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ENCUENTRO CON LA SOMBRA (El poder del lado oscuro de la naturaleza humana) - 73


SEXTA PARTE: DESCUBRIENDO A LA SOMBRA EN EL CAMINO: EL LADO OSCURO DE LA RELIGIÓN Y LA ESPIRITUALIDAD

Un discípulo le preguntó a un erudito rabino por qué Dios había dejado de hablar directamente con su pueblo a lo que el sabio respondió: “Ahora el hombre no puede inclinarse lo suficiente como para escuchar lo que le dice Dios”.
PROVERBIO JUDÍO

La renuncia -incluida la renuncia a Dios- constituye lo más profundo del espíritu religioso.
ALFRED NORTH WHITEHEAD

Tras las tinieblas  de lo reprimido -lo que ha sido y está enraizado-  y detrás de la sombra personal -lo que todavía no es y está germinando- se halla la oscuridad arquetípica, el principio del no-ser, lo que se escribe y se denomina Diablo, Mal, Pecado Original, Muerte, Nada.
JAMES HILLMAN

Una vida espiritual no puede librarnos del sufrimiento ocasionado por la sombra.
 SUZANNE WAGNER

INTRODUCCIÓN (1)

Uno de los objetivos fundamentales de la religión es, y siempre ha sido, el de definir a la sombra, enfrentar el mundo de la luz al mundo de la oscuridad y dictaminar la conducta moral de sus acólitos. Toda religión tiene su manera particular de escindir la totalidad en bien y mal y cuanto más afilado es el instrumento que utiliza más específicos son los ideales éticos que prescribe. En el Antiguo Testamento Isaías nos dice: “¡Ay de aquellos que llaman bien al mal, que confunden la oscuridad con la luz y la luz con la oscuridad, que toman lo amargo por lo dulce y lo dulce por lo amargo… porque contra ellos se erigirá la ira del Señor!”.

En un universo dividido entre el blanco y el negro, el camino de lo correcto y el camino de lo equivocado se dirige en direcciones completamente diferentes que pueden conducirnos a los cielos o llevarnos, por el contrario, a las profundidades de los infiernos. Los creyentes de este tipo de religión afirman que debemos elegir entre uno u otro sendero. En palabras de Bob Dylan: “Debes servir a alguien. Puede ser el Diablo o el Señor pero debes servir a alguien”.

También hay quienes reconocen la relación existente entre el lado oscuro y el lado luminoso y aceptan la relatividad del mundo humano. Así, el filósofo del siglo XII Maimónides dijo: “La maldad sólo lo es en relación a algo”.

La tradición hebraica parece reconocer los aspectos oscuros y luminosos de Dios -su naturaeza airada y su naturaleza misericordiosa- mientras que el Dios cristiano, por su parte, al afirmar “Yo soy la Luz” se aleja de su hermano oscuro, el Diablo, la sombra.

Las fuerzas parejas del bien y del mal, de la luz y de la oscuridad aparecen, con pequeñas variaciones, en todas las tradiciones. En el conocido símbolo del Taoísmo chino del yin y del yang, por ejemplo, cada uno de los polos contiene al otro, ambos representan la relación existente entre los opuestos, indisolublemente unidos en un abrazo eterno, y su continua transformación mutua.

Según las tradiciones -ocultas hasta hace muy poco- místicas y esotéricas (sufís, alquimistas y chamanes, por ejemplo), la sombra y el mal no son realidades objetivas y externas sino que, por el contrario, son energías internas mal comprendidas y, por consiguiente, mal encauzadas. Como señala Joseph Campbell: “Quien es incapaz de comprender a su dios lo percibe como un demonio”.

Para los místicos, en cambio, el bien y el mal se asientan en nuestro interior. Es por ello que sus enseñanzas no apuntan a prescribir una moral sino que tan sólo aspiran a ofrecernos fórmulas para llevar a cabo el trabajo espiritual. En este contexto, una determinada práctica meditativa o una ceremonia chamánica puede ayudar al individuo a armonizar una energía dañina, como la rabia o la lujuria, por ejemplo, y reencauzarla hacia el lugar que le corresponde en nuestro mundo interno.

El poeta sufí Rumi abunda en esta idea cuando escribe: “Si todavía no has visto al diablo mira a tu propio yo”. De este modo, las enseñanzas místicas, no consideran que el diablo sea un agente independiente sino que afirman la realidad de la sombra interior y nos brindan prácticas introspectivas que pueden ayudarnos a redimirla.

En el Hinduísmo y el Budismo, por su parte, el mal y la sombra están personificados por la figura de dioses y demonios a quienes rogamos bendiciones o contra quienes nos rebelamos. Estas fuerzas internas, o rakshasas, son consideradas como aspectos de la mente del meditador, deidades airadas internas que representan los celos, la envidia y la codicia.

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