miércoles

UN RELATO INÉDITO DE SAÚL IBARGOYEN / EXCLUSIVO DESDE MÉXICO



BARBOSA

Nao importa muito meu nome… Ninguéin se lembra dele, digamos que sou Hiparco Santos, jornalista aposentado, sí, periodista que me jubilé hace montones de luas. Me disculpan, mi yeito de falar es este, misturado, sou hombre de frontera. Trabaliaba para el diario Rivamento tribune, primero,  depois aquí, en esta bunita cidade de Porto Triste, pra la revista Sportes gaúchos, de muita calidade, sim. O diretor quería sempre novas novedades, y eso nao es fácil, nao. Mais, ¡no estén de pie, yunto a mi cama! Neste hospital de pobres nao téin caderas… sillas pra a gente se-sentar. Entón, na orilla da cama, ansí vocés poden escutar y grabar esta conversa… Na verdade, ya nao teño muito ar nos pulmones, fumei muito tempo, tabaco e café, as enfermedades dos periodistas…

¿Ya se acomodaron? Ah, decía que uma tarde o diretor deu-me a orden de procurar a Barbosa, ¿se lembran dele? O arquero do Brasil cuando o suceso do Maracanazo. Estaba como desaparecido, o diretor me deu um diñero pra el viaje, até uma cidade piquena que nao vo a nombrar. Muitas horas naquele autobús carregado de gente diversa, o que em Mésico chaman de guajolotero. Cheguei y pergunté según los datos que eu tiña recibido. Héin… vou parar um poquiño, el aire no llega pa’ dentro… ¡Merda!      
      
“Mire, don Hiparco, si no puede seguir volvemos mañana, descanse nomás…”

“Es cierto, si bien hay algún apuro, no lo negamos, usted debe de cuidarse, continuamos luego, como dice mi compañero…”

“Sim, mais los dotores permitieron la visita porque ya estou perto de estirar las dos patas, ¿nao es ansí?”

“Bueno, no exagere, sabíamos que estaba malito, por eso es importante que nos diga algo de incalculable valor e interés para el fútbol mundial…”

“Claro que es así, mi colega y yo tenemos autorización de nuestro periódico de aumentar los honorarios por este reportaje, hasta el doble de lo que ofrecimos por teléfono cuando lo ubicamos hace unos días…”

“Hubo que investigar mucho en archivos de bibliotecas y por internet para dar con su presencia, aunque tengamos que molestarlo en este sanatorio…”

“¡Isto es um hospital de porquera, siores! ¡Nao téin nem papel pra que la gente tenga el culo limpiño!”

“Buenobueno, cálmese, don Hiparco, con el dinero de la entrevista podrá ser mejor atendido…”

“¿Y cúando y cuánto vocés podem pagar?”

“Lo dicho, el doble de lo acordado…”

“Y antes de que se publique en la sección deportiva, la más leída en el Cono Sur, delo por cierto.”   

“Chamen al dotor Sousa, que me ponga una pinchadura pa’ las toses, toque esa campanita que está incima da mesa de noite…”

“Qué rapido vino, doctor Sousa. El señor Santos pide que por favor le inyecte…” 

“Sim, ele querer iso, ya sei, eu penso que ya es uma adicción, ¿vocés entendem?”

“Perdón, usted parece de la frontera, ¿me equivoco?”

“Nao, pur aquí temos muita gente de lá, de allá abajo. En la jodida línea de frontera ninguéin tem serviso que fazer. Bon, ya está metida la inyesao, esto dura como tres horas, es como un vicio… Ta luego…”

“Obrigado, dotor… agora o negocio va pra frente…”

“¿Descansó un poco, podemos continuar?”

“Bon, entón cheguéi a casa de un primo de Barbosa…”

“Ah, ¿en qué año sería, cuánto tiempo después de la final?”

“Eu tiña trinta anos… nao, como cuarenta, nasci nel vinticinco, em Rivamento… Putaparió, ansí volta tudo a brincar delante das vistas, eu veio la cancha, os miles y miles de personas en la pura gritaría, en miña revista estaban preparando la edisao del partido, fotos trucadas, jogadas que hasta inventaron, pusieron na tapa Brasil seis Uuguay zero, ¡locos, malucos!, eu estaba cerca de la salida de los jugadores, ¿ven como agora hablo por lo directo?, miré las caras dos castellanos, tres negros había, el más alto iba adelante, dio vuelta la cabeza y un segundiño antes de entrar no gramado, les habló fuerte a sus muchachos, pra que lo oyeran béin: ‘¡dejen que la gente grite!, ¡los de afuera son de palo!’ Entón pensei: estos de celeste nos van a cagar la vida…”

“Descanse, mire, aquí tiene su vaso con agua fresquecita... no, es limonada, o quiere que le traigamos un cafesiño?” 

“Nao, el agua solo. Y su limón… Pero iso de la final tudos los povos coñesen, el troso…. el asunto es que cheguei a aquella casa, pobretona, sim, mais tudo arrumado, manos de mulier, seguro. El cara se chamaba Fausto Pintos Barbosa, simpático, convidou com trago de cachasa marca ‘Fogo paulista’, um licor que queima las tripas, mais da forza pra falar de coisas de tristeza… Al principio, educado y calmo, falaba de futibol en general, ele gostaba do Gremio de Porto Triste, tiña jogado tambéin cuando mozo, sabía del negocio de la bola, mais que muita gente de agora, deses analistas que solo saben de números, de estadísticas, y se olvidan que el asunto es en la cancha, que uno ve los arcos de lejos y parece que se achican, que se pegan al suelo, ansí que es muito fácil tirar la bola pur cima, ni fazendo la folia seca…”

“Señor, descanse otro poco, ¿no quiere el cafesiño? Lo traemos enseguida…”

“Señores, el dotor Sousa les manda estas sillas, no se permite a los visitantes sentarse en las camas de los pacientes.”

“Gracias, señorita enfermera… ¿Usted no es de aquí o estamos equivocados?”  

“Señora, jefa de enfermeras… No, soy del sur, de más abajo de la frontera, digamos que para el lado de Caña Dulce, ¿conocen?”

“Sí, algo. ¿Ya se va?”

“Hay demasiado trabajo en este hospital… y suave les digo que este paciente está aislado porque… nos deja pronto… Hasta luego.”

“Muchas gracias, muchas…”

“Eu vo siguir, ¿vocés sao jornalistas o qué?”

“Díganos, pues…”

“El Fausto me informou que Barbosa nao andaba escondido, como la gente acreditaba, porque depois da partida em Maracaná, depois da derrota verde amarela, ninguéin quiría nem saludar ele, ficou como bicho apestado, uma oveja sem rebaño, nai sei como dizer a vocés, muito triste aquello, na verdade… Simplesmente, pasando un tempo, ele tíñase puesto a viver num pueblito perto daquí, Pedras Pretas, dejó que la pelambre le creciera, el bigote tambéin, usaba lentes escuros, ainda en la noite, con un diñero que había yuntado, puso venta de artículos de esporte, camisetas, pantalones, zapatos y bolas de boa marca, hasta pitos de referí, medicamentos, vocés saben. Había ahí, según sempre su primo Fausto, un equipe de gente moza, con camiseta mitade azul clario, mitade amarela… y calzas brancas, y cuando yogaba, Barbosa ia até la cancha a mirar a ellos, eran buenos los caras, gañaban de todos los otros equipes, y ele los dirigía de fora. Mais nunca pisaba no gramado, como si le queimara los pieses…”

“Tómese un descansito, vamos muy muy bien, don Hiparco… Mire, le trajimos ya su cafesiño, ¡qué tal, eh!” 

“La grabadora funciona bien, todo sale de lo mejor…”

“¿Quéin trajo el café, que nao vi?”

“La jefa de enfermeras, buen tipa.”

“Sím, está bunita la garota… Boa bunda que ela téin… Lindo este café, vocés tienen bon gusto… Ela, mais béin, ¿nao? Entón, ya Barbosa estaba mais en calma, como quéin se va olvidando de sí mesmo… Dijo Fausto que un día fue a visitarlo a su loja… su tienda, y Barbosa le comentó que se acordaba cada día menos de aquela partida em Maracaná, es béin curioso, dijo que ele dijo, que aquele suceso mundial foi ficando muito pequeño, que ele nao era culpado si hubo personas malucas que se pegaron un tiro o murieron de infarto con el segundo gol, pues ya con el primero, el del empate, había empezado la sufridera, miles y mais miles, en vez de gozar da partida, sofrendo... Dijo Barbosa a Fausto: ‘me acuerdo como si soñara, cuando el Ghiggia, el puntero direito recebeu a bola de Pérez, uns diabos aqueles castellanos, y la mandó como un centro pur basho, y llegó Schiaffino, yo vi que le iba a dar para que a bola siguiera na mesma diresao, mais calculó mal o pisó errado, le pegó fuerte y el chute salió alto, casi al medio da portería… Bunito el gol, mais el castellasno declarou logo como es que había sido, manifestó la solita verdade… En miña memoria solo hay silencio, nao escuto los gritos dos jogadores castellanos, y menos ainda con el segundo gol, eu vi a Ghiggia receber el pase de Pérez o del nego Obdulio, nao me lembro, iso no veo, Bigode nao chega, era muito lento pra parar a aquelle coelho, eu vi que ele miró a mi izquierda, entón avancei um paso pra achicar el arco, y ele pateó de modo muito raro, acredito que errando un poco la patada certa, y la bola entró entre el primer palo y yo, el castellano no entendeu hasta que a bola dio contra as redes, y todo fue el silencio mais grande que eu escutei na miña vida… Fausto, agora iso no me duele, mais dahí en diante ninguén quiría nada conmigo, eu era o culpado, los diarios tiraron menos ejemplares, tuvieron que trocar sus portadas, tudo imprimido de novo… Escapei de Rio, escapei do Brasil, morei fora um tempo, mais a patria es a patria, ¡merda!, y voltei hasta Pedras Pretas, agora teño outro nome, eu sou outro, muita gente pensa que estou morto, melior, o importante es que os jogadores castellanos, con sua camisa celeste, saben béin lo que pasó…’, en fin, iso foi lo que me contó Fausto que dijo su primo, mais en delante, alguien téin dito pra ele que Barbosa deshó tambéin aquela cidade y se perdió quéin sabe pur onde. El futibol contiñou sem ele, outros porteros llegaron al arco de la verde amarela, uns buenos, outros nao…”

“Sí, en verdad, muy interesante, ¿pero no es que usté había entrevistado a Barbosa personalmente?”

“Esta es una entrevista indirecta, digamos… El acuerdo con usted… así no puede funcionar…”

“Deme otro poco de cafesiño, pur favor…”

“Ahí tiene, le queda un poco, hasta con borra y todo.”

“Entonces, ¿ya no tiene más nada? ¿Ni una foto, nada? ¿Y los recortes de su revista, de los periódicos de antes, lo que hay allí del jodido Barbosa, dónde?”

“Nao teño nada, vocés… procuraron en muchas partes, cuñesen mais que yo. Además, esta vai ser miña última entrevista… Eu vou pidir que…”

“Señores, el paciente está muy fatigado… si no puede ni hablar… dígame, Hiparco… casi no le oigo… Sí, dígamelo al oído…”

“¿Qué le pasa, señorita? ¿Por qué interrumpe?”

“Señores, el paciente pide que se vayan, que no importa cómo usen el reportaje, y que no quiere dinero ninguno.”

“¡Quién se cree que es este desgraciado! ¿Qué vinimos aquí, para qué?”

“Bueno, calmate, esto es una verdadera jodienda, pero algo sacaremos para el periódico, y hasta podemos meterlo en otros medios...” 

“Buenas tardes, señores, en nombre de este hospital de pobres me alegro que se retiren.”

“Chau, señorita enfermera…”

“Señora, jefa de enfermeras, adiós… ¿Cómo se siente, lo veo muy pálido, señor…”

“Isto se termiña, mais dio pra mostrar lo que pasó, ¿nao acredita?”

“Bien extraño, digo, que los que mienten vayan a decir lo que pasó realmente en Maracaná con usted… ¿Qué le pasa? Respire, por favor, no se nos vaya ahora… Sí, dígame, al oído, despacito…”

“Lo importante sempre… es la verdade… ya eu nao sou nada, mais los jogadores celestes saben…”
                                                                     


agosto 2014

No hay comentarios:

Related Posts Plugin for WordPress, Blogger...
Google+