domingo

WALTER ACOSTA - HOMENAJE A LOS INCONSIDERABLEMENTE EXPUESTOS A PELIGRO DE MUERTE


En la segunda semana de junio, Walter Acosta (Premio Casa de las Américas, Habana, 2001), presenta en Buenos Aires su último libro, En busca de Manuel. El autor, dedicado hasta ahora a escribir obras de teatro, efectúa en este nuevo libro su primera incursión en el campo de la novela documental, habiendo elegido como marco de la acción la Guerra Civil española. Con ello reafirma su interés por la Historia, ya revelado en obras teatrales sobre Lope de Vega, Miguel Hernández, Diderot o Brecht y Walter Benjamin. Aquí, el protagonista no es un hombre célebre sino un joven campesino de la Galicia profunda.


¿Cuál fue el disparador que activó tu necesidad de investigar durante 14 años la historia de Manuel?

Ocurrió en diciembre del año 2000, en un pueblo de Galicia llamado Boimorto. Allí me llevó mi esposa para conocer a su familia una noche de crudo invierno en la que comí el caldo gallego más exquisito y reconfortante de mi vida. En el curso de la conversación surgió el caso de Manuel quien, sin haber cumplido 26 años, marchó a la guerra a fines de 1936. La familia -con dos hermanos que le han sobrevivido todos estos años- afirmaba que Manuel había sido herido en la batalla de Brunete, no lejos de Madrid. Se hablaba de un francotirador, pero no se sabía mucho más. Si murió o cómo murió y dónde fueron a parar sus huesos, todo formaba parte de un gran misterio que, según me pareció advertir, la familia había terminado por renunciar a esclarecer a medida que pasó el tiempo. Como se sabe, una de las consecuencias traumáticas de la guerra civil española fue, lamentablemente, silenciar por voluntad propia las experiencias más dolorosas que se sufrieron en carne propia. Es así que, pasados más de 70 años, todavía hay muchos que mantienen guardados esos dolores bajo siete llaves y otros tantos que ya no pueden aportar más un testimonio tan valioso como irremplazable.

Yo nunca me he detenido a pensar porqué decidí aquella noche en Boimorto desafiar el misterio. Tampoco imaginé nunca que la investigación iba a llevar 14 años y que ni aun así iban a quedar aclaradas preguntas inquietantes y misterios varios. Ese rompecabezas con datos concretos documentados y conjeturas e hipótesis de las que me hago cargo, representó una reconstrucción riesgosa y apasionante teniendo muy en cuenta, como me advirtió un amigo y según decía Freud, que la memoria implica siempre una deformación de la memoria y del evento que se quiere recordar. Más allá de esto, la sabia frase de Cicerón con que comienzo mi libro fue la consigna primera: la vida de los muertos está en la memoria de los vivos.

En una gacetilla de prensa sobre tu nuevo libro se explicita que el protagonista desaparecido se transformó en carne de cañón, obligado por un sistema de reclutamiento forzoso sin apelación posible cuando los sublevados tomaron el poder en Galicia. ¿Por qué considerás que Manuel fue carne de cañón?

Creo que no ha habido guerra alguna en la que un simple soldado incorporado a filas no se convierta casi inevitablemente en carne de cañón. El diccionario de la Academia define la expresión con claridad y concisión: tropas inconsideradamente expuestas a peligro de muerte.

En Galicia, cortada de cuajo la Segunda República al comienzo mismo de la sublevación de Franco y sus militares, el reclutamiento fue forzoso. Opina un historiador que en la mayor parte de la ciudadanía gallega se inoculó un terror paralizante que evitó o trató de aplastar cualquier tipo de oposición a la cruzada franquista. Uno de los primeros decretos del bando sublevado fue que el único ejército legal en España era el que comandaba Franco y que quienquiera se opusiera a ello eludiendo incorporarse a filas sería declarado traidor y desertor. Si no te presentabas a tomar las armas en el ejército rebelde, te pudrían en una cárcel o te fusilaban, al tiempo que la familia del traidor-desertor quedaba expuesta a toda clase de hostigamientos y represalias.

Por lo tanto, el heroísmo desafiante de huir al monte para organizar la resistencia o luchar desde las trincheras republicanas, no eran alternativas fáciles de contemplar ni ligeras las consecuencias que acarreaban. Requería ante todo y por supuesto, una clara convicción ideológica que, en el caso de Manuel y hasta donde he podido establecer, nunca se tradujo claramente en expresión concreta de simpatía política alguna hacia uno u otro bando. No siendo una excepción, esto me lleva a pensar que el tránsito de la juventud gallega por las fuerzas nacionalistas fue mayoritariamente un camino obligado, impuesto y dictado por las circunstancias bajo jurisdicción militar. Así fue que Manuel y muchos españoles más, terminaron asignados a una unidad italiana de artillería que operó en retaguardia durante la terrible batalla de Brunete.
     
¿Existe un arquetipo universal que pueda emparentar a este desaparecido en combate con los de otros enclaves históricos como el del Río de la Plata en las décadas de 1970 y 1980?

Al calificar yo mismo a Manuel como desaparecido no fue mi intención vincularlo de alguna manera a las resonancias que tiene ese término en las recientes experiencias históricas de América Latina. Sin embargo, más allá de la geografía y de los tiempos, hay sí algunas coincidencias al no haber encontrado en los importantes archivos militares, provinciales y municipales que consulté en España ninguna notificación oficial a los familiares sobre la muerte de Manuel en un hecho de guerra, su entierro, la exhumación de sus restos 21 años después o el traslado al que sería su destino final. En tal sentido, podría decirse que los datos de semejante recorrido confirmados más tarde en mi investigación equivalen a una pequeña resurrección de la persona, la cual cobra así una cierta corporeidad en la muerte.

Al anunciar la aparición de tu libro se dice que el autor no cedió a la tentación de deslizar en el relato alguna simpatía partidaria. ¿Es posible la objetividad total y pura en un tema tan atravesado por la política?

La pregunta me hace recordar otra advertencia que recibí en mis largos años de búsqueda. Toda investigación relacionada con la guerra civil española tropieza con serias dificultades ya que dentro y fuera de España persisten todavía fuertes sentimientos de adhesión tanto a la causa nacionalista como a la republicana. Se trata de sentimientos muy arraigados que obligan a no despertar sospechas sobre las motivaciones de la búsqueda ni a herir susceptibilidades. Obligan también a consignar todos y cada uno de los datos descubiertos aunque el investigador discrepe con su contenido o vea frustrada alguna expectativa. Así, por ejemplo, casi a punto de terminar el libro, recibí un documento del Ministerio de Defensa, de Roma, sobre una medalla “al Valor Militar” otorgada a Manuel… ¡esa medalla la habíamos encontrado 10 años antes en un viejo armario de la casa de piedra donde vivió Manuel! Pese a mis discrepancias con la versión desmesurada y triunfalista que da Roma sobre el fin del soldado, decidí que el libro la recogiera en su totalidad, dándome pie a contraponerla con otra versión y fundamentar mis objeciones. El lector sacará sus propias conclusiones sobre cada punto de vista.
Con ese criterio amplio, he querido evitar que mi relato se vea invadido (e invalidado) por simpatías personales de índole política. Prefiero pensar entonces que este modesto libro se ha escrito con el sólo fin de criticar a la Guerra con mayúsculas y ocuparse de un simple soldado caído. ¿No se lamentaba Brecht de que alguien cantara solamente las grandes batallas del todopoderoso César sin dedicar una línea a quien había sido su anónimo y humilde cocinero?”    

No hay comentarios:

Related Posts Plugin for WordPress, Blogger...
Google+