jueves

MUJERES QUE CORREN CON LOS LOBOS - CLARISSA PINKOLA ESTÉS



CIENTOVEINTEAVA ENTREGA
CAPÍTULO 13


Las cicatrices de la batalla: La pertenencia al Clan de la Cicatriz

Las lágrimas son un río que nos lleva a alguna parte. El llanto crea un río alrededor de la barca que transporta nuestra vida espiritual. Las lágrimas levantan la embarcación por encima de las rocas, por encima del terreno seco, y la transportan río abajo a un lugar nuevo y mejor.

Existen océanos de lágrimas que las mujeres jamás han llorado, pues les han enseñado a llevarse a la tumba los secretos de su madre y su padre, de los hombres y la sociedad y los suyos propios. El llanto de una mujer siempre se ha considerado muy peligroso porque abre las cerraduras y los pestillos de los secretos que lleva dentro. Pero en realidad, por el bien del alma salvaje de la mujer, es mejor llorar. Para las mujeres las lágrimas son el comienzo de la iniciación en el Clan de la Cicatriz, esta tribu eterna de mujeres de todos los colores, naciones y lenguas que, a lo largo de los siglos, han sobrevivido a algo muy grande, lo hicieron con orgullo y lo siguen haciendo.

Todas las mujeres tienen historias personales de tan vasto alcance y tan poderosas como el numen de los cuentos de hadas. Pero hay una clase de historia en particular que tiene que ver con los secretos de una Mujer, especialmente los que se asocian con la vergüenza; dichos secretos contienen algunas de las más importantes historias a las que una mujer puede dedicar su tiempo. Para la mayoría de las mujeres, estas historias secretas son sus propias historias personales, incrustadas, no como piedras preciosas en una corona sino más bien como negra grava bajo la piel del alma.


Los secretos asesinos

A lo largo de mis veinte años de ejercicio de la Profesión, he escuchado miles de "historias secretas", unas historias que, en su mayoría, se habían mantenido ocultas durante muchos años, a veces durante casi toda la vida. Tanto sí el secreto de una mujer está envuelto en el silencio que ella misma se ha impuesto como si el silencio se debe a la amenaza de alguien más poderoso que ella, la mujer teme perder sus privilegios, ser considerada una persona indeseable, la ruptura de las relaciones que son importantes para ella y a veces incluso un daño físico en caso de que revele su secreto.

Las historias secretas de algunas mujeres se refieren al hecho de haber dicho una descarada mentira o de haber cometido una deliberada maldad que fue causa de dificultades o dolor para otra persona. Pero en mi experiencia no abundan demasiado. Los secretos de las mujeres suelen referirse más bien a la trasgresión de alguna norma de conducta moral o social de su cultura, religión o sistema personal de valores. La cultura dominante ha considerado a menudo algunos de estos actos, acontecimientos o elecciones, sobre todo los relacionados con la libertad de las mujeres en todos los ámbitos de la vida, vergonzosamente impropios de las mujeres pero no de los hombres.

Lo malo de las historias secretas rodeadas por un halo de vergüenza es que apartan a la mujer de su naturaleza instintiva, que en general es algo gozoso y libre. Cuando existe un secreto oscuro en la psique, una mujer no se puede acercar a él y más bien evita entrar en contacto con cualquier cosa que se lo recuerde o que aumente la intensidad de su dolor crónico.

Esta maniobra defensiva es muy frecuente y, tal como ocurre con los efectos secundarios de un trauma, influye secretamente en las elecciones que hace una mujer en el mundo exterior: qué libros leerá o no leerá, qué películas verá o dejará de ver, a qué acontecimientos asistirá o no asistirá; de qué se reirá o no se reirá; y a qué intereses se entregará. En este sentido, hay en la naturaleza salvaje un obstáculo que le impide ser libre de hacer, ser o contemplar lo que le apetece.

Por regla general, los secretos giran en torno a los mismos temas de las grandes tragedias. He aquí algunos de los temas de los secretos: el amor prohibido; la curiosidad indebida, los actos desesperados; los actos forzados; el amor no correspondido; los celos y el rechazo; el castigo y la cólera; la crueldad consigo misma o con los demás; los deseos, anhelos y sueños censurados; los intereses sexuales y los estilos de vida no aprobados; los embarazos imprevistos; el odio y la agresión; el homicidio o las lesiones involuntarias; las promesas incumplidas; la pérdida de la valentía; la pérdida de los estribos; el incumplimiento de algo; la incapacidad de hacer algo; la intervención o las intrigas bajo mano; el olvido; los malos tratos; la lista podría prolongarse indefinidamente, pues casi todos los temas entran dentro de la categoría del lamentable error (1).

Los secretos, como en los cuentos de hadas y los sueños, siguen las mismas pautas de energía y los mismos esquemas que los de las tragedias. El drama heroico empieza con una heroína que emprende un viaje. A veces, la heroína no está psicológicamente despierta. A veces es demasiado dulce y no se percata del peligro. A veces ya ha sido maltratada y adopta las actitudes propias de una criatura capturada. Cualquiera que sea la forma en que empiece, al final la heroína cae en las garras de lo que sea o de quien sea y es puesta dolorosamente a prueba.

Posteriormente, gracias a su ingenio y a la ayuda de las personas que la quieren bien, alcanza la libertad y, como consecuencia de ello, sale fortalecida de la experiencia (2).

En la tragedia la heroína es arrebatada a la fuerza o cae directamente en el infierno y queda atrapada. Nadie oye sus gritos o bien sus súplicas son ignoradas. Entonces pierde toda esperanza o pierde el contacto con el valor de su vida y se derrumba. En lugar de saborear su triunfo sobre la adversidad o de celebrar la prudencia de sus elecciones y su capacidad de resistencia, se siente humillada y apagada. Los secretos que oculta una mujer son casi siempre dramas heroicos convertidos en unas tragedias que no llevan a ninguna parte.

Pero hay algo positivo. Para transformar la tragedia en un drama heroico hay que revelar el secreto, confesárselo a alguien, escribir otro final y examinar el papel que una interpretó y las cualidades que la ayudaron a resistir. Tales enseñanzas están integradas a partes iguales por dolor y sabiduría. El hecho de haberlo superado es un triunfo del profundo espíritu salvaje.

Los vergonzosos secretos que guardan las mujeres son unos cuentos muy antiguos. Cualquier mujer que haya guardado un secreto en su propio perjuicio permanece enterrada en la vergüenza. La pauta de esta apurada situación de carácter universal es arquetípica: la heroína ha sido obligada a hacer algo o, como consecuencia de la pérdida del instinto, ha quedado atrapada en algo. Por regla general se ve imposibilitada de salir de una triste situación. Un juramento o la vergüenza la obligan a guardar el secreto. Y accede a hacerlo por miedo a perder el amor, la consideración o el sustento esencial. Para sellar ulteriormente el secreto se lanza una maldición contra la persona o las personas que se atrevan a revelarlo. Se amenaza a la mujer con algo terrible en caso de que alguna vez confiese el secreto.

Las mujeres han sido advertidas de que ciertos acontecimientos, opciones y circunstancias de sus vidas, que normalmente están relacionados con el sexo, el amor, el dinero, la violencia y / u otras dificultades propias de la condición humana, son extremadamente vergonzosos y, por consiguiente, absolutamente imperdonables. Pero no es verdad. Todo el mundo elige mal las palabras o los hechos porque no sabe hacer otra cosa e ignora cuáles serán las consecuencias. Nada es imperdonable en este planeta o en el universo. Nada. "¡No! -dices tú-. Eso que hice es totalmente imperdonable." He dicho que nada que un ser humano haya hecho, esté haciendo o pueda hacer en el futuro es imperdonable. Nada.

El yo no es una fuerza punitiva que se apresura a castigar a las mujeres, los hombres y los niños. El Yo es un dios salvaje que comprende la naturaleza de las criaturas. A veces nos resulta muy duro "portarnos bien" cuando los instintos esenciales, incluida la intuición, han sido cercenados. En tal caso resulta difícil pensar en los resultados antes de que se produzcan los hechos y no después. El alma salvaje posee una faceta profundamente compasiva que tiene en cuenta esta circunstancia.

En el arquetipo del secreto se lanza una especie de encantamiento, como si fuera una negra red sobre una parte de la psique de la mujer, quien se ve inducida a creer que jamás deberá revelar el secreto y, en caso de que lo revelara, todas las personas honradas que se tropezaran con ella la insultarían a perpetuidad.

Esta amenaza adicional así como la misma vergüenza del secreto obligan a la mujer a soportar no un peso sino dos. Esta especie de amenaza de encantamiento sólo es un pasatiempo para las personas que sólo emplean un pequeño y negro espacio de sus corazones. Para las personas que sienten afecto y amor por la condición humana es justo lo contrario.

Tales personas ayudarían a la mujer a revelar el secreto, pues saben que este produce una herida que no sanará hasta que se exprese con palabras y se dé testimonio de él.


Notas

(1) Estoy de acuerdo con Jung; cuando alguien ha cometido una injusticia, no se puede curar más que diciendo toda la verdad y enfrentándose directamente con ella.
(2) Leí por primera vez una referencia a esta especie de trivial y trágico error en la obra de Eric Berne y Claude Steiner.

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