lunes

LA RUEDA DE LA VIDA - ELIZABETH KÜBLER-ROSS



SEPTUAGESIMONOVENA ENTREGA

CUARTA PARTE


39. LA MARIPOSA. (4)

En la vida después de la muerte, todos escuchan la misma pregunta: "¿Cuánto servicio has prestado? ¿Has hecho algo para ayudar?"

Si esperamos hasta entonces para contestar, será demasiado tarde.

La muerte es de suyo una experiencia maravillosa y positiva, pero el proceso de morir, cuando se prolonga como el mío, es una pesadilla. Nos mina las facultades, sobre todo la paciencia, la resistencia y la ecuanimidad. Durante todo el año 1996 sufrí de constantes dolores y de las limitaciones impuestas por mi parálisis. Necesito atención las veinticuatro horas del día; si suena el timbre no puedo ir a abrir la puerta. ¿Y la intimidad? Eso es cosa del pasado. Después de quince años de total independencia, me resulta muy difícil aprender esta lección. La gente entra y sale. A veces mi casa se parece a la Estación Central. Otras veces es demasiado silenciosa.

¿Qué tipo de vida es ésta? Una vida desgraciada.

En enero de 1997, cuando escribo este libro, puedo decir sinceramente que estoy deseando pasar al otro lado. Estoy muy débil, tengo constantes dolores, y dependo totalmente de otras personas. Según mi Conciencia Cósmica, sé que si dejara de sentirme amargada, furiosa y resentida por mi estado y dijera "sí" a este "final de mi vida", podría despegar, vivir en un lugar mejor y llevar una vida mejor. Pero, puesto que soy muy tozuda y desafiante, tengo que aprender mis últimas lecciones del modo difícil. Igual que todos los demás.

A pesar de todo mi sufrimiento, continúo oponiéndome a Kevorkian, que quita prematuramente la vida a las personas por el simple motivo de que sienten mucho dolor o molestias. No comprende que al hacerlo impide que las personas aprendan las lecciones -cualesquiera que éstas sean-, que necesitan aprender antes de marcharse. En estos momentos estoy aprendiendo la paciencia y la sumisión. Por difíciles que sean estas lecciones, sé que el Ser Supremo tiene un plan. Sé que en su plan consta el momento correcto para que yo abandone mi cuerpo como la mariposa abandona su capullo.

Nuestra única finalidad en la vida es crecer espiritualmente. La casualidad no existe.

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