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LA NUBE DEL NO-SABER - ANÓNIMO INGLÉS DEL SIGLO XIV


CUADRAGÉSIMA ENTREGA


39 / Cómo ora el contemplativo avanzado; qué es la oración; y qué palabras son las más adecuadas a la naturaleza de la oración contemplativa


Hemos de orar, pues, con toda la intensidad de nuestro ser en su altura y profundidad, en su largura y anchura. Y no con muchas palabras sino con una palabrita.

Pero ¿qué palabra emplearemos? Ciertamente, la palabra más apropiada es aquella que refleja la naturaleza de la oración misma. ¿Y qué palabra es esa? Bueno, tratemos primero de determinar la naturaleza de la oración y luego quizás estemos en mejores condiciones de decidir.

En sí misma, la oración es simplemente una apertura reverente y consciente a Dios, llena del deseo de crecer en bondad y de superar el mal. Y ya sabemos que todo mal, sea por instigación o por obra, se resume en una palabra: “pecado”. Por eso, cuando deseamos ardientemente orar para la destrucción del mal no debemos decir, pensar y significar otra cosa que esta palabra: “pecado”. No se necesitan otras palabras. Y cuando queramos pedir la bondad, que todo nuestro pensamiento y deseo esté contenido en esta pequeña palabra: “Dios”. No se necesita nada más, ni otras palabras, pues Dios es el compendio de todo bien. Él es la fuente de todo bien, pues constituye su verdadero ser.

No te sorprendas de que ponga estas palabras por encima de todas las demás. Si supieras que hay otras palabras más pequeñas y que expresaran más adecuadamente todo lo que es bueno y malo, o que Dios me hubiere enseñado otras, ciertamente las usaría. Y te aconsejo que tú hagas lo mismo. No te turbes investigando la naturaleza de las palabras, de lo contrario nunca te pondrás a la tarea de aprender a ser contemplativo. Te aseguro que la contemplación no es fruto de estudio sino un don de la gracia.

Aun cuando he recomendado estas dos palabritas, no tienes por qué hacerlas tuyas si la gracia no te inclina a elegirlas. Pero si por la atracción de la gracia de Dios encuentras que tienen significado, entonces fíjalas por todos los medios en tu mente siempre que te sientas arrastrado a orar con palabras, porque son cortas y simples. Si no te sientes inclinado a orar con palabras, entonces olvídate también de estas.

Creo que encontrarás que la simplicidad en la oración, que tan vivamente te he recomendado, no impedirá su frecuencia, porque, como expliqué arriba, esta oración se hace en la largura del espíritu, lo que significa que es incesante, hasta que recibe respuesta. Nuestra ilustración confirma esto. Cuando una persona está aterrorizada y en gran zozobra, se encontrará gritando “¡Socorro!” o “¡Fuego!”, hasta que alguien oiga su grito y acuda en su auxilio.

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