jueves

4 POEMAS DE JUAN PABLO PEDEMONTE



Estos cuatro poemas de Juan Pablo Pedemonte (Uruguay, 1981) integran su poemario Muertos en flor (Edit. La luz de los bisontes, 2015).

Pedemonte también es plástico y cineasta, y ha obtenido el Primer Premio a la Creación Artística Fundación Alfredo Zitarrosa (2008) y el Primer Premio Serafín J. García (2010).

En 2003 publicó su primer poemario, Almajara (Edic. Caracol al Galope) y en 2004 participó en el volumen colectivo Aunque se llene de sillas la verdad (Taller Literario Universo / Caracol al Galope).

Actualmente dirige la serie de documentales Los pájaros ocultos (FCC 2011), orientada a la difusión de artistas nacionales.




NOCHE SOBRE EL HOMBRO

Sé que no dormimos en la misma cama.
Las sábanas me amortajan.
Siento su tacto asesino
Sobre el desgarro de mis ojos entrecerrados.
¿Qué importa si llevo toda la lluvia sobre la espalda
O si cargo los labios como un crimen?
¿Qué importa si deshabito lo que nos delata?


Hoy la noche me duele por su propio hueso.



SEQUÍA

El agua es un reloj de arena
agotándose
Y el hombre es una gota
que rebasa
la paciencia de los relojes,


La última lágrima
Será la cicatriz del desierto.



OSADA DE MAR

Niña vestida de abedules;
ángel de nácar, pájaro indócil,
infanta impostura de peces nocturnos,
sexo ylagrimal de murciélagos y rosas:
Marosa:
pequeña hermosura de tallos.

Osamenta de acuarelas y sepulcros
crespúsculo de azahares y malvones,
hermana de la liebre los druidas los espantapájaros de diademas.
Marosa:
flor osada de mar, de tierra,
del viento que desviste las costras de la luna,
de insectos que escalan fálicamente la enagua de la abuela
y la lágrima que una niña ha colgado en una cuerda
para ser indiferente a la lluvia
y a los pétalos que han sufrido frente a un súbito movimiento el
cielo.

Mujer de sexo omnipresente, lejano, metafísico,
contertulia de arcángeles y tatúes:
Marosa:
mórbida mariposa melancólica.


HIJO

Algo te encorva frontalmente hacia mí
Desde el más alto campanario de la entraña.

No sé qué rosa va apagándose en tu ombligo y me llama.
Como un arpegio, todo el adiós se llena de peces
Hasta formar un tercer hombre entre los dos.

Pero estás lejos y el humo de tu vientre
desordena mi habitación de polvo y grillos.

Soy el padre esclavo de mi hueso.

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