sábado

(REINVENCIÓN DE UN ROMANCE JUVENIL DE JUAN CARLOS ONETTI) - NIÑO CON LA ÑATA APOYADA EN EL SEXO DE LA DIOS


EPISODIO 7: PRIMAVERA


Rumor
                                            
El segundo sábado de setiembre ya hubo un atardecer completamente primaveral y Alsina Thevenet entró a Reuter con un traje y un panamá impolutos que lograron desarmar la impavidez de Onetti.

-Felicitaciones -hizo una reverencia el hombrecito con los colmillos relumbrantes de odio. -En el Metro es voz corrida que el libraco fue terminado el 15 de madrugada, a poquísimas horas del cierre del  plazo del concurso.

-Sí -demoró un cigarrillo en juntar paciencia el hombre que había pasado las mejores horas de su infancia y su primera adolescencia leyendo encerrado en un ropero y en un aljibe cualquier libro o revista que le cayera en las manos y jamás pudo sobreponerse a la posterior ajenidad anchura de otra clase de mundo. -Y Basilio además te informaría que fue una inmundicia que tuvo que dictarme con las alas plegadas de sueño, gravitando alternativamente sobre las plantas de sus rosadas pezuñas, sin respiro, torturado por amenazas y palabrotas y sostenido por la prostituida esperanza de dólares, premios y fama.

-¿Y cuál fue el demagógico título elegido para sacarle mejor el jugo a la demagogia antifascista?

-El perro tendrá su día. Una canción que le hace caer la bombacha a la Fabi.

-¿Y encontraste la truculencia para que el personaje bolche recuperara la primitiva pureza y la fe?

Esta vez Onetti se volvió a sumergir en una carta que le estaba escribiendo a Payró pero el muchacho que se creía dotado por una gracia de fluidez más mozartiana que la de Scott Fitzgerald supo arponearlo irreversiblemente:

-Y te advierto que el rumor más importante que circula en el Metro es el de que al final aceptaste el rendez-vous que te propusieron los alcahuetes de Apex.

Entonces el hombre de delgadez casi raquítica demoró tanto en sacar un pañuelo para secarse los lentes que al incordio se le fue petrificando la mueca de matón jolivudense:

-Lástima que la merza azteca hoy va a quedarse esperando en la platea a que el sacerdote premiado en Buenos Aires le arranque el corazón a Blancanieves. Porque vos ya no tenés los cojones que hacen falta para celebrar esa clase de descuartizamiento. Linacero está más muerto que cualquier personaje de Tierra de nadie y por más que le puedas revivir la pureza a algún bolche de folletín para hacerte famoso y comprarte un chalecito en la playa, nunca más va a salirte algo mejor que El pozo.


Espíritu

-Lo único que tiene feo es la nariz -le había comentado Tola Invernizzi a Arregui en la mesa de los bolches, cuando la muchacha entró al Metro impresionistamente aureolada por una pañoleta y una capelina que parecieron instalar de golpe todo el esplendor de la plaza entre el humazo sórdido.

-Voilà -codeó el Pibe a Maneco. -Ahí la tenés disfrazada de Ceci y todo.

-Y fíjate en las caras que pusieron los giles. Si tenemos hasta a Angelito Rama de voyeur. Y se armó mesa de Marcha y todo.

-Bueno, hay una sorpresa -parecieron silbarle los pequeños pechos a María Esther mientras acomodaba un ejemplar de Tierra de nadie entre los pocillos. -Esto me lo trajo a casa el aspirante a Bogie y la verdad es que me asustó de veras.

-¿Pero qué más querés? Es la primera novela metropolitana moderna escrita en castellano.

-Mirá: yo fui católica hasta los 12 años y el catecismo me aburrió muchísimo y ni siquiera me hizo gracia tener que disfrazarme de novia de Dios. Pero de lo que no te olvidás nunca es de adorar la fuerza del Espíritu.

-¿Querés un café?

-Claro. Pero ahora lo que quiero más que nada en la vida es que el soñador de El pozo no se quede sin Espíritu.

Entonces Maggi y Flores Mora carcajearon con una mecanicidad más simpática que sobradora.

-Y creo que hoy no va a venir, tampoco -los midió con una repulsión asmatiforme la muchacha. -¿Vos no sos el que querés ponerle de título a tu primer libro Polvo enamorado, Pibe?

-Sí. Lo tengo pensado desde que iba al liceo.

-¿Y un militante de don Pepe va a usar un verso de un tarado que creía en el amor constante más allá de la muerte? ¿O te creés que Quevedo no era tan religioso como el estadista de los pueblos libres o el pintor al que le baten tanto el parche en Apex porque dibujó la América del Sur al revés?

-Para empezar, no grites -se le helaron la complacencia y la tolerancia laica al futuro autor de Frutos.

-Y además no dramatices, caramelo -le era imposible al aprendiz de prohombre no dejar de sondearle la transparencia de la blusa floreada a la criatura disfrazada de femme fatale.

-Pa. A estos giles les va a terminar saliendo el tiro por el culo -se empezó a divertir Arregui en la mesa de los bolches.


Uñas

Y de golpe María Esther puso una moneda en el mármol y se escapó del Metro taconeando con violencia y se fue en taxi a su casa para llamar inmediatamente por teléfono a Reuter.

-Hola, idiota -graznó contemplándose las lunitas que le dulcificaban la terribilità a sus uñas de vampiresa.

Y enseguida de recibir como única respuesta un resoplido humoso se decidió a embanderillar del todo al hombre que le había escrito a Payró el 31 de agosto del año anterior: Estoy casi resuelto, esta noche -hace muchas horas que no duermo por causa de Reuter- a iniciar mi fe en el milagro. Explíqueme si sólo sirve que la necesidad de milagro se le forme a uno desesperada e inconscientemente o si puede ayudar el aceptar con el cerebro y el resto que uno tiene necesidad de milagro.

-¿Sabe que el pifurito que acaba de prestarme Tierra de nadie tenía razón cuando me advirtió que usted ya era un hombre deshecho?

-Usted cree -contrapreguntó Onetti, escrachando otra humareda en la rejilla cloacal del teléfono. -Y espantemos de la conversación al insecto que ahora se encasqueta los requesones con un panamá al tono o le cuelgo ipso facto.

-¿Si creo en qué?

-En la Inmaculada, m´hija.

Entonces a la muchacha le palideció cadavéricamente el maquillaje y no tuvo más remedio que toser para disimular una culpa de puta:

-A misa no voy más desde que dejé la escuela.

-Pero lo que yo necesito es un Perpetuo Socorro. ¿Eso la asusta?

-No.

-¿Qué le parece si la espero en la rambla mañana a las nueve de la noche? ¿En la bajada de Pereyra, puede ser?

-Puede ser.

-Y le pido disculpas por haberla plantado dos veces, pero ni soy un genio ni tengo edad para andar excitando a renacuajos incapaces de comprender medularmente a la poca literatura que nos queda en el charco.

-Yo pienso ser abogada.

-Lo bien que hace.

-Y mire que sigo muerta de ganas de leer lo que escribió contra el fascismo -se manchó un índice con el rouge y lo puso en la boca del tubo María Esther. -Y además creo que usted nunca va a perder la fe en el Espíritu Santo.

-Si usted lo dice, m´hija.
                                                                                       

Curda

Onetti llegó al Metro de madrugada y fue directamente a la mesa de Piccatto, que esa noche se había peleado con mucha gente y ahora borroneaba un poema agitando las jorobas como si cabalgara.

-¿Podrías leerme algo tuyo, hermano? -rogó el autor de El pozo, después de vaciar dos cañas dobles sin hielo ni soda en menos de media hora. -Parecerá mentira, pero siento una especie de antojo de tomar sopa roja como la que supongo que le prepararía la Inmaculada al pobre San José. Un menjunje color sangre.

-Ah, sí. De remolacha.

-Dicen que es muy buena para fortificarse cuando tenemos que obedecer las órdenes del Señor, aunque lo que nos encargue nos parezca completamente imposible. Construir un palomar de tres metros de diámetro de altura y dos de ancho, por ejemplo. Y de un día para el otro.

-Alguien, / cuando entre brisa y árbol / suelta la mariposa su pana -jadeó entonces el hombrecito derramando una especie de ternura acuchillante- y es una inmensa flor en llamas / la tarde / y su cristal / alguien / alguien me quiere amar y no se atreve!

-Voy en curda no lo niego / que será muy vergonzoso / pero llevo más en mi curda / a mi pobre corazón -lo contrapunteó desafinadamente el hombre con miopía de murciélago.

-Pero si estás amurado por lo menos te amaron.

-No te creas -se le llenó de bruma el desamparo al borracho caballuno. -Mirá: en los últimos tiempos me dio por sospechar lo que todos, tarde o temprano, deben llegar a comprender. Que soy el único hombre vivo en un mundo lleno de fantasmas, que la comunicación es imposible y ni siquiera deseable, que da tanto la lástima como el odio y que un hastío tolerante y una participación dividida entre el respeto y la sensualidad  es lo único que puede ser exigido y conviene dar. A menos que uno pueda construir esa torre imposible y una tarde vea alzarse majestuoso y seguro, alzando apenas las alas, deslumbrante de santidad y belleza, al palomo de plata del Espíritu Santo. ¿Tomamos las dos últimas?

-Y un plato de sopa roja.

-¿No me leés otro poema?

-A mí lo único que me gusta de veras es un pedazo del IV, que vos ya conocés: Cuando esta red de sombras que no entiendo / con dominio sutil, ciñe mi vida / nunca me salva / ni la palabra pura de mi madre / ni los círculos finos de un poema. / Cuando la siento, insinuadora y trágica, / trepar mi vida como falsa hiedra, / nada me salva.

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