viernes

MUJERES QUE CORREN CON LOS LOBOS - CLARISSA PINKOLA ESTÉS



CIENTOVIGESIMOPRIMERA ENTREGA
CAPÍTULO 13


Las cicatrices de la batalla: La pertenencia al Clan de la Cicatriz (2)


La zona muerta

El hecho de guardar los secretos aísla a la mujer de aquellos que podrían ofrecerle su amor, ayuda y protección. La obliga a llevar ella sola el peso del dolor y el temor, a veces en nombre de todo un grupo, que puede ser la familia o la cultura. Además, tal como dijo Jung, el guardar los secretos nos separa del inconciente.

Dondequiera que haya un secreto vergonzoso siempre hay una zona muerta en la psique de la mujer, un lugar que es insensible o no reacciona a los incesantes acontecimientos de su propia vida emocional o a los acontecimientos de la vida emocional de los demás.
La zona muerta está muy bien protegida. Es un lugar de interminables puertas y paredes, cada una de ellas cerrada con veinte cerraduras, y los homunculi, los minúsculos seres que pueblan los sueños de las mujeres, se pasan el rato construyendo más puertas, más diques, más medidas de seguridad para evitar que se escape el secreto.

Pero no hay manera de engañar a la Mujer Salvaje. Ella conoce la existencia de los oscuros fardos atados con cuerdas y más cuerdas en la mente de la mujer. Esos espacios de la mente de la mujer no reaccionan a la luz ni a la gracia, pues están muy tapados. Pero, puesto que la psique suele compensar los desequilibrios, el secreto acabará encontrando a pesar de todo el medio de salir, si no con palabras en forma de repentinas melancolías, intermitentes y misteriosos arrebatos de furia, toda suerte de tics físicos, torsiones y dolores, de conversaciones insustanciales que se interrumpen repentina e inexplicablemente, de súbitas y extrañas reacciones a películas e incluso a anuncios de televisión.

El secreto siempre encuentra una salida, si no con palabras directas, por medio de manifestaciones somáticas que a menudo no se pueden afrontar ni resolver con procedimientos tradicionales. ¿Qué hace pues una mujer cuando descubre que el secreto se le está escapando? Corre tras él con gran dispendio de energía. Lo ata otra vez, lo vuelve a arrojar a la zona muerta y construye unas defensas más sólidas. Llama a sus homunculi -los guardianes internos y defensores del ego- para que construyan más puertas y más murallas. Después se apoya contra su más reciente tumba psíquica, sudando sangre y respirando como una locomotora. La mujer que oculta un secreto es una mujer exhausta.

Mis nagynénik, tías, solían contarme un cuentecito a propósito de esta cuestión de los secretos. Lo llamaban "Arányos Haj, Cabello de Oro, La mujer de los cabellos de oro".
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La mujer de los cabellos de oro

Había una mujer muy extraña pero muy guapa que tenía unos largos cabellos de oro tan finos como el oro hilado. Era joven y huérfana de padre y madre, vivía sola en el bosque y tejía en un telar hecho con negras ramas de nogal. El bárbaro hijo del carbonero trató de obligarla a que se casara con él y, en un intento de quitárselo de encima, ella le regaló unos cuantos cabellos de oro. Pero él no sabía ni le importaba saber que el oro que ella le había dado no tenía valor monetario sino espiritual, por lo que, cuando intentó vender los cabellos en el mercado, la gente se burló de él y lo tomó por loco. Enfurecido, regresó de noche a la casita de la mujer y con sus propias manos la mató y enterró su cuerpo a la orilla del río. Durante mucho tiempo nadie se percató de su ausencia. Nadie se interesó ni por su casa ni por su salud. Pero, en su tumba, la melena de oro de la mujer iba creciendo. Los hermosos cabellos se ondulaban en espirales que subían a través de la negra tierra y se enroscaban alzándose cada vez más hasta que su tumba quedó cubierta por un campo de ondulantes cañas doradas. Los pastores cortaron las curvadas cañas para construirse flautas y, cuando las tocaban, las flautitas cantaban sin parar:

Aquí yace la mujer de los cabellos de oro
asesinada y encerrada en su tumba,
muerta por el hijo del carbonero
porque ansiaba vivir.

Y así fue como el hombre que le arrebató la vida a la mujer de los cabellos de oro fue descubierto y conducido ante la justicia y, de esta manera, los que vivían en las salvajes florestas del mundo tal como hacemos nosotros pudieron sentirse nuevamente seguros.

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