María José Pedraja Colman es egresada de Arte Escénco y Expresión Corporal de la Escuela Municipal de Teatro de Canelones, donde trabajó con Stella Rovella y Margarita Fernández.
Entre 1994 y 2008 participó en múltiples talleres (Iluminación, Fonoaudiología, Técnicas de Expresión y Arte Escénico) además de incursionar en la docencia teatral y el perfeccionamiento del arte escénico, en el maco del Programa del Fortalecimiento de las Artes del Ministerio de Cultura.
Ha intervenido actoralmente, por otra parte, en numerosas obras entre las que se destacan Farenheit 451, Sueño de una noche de verano, Edipo Rey, El jardín de los cerezos, Diarios de alquimia, Pervertimiento y otros sueños para nada, La zapatera prodigiosa.
Actualmente está rodando La galante calavera (A propósito de entierro de Julio Herrera y Reissig) bajo la dirección de Álvaro Moure Clouzet, en el marco de una saga de short-cuts programados por elMontevideano Laboratorio de Artes y la Escuela Popular de Cine.
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¿Se podría definir a la transfiguración del alma de Alberto Zum Felde hacia la que te fue guiando el director Álvaro Moure Clouzet en la preparación del rodaje de La galante calavera como un viaje a una especie de catacumba básica todavía no suficientemente arqueologizada de nuestra cultura?
Y!... había que recurrir a la CATACUMBA de Julio, escarbar y revivirlo de alguna manera, y Álvaro tuvo desde un principio una visión clara y apasionada que lo llevaría hacia el cometido: hay que estar bien claro para no irse por las ramas en ese afán de búsqueda y necesidad para lograr la magia, pero por sobre todo trasmitirla.
Se nos hizo difícil ver qué era lo que nos servía -entre tantos elementos encontrados durante este camino de investigación y reflexión histórica y estética- para concretar la creación de este personaje y su ámbito. Una búsqueda, en definitiva, que resultó maravillosamente abstracta y transformadora de nosotros mismos.
Te puedo asegurar que después de representar este rol ya no soy la misma, principalmente por todo lo previo, ya que descubrís cosas que no tenías ni idea que existían dentro tuyo. Es muy removedor.
Con respecto el personaje al cual le estamos haciendo un homenaje, aclaremos que en su momento Zum Felde conoció a Julio Herrera y Reissig como una persona con luces pero también con sombras; creo que yo traté de buscarlo por ahí, y debo de confesar que cuando me tocó cruzar por las sombras del personaje por momentos quedaba exquisitamente paralizada, pero en todo ese claroscuro creo que quedaron nítidamente reflejadas la luz y el amor.
Al pronunciar la palabra catacumba uno se imagina inmediatamente muerte, y esto es todo lo contrario: este ser sobrenatural que representamos es un muerto, sí, pero que de alguna manera vive y transcurre en la historia con su poesía, como lo pudimos comprobar durante el proceso de elaboración del acting. Claro que también hay mucha gente que lo sigue ignorando o visualizándolo como la sociedad y el Estado de aquella época quiso darlo a conocer, y no como al mejor poeta uruguayo del 900, un vanguardista realmente inmortal. Creo que los artistas tendríamos que empezar a buscar en el baúl de los recuerdos para encontrar y revivir a los “no recordados”.
De ahí la recreación planteada en este discurso / monólogo, donde tratamos de hacer lo posible y lo imposible para regalarle al pueblo un memorial hipnótico de la profunda hipocresía que rodeó al poeta e instalar ese clima vívidamente en este presente también hipócrita. Ya sabemos que solamente la verdad nos hace responsables, aunque mucha gente pretenda esquivarla.
Los que asistimos a esta primera parte del rodaje del short-cut quedamos profundamente conmovidos por una poética actoral ceñida y de complexión casi taurina, pero el odio no apareció en ningún momento en la reconstrucción de la denuncia más revolucionariamente escandalosa que se haya realizado jamás en Tontovideo. ¿Qué fue lo que transformó tanta cólera en lo que podríamos definir como la reverberación de una espada luminosa?
Es que mi desafío creativo, al principio, fue justamente cómo escarbar mi interior, desgarrarlo y rehacerlo, para encarar la búsqueda de este personaje tan difícil. Julio Herrera y Reissig no fue cualquier poeta, y aunque a todos los personajes que me ha tocado representar les dediqué la misma pasión, acá me enfrentaba a un monstruo de nuestra época, y merecía el mayor respeto.
En ese período de trabajo / creación hubo que endurecer la acción para que apareciera reflejado el artista que fue, pero visualizado y texturado de forma que no se perdiera la ternura del mensaje y la intencionalidad que nos guiaba.
Se trata, en definitiva, de un acto revolucionario de denuncia, que le haga conocer de una vez por todas al pueblo -que no fue invitado al entierro, por supuesto- una mascarada orquestada por burgueses, mercaderes y políticos a quienes no les interesaba nada más que actuar protocolarmente frente a un cadáver y no frente a un hombre superior, vanguardista y arrasador.
Alguien que, como todo verdadero revolucionario, estaba “guiado por grandes sentimientos de amor”.
Por eso nos hacía falta, en este caso, levantar una espada luminosa.
¿No pensás que 105 años después de la hipocresía denunciada en La galante calavera, nuestro establishment cultural vive cristalizado casi en el mismo estado de sopor hipócrita y mezquino que denunció Zum Felde?
Bueno, esa hipocresía queda constatada por el bajísimo presupuesto asignado a las artes, y encima haciéndonos sentir que nos están dando una limosna que ni siquiera merecemos.
¿Cómo vamos a levantar el nivel educativo de un pueblo si no apoyamos a la cultura artística?
Con todo, y por suerte, aun quedamos artistas que no necesitamos del presupuesto público y nos sabemos arreglar para hacer cosas con denuncia social, amor y dedicación dirigidos hacia el pueblo. Yo integré, durante muchos años, el grupo de “Bienestar Social y Cultura” de la Intendencia de Canelones, y nunca percibimos ni un peso. Lo hacíamos por amor al arte y a la gente, para que tuvieran la posibilidad de ver nuestras representaciones en cualquier rincón donde se encontraran, y guardo recuerdos imborrables de esa época.
Y te podría asegurar que hoy las autoridades departamentales se olvidaron de que existió ese grupo del Politeama generación 93. Pero quien no olvida esa magia es el pueblo que la recibió.
Mi padre, que alquilaba botes en Santa Lucía, fue muy amigo de Cabrerita, y cuando este gran pintor canario tanto tiempo ignorado no estaba internado en la Colonia para psiquiátricos, paseaba mucho con él. Y había también una familia que lo hospedaba por puro amor a su arte. Pero el reconocimiento popular sólo le llegó después de su muerte, como pasa tantas veces, y el Teatro Circular le dedicó una obra que tuvo mucha difusión.
Pensamos que La galante calavera también va a ser capaz de unir a nuestra gente en una imprescindible instancia reivindicativa.
¿Cómo vivís el desafío propuesto por elMontevideano Laboratorio de Artes de implantar la difusión de un discurso mediático apto para aportarle al siglo XXI nuestras facciones comunitarias de calado artiguista?
Para mí fue todo un desafío, ya que vengo de otro ámbito de la actuación, y no solamente del ámbito teatral, porque también actué en varios tipos de escenarios improvisados, espacios no convencionales montados para todo tipo de público. Allí sólo estábamos mis compañeros de elenco, el público y yo. Ah, perdón, y la magia...
Pero debo de reconocer que le tenía un chucho a las “cámaras” porque me imaginaba toda la infra e inclusive llegué a asistir a dos o tres casting para hacer audiovisuales y fue algo muy frustrante porque después nunca te llamaban y te sentías de madera. En fin. Lo que comprendí trabajando con Álvaro es que no hay que darle tantas vueltas al asunto para lograr un buen contenido. Hay magia o no la hay, y todo lo demás es cuento.
Obviamente se necesitan herramientas infraestructurales como las que ha venido montando elMontevideano ya hace bastante tiempo, y con el clarísimo objetivo de ir construyendo una summa multimediática de primer nivel como la que precisamos. Fue por eso que abracé la idea y me sumé, agradeciendo la posibilidad de militar culturalmente en este colectivo.
Y fue el propio director, Álvaro Moure Clouzet, el que me dio la oportunidad de elegir esta opción integralmente artística. Porque lo otro es parafernalia cinematográfica norteamericana o uruguaya queriendo imitarla.
La galante calavera demostró que se puede vivificar y vivenciar a Julio Herrera y Reissig en el mismo lugar del Cementerio Central donde hace 105 años la fuerza revolucionaria del amor y la magia irrumpieron escandalizando para siempre a las tristes entrañas de Tontovideo.
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