martes

SUPLEMENTO DEL TALLER LITERARIO DE LIVERPOOL F.C. (17)

FEDERICO RODRIGO

CAUCE

Evitando que el mal se cauce: apuesta riesgos y riega postes y lustra trofeos y atrofia luces y calla de a veces y besa de a calles y sistematiza alimento y alimenta sistemas hasta que hoy: se exhaló exhausto.

Qué alivio.

Vio que el tiempo escurría en la cuneta junto a la calle. Todas sus penas abordaron un barco de papel y siguieron su cauce cuneta abajo.


ARIEL AZOR

SOBRE LAS ESTRELLAS (2)

-Prestá mucha atención a lo que voy a decirte, ves ese monte allí adelante tuyo, lo cruzás y encontrarás un rancho grande, allí es donde vas a vivir, le dices quien eres, ellos te están esperando.

ralizó. Sacó fuerzas de adentro suyo, cerró sus húmedos ojos y comenzó a caminar.

Apurado, se preguntó si estaría caminando en dirección correcta, se sintió perdido, tal vez nunca más saldría de allí, el miedo se apoderó de él más fuertemente y comenzó a correr. Un par de veces tropezó y eso lo obligó a hacer aquello que no quería, mirar a su espalda.
Por fin los gigantes quedaron atrás y el rancho se hizo visible. Con sus pequeñas manos y sus pocas fuerzas golpeó la oxidada puerta de chapa. Esperó, golpeó nuevamente y nadie salió. Rodeó el rancho, buscó en el galpón y nada. Se sentó al lado de la oxidada puerta, en el piso, y agotado, de tanto pensar se durmió. 

Cuando se despertó estaba sobre la cama, adentro del rancho, y los dos viejos sentados a su lado lo miraban. No reconoció esas caras, se refregó los ojos nuevamente, los miró y les dijo "yo soy Adrián".

El viejo lo tomó de la mano, caminaron juntos hasta afuera y más allá, le señaló un árbol y le dijo:

-Ves, ves ese lugar, es mágico. Ven. Si tú te quedas allí unos minutos en silencio y observas el cielo verás que las estrellas te hablarán. Ahora te contaré una historia y después hacemos silencio y verás.

El viejo se sentó y el niño a su lado bajo el árbol, escucho con entusiasmo al viejo contar aquella hermosa historia. De a poco el viejo fue levantando su cabeza y miró hacia arriba, el niño lo imitó, miró hacia el frente, hacia los costados, hacia arriba y un cielo increíblemente inmenso se le apareció, quedó impactado, nunca hubiese creído que hubieran tantas estrellas y tan hermosas y brillantes. Miró de reojo al viejo y agudizó sus oídos, apagó su cabeza, escuchó y se escuchó un zumbido suave.

-Lo escuché, lo escuché, abuelo -gritó el niño. El viejo lo abrazó contra él.

-Viste, te dije. Mañana vendremos y te contaré otra historia y escucharemos las estrellas.
Después, tomados de la mano, caminaron hacia el rancho. El niño miro hacia atrás, hacia el lugar mágico, quería recordarlo. La vieja parada en la puerta los esperaba, con la cena pronta y la sonrisa rejuvenecida.


JOSÉ LUIS MACHADO

7 HAIKUS

I

cada trovador
sabe dónde va la musa
cuando no canta

II

la muerte es breve
si se tienen bien puestas
la vida y la luz

III

me encantaría
mirar el horizonte
desde tus ojos

IV

no sé tus labios
sólo sé la palabra
con que los mojas

V

cada terruño
tiene aquellos fantasmas
que se merece


VI

los que transitan
sobre ríos de sudor
a veces vuela


VII

si hubiera muerte
nadie la evocaría
poéticamente

No hay comentarios:

Related Posts Plugin for WordPress, Blogger...
Google+