes aproximaciones y fue ubicado, girando, en un lugar que apuntaba hacia los espacios sin fin. Giordano Bruno sacudió a la Iglesia con sus ideas de la existencia de incontables universos (la hoguera fue el castigo); hoy, Stephen Hawking afirma que hay infinitos multiversos (infinitos grupos de universos), etc.

¿Y la nada? ¿Qué quedaría sino como una mera abstracción especulativa, que en este poemario se traduce con el sustantivo muerte?

¿Debemos buscar en tales antecedentes las íntimas raíces de este Uni-verso? ¿O asimismo en la Teogonía de Hesíodo, que describe y descubre el nacimiento de los dioses y del mundo? ¿O en la Metamorfosis de Ovidio quien, en sus 12 mil exámetros dactílicos, propone la transformación incesante de la “Gesamtheit” (totalidad)?

¿O en el Cántico cósmico de Ernesto Cardenal”, al que un crítico denominó “la nueva Divina Comedia ”?

En verdad, en cuanto mero lector, los 36 poemas de Uni-verso constituyen 36 instancias de un mismo proceso constructivo que se vuelve referencia de sí mismo, que reitera y enriquece incontables variaciones, que recurre a búsquedas espaciales en cada página, que amplía significados por medio de insólitos tiempos verbales y de numerosas rupturas de sistema, a más de que se utilizan palabras en altas, al modo inaugurador de “Un coup de dés”.

En todos estos versos -pues la poesía no se escribe, se escriben los versos, que son el avatar de la poesía- militan erosiones no fáciles de percibir y se sueltan sonidos, silencios y sombras inimaginables (de estas se dice que resultan ser la antimateria de los fotones que son bebidos y exaltados en el poemario). La luz es un personaje aquí, tocando cada punto del cosmos inventado por Lucía Izquierdo, haciendo su lucha en medio de una sopa de innumerables partículas subatómicas mezcladas en un orden no definido con astros, nebulosas, constelaciones, galaxias (no hay diferencia entre lo grande y lo pequeño: la poeta lo sabe); en fin, una luz que sostiene los viajes de la poeta, convertida en exploradora o astronauta en este orbe personal e inmedible (podríamos decir, parodiando a Heidegger, que el ser humano es un ser para la luz).

Lucía Izquierdo ha optado por el arquetipo del vuelo y lleva en su equipaje imaginario datos de lo terrestre; de la liberada carnalidad del humano amor; de las vibraciones tal vez de la infancia asumidas en ese gato que Alicia, sin ser nombrada, ubica en un par de poemas; de la crueldad del sistema capitalista en su numerología: 43.

Pero ese vuelo no derrite la cera de sus alas, no hace que la Tierra se vea como un grano de mostaza. La voz poética o hablante lírico esel vuelo mismo y a causa de una extraña energía espiritual, logra atraernos hacia una tentación fáustica, indomeñable, inusual en nuestras letras y productos culturales.

Para terminar estas balbuceantes e imperfectas líneas, anotamos la sutileza aplicada al uso de la intertextualidad creativa, y también la presencia de la muerte en cuanto un universo paralelo marcado por la soledad.

Gracias, Lucía Izquierdo, por enfrentar y quebrar con tu oratio vincta sin trabas, tantas banalidades versales y tanta vaciedad de contenido que vemos en estos días, restos de épicas trasnochadas y purismos a modo del sistema. El poeta uruguayo Ricardo Pallares escribió a propósito de otro libro lo que también podría caberle a Uni-verso: “En medio de los desmoronamientos posmodernos que llevan a confundir semánticas y modos con poesía, este libro procede a una creación autónoma que es relevo y al mismo tiempo testimonio vital y compromiso.”

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