martes

DE GARGANTA CAÍDA - PABLO COSSIO (5)



CUATRO / HIJOS


Cuando grandes tus ojos
te hayan hecho a la sal
deberán doler el cuidado de mis años
Y entonces qué haré
Qué abrigaré
para imitar tu carne soñadora
y qué en mi corazón
para escuchar tu llanto de pan que no espera
y sana en la caricia
sólo después de llenarse
con mis manos salvadoras
y mi espalda que alimenta tus caprichos

Hay la razón partida de una lágrima
tiempo antes de tu canto abriéndose al deseo
Y entonces qué haré
Qué dejaré de tocar cuando otro aire
se revuelva entre tu pelo
y el vacío de la mesa que adornara tu madre
me congele los huesos
como avivaron mis pies inquietos
los temores de mi padre
los celos de mi madre


***

Te clavaría un dolor
si fueras una carne moviéndote a la luna
y sos una cabeza de corazón brillante
Manó la niebla
cubiertos de espinas destapamos el rencor
que aguantaba con las uñas por no enfrentarnos los años
Una culpa que partirá tu vida
podría envenenarte al empezar el viaje
sin que supieras dónde acunaste la tristeza
Y sos una potencia que no ha visto tormentas
Hijo de no mi carne:
si la noche pudiera doblarte hasta sacar estrellas
imprimiría en tu futuro un viento suave
para alumbrar la tierra
y al final de las piedras sabríamos
que nuestras manos vivieron
si en el hombro de un hermano
resucitamos un hueso


***

Ya mi hijita tiene miedo de mis manos
He movido su carne buscando una recta
con penitencias de sopa y silencio
mientras mi cara de papi vuelve en ogro
y no entiendo dónde nacen mis arrugas
si hace poco estaba amigo de los niños
Dónde alimentaré su corazón
si su paso retrocede de mi boca
temblando por mi golpe
Mi ojo quedó muerto

Ya mi hijo vertió el odio con su lengua
me ha llamado por mi nombre
mostró un diente
Yo he querido darle un piso a sus caprichos
la palabra tiene un tiempo que no entiendo
que no entiendo
Éste niño ya en dos pasos va a su vida
sin que pueda mi cordura darle un aire
ni una mano que sostenga de su aprecio

Y qué hago de futuro con sus ojos
qué pondré a sus pensamientos de los días
cuando el mundo los obligue a su camino
y volviendo a mi cintura ya no pueda
ni ellos quieran escuchar de mis fatigas
No estoy dándole ternura a su cansancio
ni se calman sus problemas en mi lengua
porque mi hombro como almohada es una piedra
y lo sabio no despierta de mis años
Ya su oído volvió en hierro mis concejos

***


I

Hijo de no mi carne
si pudiera cruzarte de un viento la cara
para que no te vistas tontamente en mi orgullo
ni duelas lo que yo
Largas veces mamé de aplausos en la espalda
condimentaban mi sangre con caminos secos
al que pondría movimiento
el hervor de mis músculos
y mi cerebro con brillos
Pero nada era mío
Cuando miraba distinto apuntaban el candado
si mudaba la línea dormían las palmadas
para abrirse otras
que acariciaban su fe
en un baúl de polvo

Nadie quería la verdad de mis huesos
lo supe
mi pequeña estatura
ni mi semen futuro
sólo mi fuerza soñaban en su ardor tambaleante
Pocos me han golpeado para que fuera yo mismo
y me han dado noche
para que nazca el horror
que llevará
sin duda
a la verdad
aunque a veces odie a Dios
Hijo de no mi carne
habrá que darle a tus ojos lo que te va de lleno
para hacer tu propia sombra
aunque te coma el espanto
porque tendrás que estar completo
con los ojos frescos
y a pesar
cuando te pongan amor


II

Cuando era niño
un vidrio tosco separaba del frío
un atardecer adornaba la pared
que nunca fue pintada
Acariciaba un libro
que dibujaba un hombre que brotaba de los hombres
que llenaban de vida
todo pedazo de aire
Cuando era niño y pensaba como niño
había una esperanza
y tuve una palabra alegre como un fuego
que contagiaba el paso de los que parpadeaban
Mis manos olían a héroe

Ahora que crecí
y aturdido de ripios
va sobrando espacio en mi pequeño cuerpo
para tocar de vida
me va faltando el aire
aunque debiera sobrar
de poco que voy dando


III


Pero no daré de asiento
de pan seco y de yaga
no heredarán mis hijos
porque me queda el hombre
para dar por ocho
lo que tomé por necio


IV


Me acodé en la esquina con la mirada turbia
ahora espero
aunque parezca no llegar lo que me tiembla en los huesos
Hijo de no mi carne
no sigas mi tristeza que apenas si la entiendo
ya viene la tormenta que me pondrá en lo hondo
caminaré sólo con los ojos quietos
hasta un brillo que lento
se clavará en mis ojos
y te devolveré transfigurada una sonrisa
que abonará tu tierra
para repartir fe


2011-2014

No hay comentarios:

Related Posts Plugin for WordPress, Blogger...
Google+