lunes

a propósito del DIA INTERNACIONAL DE LA MUJER - UN MONÓLOGO DE MARILUZ SUÁREZ HERRERA / EXCLUSIVO DESDE MÉXICO


TURBANTE COLOR ESPERANZA

(Por iniciativa de la Secretaría de Salud del Estado de Tabasco, México, se llevó a cabo, en la ciudad de Villahermosa,  la presentación de la obra de teatro TURBANTE COLOR ESPERANZA de Mariluz Suárez Herrera, con la brillante actuación de la actriz Leila García Rosique, dirigida por el reconocido dramaturgo Vicente Gómez Montero. Se preparó también por la autora una versión corta de la misma obra para presentarse en escuelas y clínicas de todo el Estado de Tabasco, invitando al público a prevenir el cáncer de mama.)

La actriz caminará entre el publico, regresando de vez en cuando a una mesa donde se encontrarán los diversos artículos que necesite para peinarse, maquillarse, tomar agua, hacer cambios de vestuario y/o sentarse sobre al mesa, mientras habla. Se dirigirá a diferentes personas presentes.

Mi abuela pronosticó que antes de la llegada del invierno mi vida cambiaría y  fue así exactamente. (Orgullosa) Tuve una entrada triunfal a la adolescencia. Primero me dio vergüenza, pero conforme pasaban las semanas descubrí las miradas curiosas e insinuantes de mis compañeros de escuela, (pudorosa toma libros, periódico, revista, cigarro e imita la forma de mirarla de los hombres) los vecinos, los albañiles de la privada, (Chiflido, fiu, fiu) el repartidor del gas, el que entrega el agua, el chofer de doña Rosa, en fin de todos y cada uno de los seres de sexo opuesto, más grandes que yo, que se cruzaban por mi camino. Todos, absolutamente todos depositaban su mirada en un lugar fijo, (se toca diversas partes del cuerpo, caderas, ojos, hombros), no, aquí no, ni aquí, ni aquí (camina sacando el pecho) la dirigían aquí a la parte frontal y central de mi pecho (señalando con ambas manos) aquí, exactamente aquí.

Fue a partir de ese momento que mi relación con mi cuerpo cambió, cuando cumplí  los trece años mi cuerpo comenzó a parecerme interesante, algo digno de perfeccionarse, de mostrarse, de presumirse y empezó a gustarme. Pasó el tiempo y… ¡Ahhhh! Me lo encontré. Cuando conocí a Joaquín, se inició un agradable diálogo entre mi cuerpo y yo, entre mi cuerpo y él, sobre todo cuando  me acariciaba, me tocaba, me besaba. Ah, no saben qué marido conseguí, llegué a pensar, lo confieso, que todo se lo debía a este territorio de la cintura para arriba, (provocativa) que se modificaba según adquiría yo edad y experiencia (guiña un ojo, manda un beso). Sí, la experiencia también es importante, después de un tiempo se hace menos importante que la edad pero eso es otro tema. Fui muy feliz con Joaquín, (avienta lo que tiene en la mano) sí así en pasado, no, no se ha muerto, tampoco me abandonó. (Pone cara de resignación) Reconozco que una de las obligaciones de todas y  de cada una de las mujeres de este planeta, (se señala y enfatiza) YO  la dejé pasar un poquito, sí me dejé, hice desidia. Y sigo hablando en pasado (triste) pues a partir de que mi marido se entrevistó con mi ginecólogo de cabecera, todo cambió. Imagino que por aquí habrá algún médico con esa especialidad y seguro sabrán de lo que estoy hablando.

Se dirige a alguno de los médicos presentes.

Sí doctor, tiene usted toda la razón no vine el año pasado y no lo hice porque fueron los quince años de mi ahijadita y necesité el dinero para los zapatos, mire son así, parecidos a estos (los muestra) pero más hermosos, y caros, cómodos también, pues yo quería bailar toda la noche. (Se dirige a otro médico) ¿Hace dos años? Sí, lo tenía en cuenta pero decidí no hacerme los exámenes pues la Cuca me invitó un fin de semana a Tapijulapa ¿conoce Tapijulapa? ¿En qué planeta vive, pues? No deje de ir, es precioso, hay dos ríos, muchas flores, (simula caminar con dificultad) piedritas por aquí, piedritas por allá. Hay grutas, cascadas, manantiales, (hace como si subiera escaleras, mira hacia arriba, mira hacia abajo) la iglesiototota de Santiago Apóstol, (se santigua) con decirle que hasta fuimos a pescar sardinas (se sienta) en medio de un chingo de calor, (se limpia la frente, el cuello) así suda que te suda,  (se abanica) pero ay tan solo de acordarme, ya me anda por regresar. Que ¿qué tiene usted que ver con eso? Ah sí, pues tiene que ver con eso porque por irnos  a la Sierra, ya no hubo dinero para el examen y la consulta. Pero no veo cual es el problema, este año no hubo fiestas, ni viajes, aunque la verdad hay un vestido en una tienda cara que me trae medio loca, por desgracia no hubo de mi talla pues si no, (pone ademán de cuernos) mangos que me hago el examen y mangos que vengo a consultarlo. Perdón doctor, no quiero desviar la conversación, el caso es que ya estoy aquí frente a usted. ¡Ah!, mi marido no pudo venir, tenía que trabajar, bueno la verdad se me olvidó decirle, a él, a mi marido…, que venía a verlo, total la interesada soy yo, ay no ponga esa cara, no es tan grave, o ¿sí?, ¿es grave? ¿Por qué pone esa cara?, ¿por qué mueve la cabeza? (Se horroriza) ¿Dos noticias? Pues sí, dígame primero la noticia mala. Bueno ¡ya, dígame qué tengo! ¿Con Joaquín? Y para qué quiere hablar con él, él no sabe nada de medicina, no va a entender nada, bueno yo tampoco, es decir, yo tampoco sé nada de medicina, para eso están ustedes (Pausa)  pero ¿es indispensable? Sí, sí le pediré que venga a hablar con usted lo antes posible. ¿Puedo saber qué tengo?

Abre los ojos muy grandes y simula desmayarse. Incorporándose.

Unos días después llamé a Lilí, nuestra hija que vive en Hermosillo (habla por teléfono) Mi amor, ¿estás haciendo algo muy importante? Solo te distraigo un ratitito. Es que estoy muy preocupada por tu papá fíjate que no me dirige la palabra, está muy enojado conmigo y ya no sé que hacer, me gustaría que hablaras con él. ¿Por qué está así?… Pues se enchiló porque fui al ginecólogo y porque ahora él tiene que ir al ginecólogo, no, no está enfermo,  tiene que ir a hablar con el doctor, cómo que por qué, porque el ginecólogo quiere hablar con tu papá. Pues para decirle algo que tu papá ya sabe (pausa) que tengo cáncer. No grites, no grites es una enfermedad.  ¿Estamos? Y no te asustes pues es una enfermedad muy silenciosa. (Enfatiza) El cáncer no duele y hay tratamientos para eso. Deja de gritarme, la enferma soy yo, no es tu papá, Si sigues…, déjame hablar…, si sigues… Que ¿qué? Eso de que la enfermedad tiene nombre y apellido, ¡no me lo creo! (Cuelga, triste) Me faltó decirle que  no sé lo que será mi vida de ahora en adelante. (Solloza) que no me gusta dormir sola. (Se pasa una mano por el pecho) Que me siento desfallecer y me faltó decirle que siento que tengo un cuchillo clavado en la espalda. Y que me dan ganas de llorar por todo. (Trata de calmarse, se sirve agua, bebe) Al día siguiente amanecí con un ardor en  este lado derecho, me dijeron que tenía que hacerme una autoexploración, me enseñarían cómo hacerlo. (Transición) ¿Estás de acuerdo en que me auto exploren los pechos? Le dije a Joaquín. Bueno pues te lo pregunto porque dices (pausa) decías que no te gusta (carraspea) que no te gustaba que me tocaran, nadie, más que tú. Conste, te lo estoy avisando, voy a ir a eso y no sé a cuantas cosas más. (Al público) Lo que no le conté fue que el día que me hicieron la mastografía (cambia de actitud, emocionada) me la hizo un hombre, sí, así fue, joven y guapo. Yo creo que no había quien la hiciera y ni modo pues le tocó, y me tocó y (suspira) pero nada pasó. La verdad yo no estaba como para que algo pasara y ya parece que se lo iba a contar al Joaquín, si ya de por sí está más enojado que un difunto en caja de cerillos, ¡mmmm! con una noticia así, yo creo que no solo me sigue dejando de hablar, capaz que me amarra a la pata de la cama. Ay, pero aunque no lo crean es bien feo vivir bajo el mismo techo, en la misma casa, con el mismo hombre, hacer las mismas cosas. No, rectifico (resignada) ya no hacemos las mismas cosas que antes, pues así está el asunto y yo le voy a demostrar que soy más fuerte que él y aunque me ignore voy a seguir pa’delante me voy a ocupar muy seriamente de mi cuerpo  y a ver de que cuero salen más correas. El mundo es así y yo me voy a adaptar, ya lo verás. A ver si ya te apaciguas. (Se pinta los labios) Y qué creen, no, no es lo que están pensando, no lo dejé, lo que hice fue empezar a investigar y preguntar y preguntar y preguntar. (Transición) ¿Alguno de ustedes se ha caído de una bicicleta, o de los patines o algún toro los ha perseguido y embestido? Pues así exactamente es como me sentía, así fueron las reacciones. ¿Reacciones? ¿Y qué es eso señorita? Ahora yo ya aprendí y yo misma les puedo decir que son esas famosas reacciones: te ves fea, se te van las fuerzas, hueles a rayos, mejor ni les cuento, el caso es que peloncita te ves más bonita, (se pone una peluca) calvita ¡no! (Observa al público)  No tanto. 

Otra palabra importante que aprendí es “en comparación”, frase muy peligrosa, ¿en comparación con quién, con la que está más jodida? ¿Con la que puede pagar lo que yo no puedo pagar? Pues no, esa frase la borro de mi vocabulario (se da un manotazo en la boca,  camina) Ya les contaba que pregunté mucho y he conocido a muchas otras mujeres como yo, compañeras, pacientes, amigas que han decidido luchar igual que yo. Pero qué caros son los tratamientos. Hay lugares que ya ni la chingan. (En actitud) ¡No insultes a tus compañeras! ¡No recetes! ¡Esta no es una iglesia, es un grupo de ayuda! ¡Se reciben donaciones! (incrédula)  Eso fue lo más interesante. Para que al final del día,  cuánto tienes, cuánto das, cuánto prestas, cuánto te falta. Pues no, fíjense que no, a esos lugares tan elegantes, tan caros y tan fríos, no pienso ir.

Me encontré con un servicio que también se llama SEGURO, seguro popular y les juro que sí es seguro, donde la palabra dinero no existe y me encontré con un grupo con nombre de árbol del trópico donde todas se apoyan, se ayudan, se aconsejan, se consuelan, se defienden. (Se quita la peluca y se pone un turbante)

Bueno, pues sí, pasó el tiempo y ahora he formado un grupo, van a mi casa, hablamos de todo esto, les cuento a todas sobre mi ardor de pecho, mi biopsia, mi operación, mis quimios, mis radiaciones, mi nueva dieta, mi tratamiento, las bonitas prótesis de semillas que me regalaron. Solo la que ha pasado por esto me puede entender  y quiero convencerlas que MI cáncer no se les va a pegar. Quiero que ellas me cuenten sus historias. Quiero este club para que otras mujeres no hagan lo que yo hice.

¿Quieren saber cómo les pido que se integren? (se dirige a alguna mujer del público)

ÚNETE AL CLUB DEL TURBANTE

Únicos requisitos: ser mujer y ser valiente.
¡Yo, te invito!  (Da media vuelta y Sale)

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