jueves

LA VOZ Y LOS CÁNONES POÉTICOS DE JULIO HERRERA Y REISSIG (4)


NICASIO PERERA SAN MARTÍN

Université de Nantes


El funcionamiento simultáneo de los valores referenciales, connotativos y metafóricos abre el texto a una pluralidad de lecturas cuyo centro de producción se desplaza de los códigos estéticos tradicionales a la virtualidad del lenguaje, a la palabra poética. La opacidad de ese lenguaje aleja a Herrera y Reissig de la serenidad clásica del simbolismo. Las asociaciones arbitrarias, el desafío permanente a toda lógica discursiva nos aparecen hoy como indicios precursores de otras aventuras poéticas (léase creacionismo, surrealismo, etc.). En una palabra, Herrera y Reissig se sitúa ya fuera del horizonte estético de su época.

"Quiero creer que en la creación de este poema ha intervenido el ‘farmacon’, vapor sutil o alcaloide transformador que impone a las cosas nuevos aspectos y a los vocablos inauditos significados, que a la normal percepción aparecen borrosos o crespos, pero que en la niebla luminosa de la intoxicación se señalan claros y propios." dice, entre otros conceptos no menos reveladores, Rubén Darío en 1912.[18]

"Todo el poema es una vaga tiniebla de locura, zebrada de relámpagos de oro", acota Rufino Blanco Fombona en 1914, en un prólogo que desatara larga polémica, al atribuir a Herrera y Reissig otras originalidades, menos ciertas que la que manifiesta este poema.[19]

Y aún muchos años después, aquel gran estudioso de la obra de Julio Herrera y Reissig que fuera Roberto Ibáñez se interroga sobre la textualidad de Tertulia lunática, sobre la autonomía de los diferentes cantos.[20]

Este tipo de juicios primó durante muchos años. Unos y otros, aún siendo admiradores de la obra de Herrera, y habiendo hecho progresar el conocimiento de la misma, cuestionaban la pertinencia semántica del léxico, el hermetismo de las imágenes o la coherencia discursiva de las nocteritmias.

Quienes hubieran podido aquilatar estos valores, identificando a Herrera como su precursor, se alejaron de él por la urgencia de sus rebeliones formales, tan opuestas al rigor canónico del poeta uruguayo. Y este quedó nuevamente fuera del horizonte estético, por la singularísima conjunción de su rebelión conceptual y su tradicionalismo formal. A la espera, tal vez, de épocas más eclécticas.

Por nuestra parte, creemos haber mostrado –a través de algunos rasgos esenciales– la profunda unidad temática, retórica y estilística del conjunto, más evidente, a nuestro juicio, si se incluye en él La vida, como primera manifestación –aproximativa, embrionaria– de dicha modalidad herreriana.

***

Al cabo de esta revisión, destacaremos:

-La importancia y la vigencia de la obra de Julio Herrera y Reissig, tanto más sorprendentes si se tiene en cuenta el breve lapso de creación cabal que la vida le dispensara. Ese decenio es comparable, en su versatilidad y fertilidad, con el del auge del Simbolismo stricto sensu  en Francia, e identificable con él, si se tiene en cuenta el carácter tardío de las series americanas, rasgo tradicional de la producción artística de los siglos anteriores, que comienza a reducirse a comienzos del siglo XX, con el Modernismo, precisamente.

-Que, comparada con la de otros modernistas, Darío, por ejemplo, que es algo mayor que él, pero también le sobrevive, la obra de Herrera y Reissig carece del rasgo mundonovista, tan importante en los otros, y parece más proclive al carácter universal de las aventuras poéticas del siglo XX que, como veíamos, en cierta medida anuncia de manera mucho más tangible que el poeta nicaragüense. Desde este punto de vista también, su identificación con el Simbolismo parece más acentuada.  

-Que, considerada desde una perspectiva interna, la obra de Julio Herrera y Reissig se caracteriza por su organicidad y por el rigor con que el poeta se atiene a los cánones que él mismo se ha impuesto, tanto cuando retoma metros y rimas tradicionales, como cuando los adereza creando nuevas sujeciones formales que son, para él, no la gesticulación vacua del manierista, sino la disciplina fecunda del místico. Regida por esos imperativos, su voz poética es, sigue siendo –frente a la de sus contemporáneos, seguidores, imitadores o sucesores de todo tipo– inconfundible.

Notas

[18] Célebre conferencia dictada en el Teatro Solís de Montevideo en homenaje a Julio Herrera y Reissig. Tomamos el pasaje citado de SELUJA (Antonio), opcit., p. 259.
[19] V. HERRERA Y REISSIG (Julio) – Los peregrinos de piedra, Paris, Garnier hermanos ("Biblioteca de grandes autores americanos"), 1914, Prólogo de Rufino Blanco Fombona, p. XXIV. Aludimos, naturalmente, a la polémica sobre la originalidad de las metáforas de Leopoldo Lugones, una polémica muy característica de la época, y que seguramente no hubiera tenido lugar en vida de Herrera y Reissig.
[20] V. IBAÑEZ (Roberto) – "Privanza y tipicidad de las series en la obra herreriana" in EL PAIS, Montevideo, Aňo del Centenario, Fascículo IV.

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