II. EL BESTIARIO DE LAUTRÉAMONT
VII (1)
Por la gracia y la libertad de movimientos, el pájaro es el que en los poemas ducassianos simboliza la actividad fácil y feliz. En la obra de Lautréamont, no faltaba más, también hay pájaros que cantan…
Por otra parte, la volatería ducassiana es muy variada; pero, fuera del águila que seguramente debe su importancia al parentesco de la zarpa y de la garra y que en suma es una zarpa voladora, ningún pájaro está valorizado, ninguno está tan violentamente dinamizado. Parece que, en el aire, nos encontramos en la región de las metamorfosis fáciles, de las metamorfosis sin obstáculo. Como si todo fuera natural, cuando Maldoror tiene necesidad de esconderse: “Con la ayuda de una metamorfosis, sin abandonar su carga, se mezcla a la banda de los otros pájaros.” Al alejarse en el cielo, el pájaro de desindividualiza; se vuelve un vuelo, el vuelo en sí. (7) La imaginación activista no tiene otras razones para servirse del pájaro que para hacer efectiva una huida libre. La huida depende de una psicología rudimentaria, se concreta pues en una metamorfosis esquemática.
Del pez al pájaro también hay contaminaciones, y el carácter de esas contaminaciones se hace muy claro cuando se ha adoptado la interpretación dinámica que proponemos para el lautréamontismo. En efecto, se trata de la simple composición, casi geométrica, del vuelo y del nado. Ya no se asombrará uno, ya no se creerá tan barroco el hecho de que la resultante concreta del vuelo y del nado obtenida por la imaginación esencialmente concretizante de Lautréamont, sea pura y simplemente una cola de pescado provista de alas, una síntesis de los medios de propulsión. La naturaleza va hasta el fin de la concreción y forma el pez volador; la imaginación ducassiana no forma más que la cola voladora. Sin embargo, esta concreción tan grosera, tan pueril, basta, a nuestro parecer, para reconocer que la imaginación ducassiana es natural. Recíprocamente, el pez volador es una pesadilla de la naturaleza.
Notas
(7) Cf. Paul Eluard, Donner à voir, p. 97: Il n’y a pas loin, par l’oiseau, du nuage à l’homme. (No hay lejanía, por el pájaro, de la nube al hombre.) André Breton, Poisson soluble, p. 89: Les oiseuax perdent leur force après leurs couleurs. Ils sont réduit a une existence arachnéene.. (Los pájaros pierden su fuerza después de sus colores. Se ven reducidos a una existencia arácnica.)
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