CIENTOVIGESIMOCTAVA ENTREGA
CAPÍTULO 14
La selva subterránea:
La iniciación en la selva subterránea
La primera fase: El trato a ciegas (1)
En la primera fase del cuento, el ávido y sugestionable molinero hace un trato desventajoso con el demonio. Creía enriquecerse pero descubre demasiado tarde que el precio será demasiado alto. Pensaba que cambiaba su manzano por la riqueza pero descubre en su lugar que ha entregado su hija al demonio.
En la psicología arquetípica, opinamos que todos los elementos de un cuento son descripciones de los aspectos de la psique de una sola mujer. Por consiguiente, a propósito de este cuento, nosotras como mujeres tenemos que preguntarnos al principio "¿Qué trato desventajoso hacen todas las mujeres?".
Aunque demos distintas respuestas según los días, hay una respuesta constante en la vida de todas las mujeres. Por más que no queramos reconocerlo, el peor trato de nuestra vida es siempre el que hacemos cuando perdemos nuestra sabia vida profunda a cambio de otra mucho más frágil; cuando perdemos los dientes, las garras, el tacto y el olfato; cuando abandonamos nuestra naturaleza salvaje a cambio de una promesa de riqueza que, al final, resulta vacía. Como el padre del cuento, hacemos este trato sin darnos cuenta de la tristeza, el dolor y el trastorno que nos provocará.
Podemos ser muy hábiles en nuestra actuación exterior, pero casi todas las mujeres, a poca ocasión que tengan, optan al principio por cerrar un trato desventajoso. La concertación de este espantoso trato constituye una enorme y significativa paradoja. Aunque el hecho de no saber elegir se podría considerar un acto patológico de autodestrucción, con mucha frecuencia constituye un acontecimiento decisivo que lleva aparejada una amplia oportunidad de volver a desarrollar la naturaleza instintiva. En este sentido, aunque haya pérdida y tristeza, el trato desventajoso, como el nacimiento y la muerte, es una útil caída del acantilado proyectado por el Yo para introducir a una mujer en las profundidades de su naturaleza salvaje. La iniciación de la mujer empieza con el trato desventajoso que hizo mucho tiempo atrás cuando estaba todavía medio dormida. Eligiendo lo que a ella le parecía una riqueza, cedió a cambio el dominio sobre algunas y, a menudo, todas las partes de su apasionada y creativa vida instintiva. El sopor de la psique femenina es un estado muy parecido al sonambulismo. En su transcurso caminamos y hablamos pero estamos dormidas. Amamos y trabajamos pero nuestras opciones revelan la verdad acerca de lo que nos ocurre; las facetas voluptuosas, inquisitivas, buenas e incendiarias de nuestra naturaleza no están plenamente despiertas.
Este es el estado de la hija del cuento. Es una criatura encantadora, una inocente. Pero podría pasarse la vida barriendo el patio de atrás del molino -hacia delante y hacia atrás, hacia delante y hacia atrás- sin desarrollar jamás la conciencia. Su metamorfosis carece de metabolismo.
El cuento empieza por tanto con la involuntaria pero profunda traición de lo joven femenino, de lo inocente (2). Se puede decir que el padre, símbolo de la función de la psique que debería guiarnos en el mundo exterior, en realidad ignora por completo la actuación en tándem del mundo exterior y el mundo interior.
Cuando la función paterna de la psique desconoce las cuestiones del alma, fácilmente se nos traiciona. El padre no comprende una de las cosas más esenciales que median entre el mundo del alma y el mundo material, a saber, que muchas cosas que se nos ofrecen no son lo que parecen a primera vista. La iniciación en esta clase de conocimiento es la iniciación que ninguna de nosotras desea, a pesar de ser la única por la que todas pasamos más tarde o más temprano. Muchos cuentos -"La bella y la bestia", "Barba Azul", el "Roman de Renart"- empiezan con un padre que pone en peligro a su hija (3). Sin embargo, en la psique de la mujer, aunque el padre cometa el error de cerrar un trato letal porque ignora por completo la existencia del lado oscuro del mundo inconciente, el terrible momento marca un dramático comienzo para ella: la cercanía de la conciencia y la perspicacia.
Ningún ser sensible de este mundo puede conservar eternamente la inocencia. Para poder prosperar, nuestra naturaleza instintiva nos induce a enfrentarnos con el hecho de que las cosas no son lo que a primera vista parecen. La salvaje función creativa nos impulsa a conocer los múltiples estados del ser, la percepción y el conocimiento. Estos son los múltiples conductos a través de los cuales nos habla la Mujer Salvaje. La pérdida y la traición son los primeros y resbaladizos pasos de un largo proceso de iniciación que nos arroja a la selva subterránea.
Notas
(2) Esta discusión no justifica en modo alguno la creencia de que el daño causado a un individuo es aceptable porque en último extremo lo fortalece.
(3) A propósito del incesto literal por parte del padre y el consiguiente trauma del niño, véase E. Bass y L. Thornton con J. Brister, eds., I Never Told Anyone: Writings by Women Survivors of Child Abuse (Nueva York, Harper & Row, 1983). También B. Cohen; E. Giller; W. Lynn, eds., Multiple Personality Disorder from the Inside Out (Baltimore, Sidran Press, 1991).
No hay comentarios:
Publicar un comentario