FOLLETÍN SABATINO
Hugo Giovanetti Viola
EPISODIO 14: NUBE
Pose
-¿Así que Onetti piensa que un hombre con fe es más peligroso que una bestia con hambre? -empezó a parpadear Manolita como un colibrí. -Pues yo encuentro que en eso lleva toda la razón. ¿Pero él se dará cuenta que pone el mismo empeño que Torres en guiarnos hacia un arte que nos purifique?
-Es que posar de escéptico es el peor vicio de la idiotez moderna -vació un pocillo fruncidamente María Esther.
-Ay, me olvidé de ofrecerle azúcar. Mil disculpas.
-No se preocupe que los uruguayos no seremos vegetarianos pero a negrura anímica y al fútbol nos ganan muy pocos pueblos. ¿Usted piensa que Torres es peligroso, entonces?
-Es que el pan sabe muy bien cuando nos quema un poco. Y yo creo que se vive entre los cuernos del toro o por pura inercia, vamos. ¿Le molesta que fume?
-Estoy acostumbradísima -se acomodó los alones rubios la muchacha que aprovechaba las salidas solitarias para maquillarse jolivudensemente. -Hoy acepté que Onetti me acompañara a la exposición del Taller, por ejemplo. Y charlar con ese hombre es como aspirarle los bufidos a una locomotora.
-Lo extraño es que Payró nos cuenta versiones muy contradictorias sobre lo que opina Onetti de este giro figurativo que propone la Escuela del Sur. Y además se ha empecinado tanto en definir a mi marido como quijotesco que yo a esta altura me siento una especie de Dulcinea vocacional. ¿No es divertido?
-¿Y cómo hacen para seguir viviendo tan enamorados?
-Para eso no hay respuesta. Mire: una poetisa muy amiga me ha hablado de un manuscrito anónimo del siglo XIV que acaba de ser recuperado en Europa: La nube del no-saber.
-¿No será Esther de Cáceres?
-Justamente. Y en la última de sus tertulias apunté este trocito -retiró una hoja de adentro de un ejemplar del Universalismo Constructivo editado en Buenos Ares: -Toda la lucha nace del lado del hombre, del esfuerzo que ha de hacer para prepararse a la acción de Dios, acción que consiste en suscitar el amor y que sólo Él puede llevar a cabo. Pero tú persevera, haciendo tu parte, y yo te prometo que Dios no te fallará. Mantente, pues, fiel a esta obra.
-¿Usted también es católica?
-No. Pero le aseguro que la indestructibilidad de un matrimonio surge de esta actitud. Y que finalmente el universo le será fiel en la medida en que usted no desmaye. Torres me cortejó durante tantos años que al final casi arroja al gato por la ventana para que yo accediera a casarme. Y ya ve: nunca más volvimos a hostigarnos.
Expulsión
Aquella noche Onetti y María Esther quedaron en encontrarse en el boliche de la esquina de Amigos del Arte, y la muchacha llegó tan maquillada como en la primera cita que tuvieron en la rambla.
-Hoy me tomo un vermucito -le acarició casi frívolamente el dedo vendado al hombre de trompa pétrea. -Puse la rosa que me regalaste en la mesa de luz.
Y de golpe aparecieron el Pibe y Maneco y arrimaron dos sillas con la novelería de estar contemplando un regalo de Reyes largamente deseado.
-Por fin solos -le hizo chillar una carcajadita el galán jeangabinesco a la fille terrible más popular del charco de los plumíferos.
-¿Y? ¿Ya le hiciste el reportaje a don Joaquín? -se frotó las manos Maggi
-Es que primero tengo que ver la exposición guiada por Apolinario, que según el propio maestro no sabe nada de pintura pero nunca se equivoca.
-Y este año colgaron cerca de 200 cuadros, otra vez -parecía no creer Maneco en la consolidación del emparejamiento entre el sensei y la catorceañera azuzada por el séquito clubista.
-Es que la recuperación del objeto avanza a trompicones -parodió Onetti el canturreo catalán de los Torres Piña. -Y si es preciso nos situaremos con taparrabo de plumas y manta listada no lejos del Ombú que la Pampa tiene o en algún picacho de los Andes o pastoreando llamas en el altiplano.
Ahora los adoradores se reían como si escucharan a Buster Keaton y la muchacha murmuró repugnada:
-Menos mal que lo querés tanto al Viejo.
-Es que mi cariño y admiración por el caballero de la blanca melena no tienen vuelta atrás, pero es que ya desde la época en que existía la Asociación de Arte Constructivo se desdice cada tres frases. Ahora condena la abstracción y proclama el arte realista. Y no aseguro que la divisa Debemos pintar la calle del siglo XX sea la última: puede haber volteretas.
-Basta, Juan.
-Es que sucede que el amor y el camarada Stalin son imperialistas y uno desearía que las personas queridas fueran un poco a imagen y semejanza de la idea que nos hacemos de ellas. ¿Por qué no se van de una vez, incordios?
Entonces el Pibe y Maneco se dieron cuenta que la expulsión iba en serio y ni siquiera terminaron de vaciar los pocillos.
Pecado
-Torres mismo confiesa en Historia de mi vida que la ira lo posee de a ráfagas desde la infancia -se sacó una hebra de la boca Manolita con la mecanicidad de un tic. -Pero después de esos desbordamientos cae enseguida en lo que yo llamo su polvo enamorado.
-¿Y a ese sosiego cómo lo definiría?
-Bueno, él en Barcelona venía a darle clases de dibujo a mi hermana y siempre nos contaba que la inspiración cósmica se produce cuando uno se despierta con el ánima habitada por esa especie de paz intemporal que hay afuera de la caverna.
-¿Y a usted también le pasa eso?
-Desde que duermo al lado de él. Y a pesar de los pesares, que siempre han sido muchos.
-Sí. Y me imagino que en tantos años habrán guerreado bastante entre ustedes -se apoderó de María Esther una necesidad más investigativa que morbosa de exasperar al prójimo que la caracterizaría toda la vida.
-Pero vea usted que nuestros enfrentamientos se producen al margen de lo doméstico. Porque yo sigo pensando que irnos de los Estados Unidos fue un error estratégico garrafal, por ejemplo. Y otra cosa insufrible es que mi marido no tome partido en cuestiones políticas, si bien cuando perdimos contacto con Olimpia en el 39 llegó a despotricar contra la mismísima democracia republicana.
-No me diga que se estalinizó.
-Estuvo cerca, aunque los esperpentos del realismo socialista y toda esa pesadilla de las purgas hicieron que la fiebre fuera muy leve.
-Y usted siempre del lado de las izquierdas.
-Ni que hablar. Aunque por sobre todo detesto a los ingleses -se paró la mujer de muchachez indeleble y espalda ya gibosa. -Bueno, vamos hasta el taller para que puedan concertar la entrevista.
Y mientras cruzaban el empedrado cubierto por la nieve perfumada de las acacias Manolita agregó:
-Y esta noche lleve cuidado porque le puedo asegurar que el caballero de la triste figura es Onetti y no Torres, por más que a mi marido se lo siga acusando de confundir las ventas con los castillos.
-¿Y a qué le tengo que tener cuidado, señora?
-A la desesperanza, señorita. Esa es la serpiente bíblica.
Maquillaje
-Te traje la entrevista que le hice al Viejo en los tiempos heroicos -le alcanzó Onetti la muchacha una página del ejemplar Nro 14 de Marcha donde sobresalía la nota titulada Torres García habla de la exposición que no visitó.
-Gracias -se acomodó la boina María Esther antes de aplastar con las palmas abiertas el papel de estraza lleno de manchas vinosas: -Decime: ¿cómo te puede dar tanto asco mi maquillaje?
-Mirá, cuando recién nos conocimos le escribí una carta a Payró diciéndole que tenías la cara tan putrefacta y maloliente como Bette Davis. Ça suffit?
La muchacha hizo fondo blanco con el vermú y no tuvo más remedio que ponerse a ojear el artículo para esconder una indignación muy húmeda.
-Y lo increíble es que la pérdida de la inmaculación no te haya roto el halo -se ensañó el hombre que acababa de pedir su tercera caña doble. -Pero sucede que la preciosidad sin pureza me embruja nada más que en los feudos de las muñecas bravas. Campaneá que la vida se va / y enfundá tu silueta sin rango / y si el llanto te viene a buscar / escurrí tu dolor y reí.
-Mejor es que no te dediques a cantar tangos porque las auroras van a encontrarte atorrando en los umbrales -retrucó ella clavando una uña morada sobre la palabra Vollard. -Hoy Torres me contó que este fue el hombre que tuvo que explicarle en el veintipico que las griegadas catalanas no iban a funcionar en París y él casi se enloquece para ponerse al día.
-Yo no pienso seguir padeciendo este voyage au bout de le néant mucho tiempo más, pero si alguien me llega a pedir a esa edad que cambie el ritmo de la frase me dedico otra vez a revolver una tolva o a pescar vueltos mal dados en la boletería del estadio.
Y en ese momento les pasó por al lado Alsina Thevenet saludándolos apenas con un breve alzamiento del panamá y Onetti puso un billete sobre el mármol bufando:
-Bueno, beibi. Dale mis saludos a don Joaquín y decile que cuando consiga una acompañante digna de la Inmaculada me doy una vueltita para ver si a alguno de los nuevos discípulos les interesa existir sin placenta además de pintar bien.
-¿Pero estás loco? -fue incapaz de eludir el odio que le fosforecía al incordio acodado en una de las mesas del fondo la muchacha.
-Apuesto a que esta altura tenés más adoradores que el Viejo -se paró el hombre ritualizando el manejo del yesquero como un duelista del Far West. -Que te lleve algún gil de los que se cuzquean soñando con el harén del prójimo.
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