viernes

LAUTRÉAMONT (15) - GASTON BACHELARD


II. EL BESTIARIO DE LAUTRÉAMONT

VI (1)

Esas son, algo sistematizadas, las dos granes ramas de la filogénesis ducassiana. Por supuesto, entre las especies, hay contaminaciones. Así, el pulpo adquiere alas y los pulpos alados, se asemejan desde lejos a los cuervos (p. 213). Inversamente, en el enorme combate entre el águila y el dragón, el águila, pegada al dragón, (p. 234) “por todos sus miembros, como una sanguijuela, hunde cada vez más su pico… hasta la raíz del cuello en el vientre del dragón”. Las zarpas se pegan con tanta seguridad como ventosas; el pico interrumpe la laceración de las carnes para chupar la sangre. Estas interferencias de la acción de la garra y de la ventosa muestran, en nuestra opinión, que la voluntad de agresión mantiene despiertas todas sus potencialidades, y que, si se polarizara su violencia en una vía única, se mutilaría el lautreámonismo.

Para ser completos, sería necesario añadir ahora, al estudio de los movimientos de agresión bien concreta, un estudio más abstracto de los movimientos. Se vería entonces, que existe una jerarquía de las velocidades que, en Lautréamont, explica una atracción por lo que nada y por lo que vuela, y que, en ambos casos, domina lo que persigue. Se percibirá que en los Cantos de Maldoror hay un complejo de la vida marina y, menos exageradamente unido, un complejo de la vida aérea.

Entre los peces, el ser ducassiano dominante es el tiburón. A Lauréamont le hubiera gustado ser “el hijo de la hembra del tiburón, cuya hambre es amiga de las tempestades”, y del tigre. En las últimas páginas del segundo canto, en una estrofa frecuentemente incomprendida, Maldoror describe su abrazo con la hembra del tiburón “en medio de la tempestad… a la luz de los relámpagos, teniendo como lecho nupcial la ola espumosa, arrastrados, como en una cuna por una corriente submarina, y girando sobre sí mismos hacia las profundidades del abismo, reuniéndose ¡en un largo, casto y horrible acoplamiento…! ¡Por fin acababa de encontrar a alguien que se me pareciera!... ¡En lo sucesivo, no estaría yo solo en la vida!... ¡Ella tenía las mismas ideas que yo!... ¡Estaba frente a mi primer amor!”. Sí, nos encontramos ante el amor del abismo, el amor frío, el amor glacial, el descrito por los íncubos como la quemadura del frío.

No hay comentarios:

Related Posts Plugin for WordPress, Blogger...
Google+