lunes

LA RUEDA DE LA VIDA - ELIZABETH KÜBLER-ROSS



SEXAGÉSIMA ENTREGA
TERCERA PARTE
                                                                                              

"EL BÚFALO".
                                            
31. MI CONCIENCIA CÓSMICA. (4)

Unos meses más tarde viajé al condado Sonoma de California para dirigir un seminario. Allí comencé a obtener respuestas. Pero estuve a punto de tomar una decisión con la que me habría perdido la oportunidad de comprender. El médico -que había accedido a atender a los enfermos terminales que asistirían al seminario a cambio de que yo diera una conferencia en un congreso de Psicología Transpersonal que él había organizado en Berkeley- canceló su participación en el último momento. Lógicamente, después de dar yo sola el fatigoso seminario supuse que ya no tenía ninguna obligación para con él.

Pero el viernes, cuando se marchó el último de los participantes en mi seminario, mi amigo me llamó para decirme que varios cientos de personas se habían apuntado para asistir a mi conferencia.

Durante el trayecto a Berkeley trató de animarme repitiéndome lo del tremendo entusiasmo con que esperaban mi charla. Pero la verdad es que el seminario me había dejado tan agotada que no logró contagiarme ese entusiasmo, además de que no tenía la menor idea de qué iba a decirles a esas personas tan cultas y evolucionadas que asistirían al congreso. Pero cuando me encontré en la sala ante el público, supe que tenía que hablar de lo que había experimentado en el rancho de Monroe.

Alguno de los presentes me lo explicaría. Comencé por decirles que les hablaría de mi evolución espiritual, advirtiéndoles que necesitaría que me ayudaran para comprenderlo todo, puesto que muchas cosas superaban mi capacidad de entendimiento. En tono jocoso les confesé que no era "una de ellos", es decir, no hacía meditación, no era californiana ni vegetariana.

-Fumo, bebo café y té, en resumen, soy una persona normal. -Eso provocó una grancarcajada-. Jamás he tenido un gurú ni he visitado a un maestro -continué-, y sin embargo he tenido todas las experiencias místicas que cualquiera podría desear.

¿Qué quería decir? Que si yo podía tener esas experiencias, entonces cualquier persona podía tenerlas sin necesidad de ir al Himalaya a meditar durante años.

Cuando relaté mi primera experiencia "fuera del cuerpo", toda la sala guardó completo silencio. Terminé la charla de dos horas con un relato minucioso de las mil muertes y el posterior renacimiento que experimentara en el rancho de Monroe. El público, puesto en pie, me ovacionó. Después de los aplausos, un monje ataviado con una túnica color naranja se acercó al estrado en actitud reverente y se ofreció a aclararme algunas de las cosas que había dicho. En primer lugar, me dijo que aunque yo creía que no sabía meditar, existen muchas formas de meditación.

-Cuando está sentada junto a enfermos y niños moribundos, concentrada en ellos durante horas, está en una de las formas superiores de meditación.

Hubo más aplausos que confirmaban su opinión, pero el monje no les hizo caso ya queintentaba comunicarme otro mensaje:

-Shanti Nilaya -dijo, pronunciando lentamente cada hermosa sílaba- son palabras sánscritas que significan "el hogar definitivo de paz"; allí es donde vamos al final de nuestro viaje terrenal cuando regresamos a Dios.

"Sí -pensé yo, repitiendo las palabras que había oído en la habitación oscura hacía unos meses-, Shanti Nilaya."

No hay comentarios:

Related Posts Plugin for WordPress, Blogger...
Google+