martes

DE GARGANTA CAÍDA - PABLO COSSIO (6)


Grupo Editor Conjunto / elmontevideano laboratorio de artes
1ra Edición Web


CINCO / ESTO QUEDA EN LOS ÁRBOLES

Así a veces falta luz
y te das cuenta
como un golpe de luna arrebatándote los brazos
más allá de los muñones y la carne
silencio
te parece que la vida en su potencia mueve sola
y a voz
manco
te arrastran sin que puedas dar tu oro
ni clavarte una bandera tan profunda como un cáliz
Con la garganta caída escarbás la sombra
porque se trata de aquello
que duele más que el pan
donde todas las platas las fiebres las sábanas
son un bien oxidado
como si fueran voces
roncando en el desierto

***

Hay un hombre mordiendo entre páginas falsas
ese así desespera
se calla
se finge
Ese hoy es un ogro que ha tragado metales
y se duerme aplastado
Que sus días sean pocos

Hay un pobre rondando las ideas del vino
y vomita su alma con resaca de almíbar
se oscurece en silencio
Ya golpea a los nobles con mirada de harina
se desliza en el borde de mujeres obscenas
agitando allá adentro
para embarrarse el cielo

A esa sombra se ha dado un beso entre las manos
fue soñada cantando con un clavo en la lengua
como adorna quien ama
con cruz en los bolsillos

***

Me estoy haciendo un esqueleto
pálido
tibio
No hay oración en que sentarse
si el corazón
no masca cielo
Va caminando mi desgracia
de ser como ya estoy
y anduve siempre
La gente mira y cree que soy aire
y está tan aturdido mi deseo
que siendo soledad
arrastraría
aquello que creí
hasta la grieta
del sueño en que morí
desesperando
por no dar como hay que amar
hasta la sombra

Y me planté en los ojos aquel vicio de los hombres


Niño

I

Al niño blanco de la esquina suave
le debo un perfume triste
que no detuve

Rodé y seguí la memoria
cuando astilló la mirada
hablando al agua

Llenó de labios el pétalo
estirando la esperanza todavía no tocada
con la falange diminuta de un tallo engarzada
lloró amores dorándolos

Amontonadas las nubes
donde la tierra refresca su aplastadísimo hombre
hondo regalo del aire que aturdidísimo espera
apisonando las luces


II

Tengo tus dientes santos
y el iris de su futuro
clavados en la corteza


III

Querido niño.

Cuando te vi, estabas volviéndote un puñadito de tendones y apretabas cada vez más espeso al universo ahí dentro. Volví tantas veces a escarbar el pequeño espacio donde ofrecías un tallo tremendamente verde, que al final de los mil silencios de tu presencia, entendí el sentido de esa tierra plana y vacía. Si hubieras estado ahí alguna de esas tardes, con tu palangana repleta de flores y esa bondad rabiosamente inmaculada: qué triste hermosa realidad.

Pero no estuviste. Y ya no importa que en algún descuido de mis ojos me impregnases una fracción sólida de tu voz. No importa porque acepté lo más duro de tu existencia: que sos en mí, que te vas: en esta tarde sin aturdimientos: te vas.


IV (Sobre Acalanto de Chico Buarque)

Duerme mi pequeño
que llega la nube en
que te vas
Duerme mi pequeño
pasando la piel está el lugar

Hoy quedarás
sin tu cuna
llora
viene el trueno
para mí

Duerme mi pequeño
soltaré tus dedos
sin mirar
Duerme mi pequeño
llenaré tus flores
de piedad

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