sábado

ALBERTO METHOL FERRÉ - LOS ESTADOS CONTINENTALES Y EL MERCOSUR

CAPÍTULO 6


Mercosur, significado y posibilidades (1)


Hemos abierto nuestro trabajo con una antología de Felipe Herrera para tener desde la partida una primera visión sintética del movimiento histórico de América Latina. Esto nos puso desde el comienzo en el núcleo de todas nuestras cuestiones actuales, desde una plataforma latinoamericana. En nuestro concepto se trata de la visión histórica más justa que se había alcanzado en la efervescencia integracionista de los años sesenta. Y nos ponía en el centro de la problemática contemporánea: la integración y regionalización en su relacionamiento con los Estados-Nación, con el movimiento del internacionalismo (o globalización en nuestro lenguaje de hoy), y la emergencia del nacionalismo continental, de los Pueblos-Continente, del nuevo orden de los Estados Continentales modernos.

Retomamos a Felipe Herrera pues el pensamiento latinoamericano no prosiguió el camino histórico conceptual básico de Herrera, que tenía su epicentro en la constitución de un Estado Continental latinoamericano. En realidad, nunca hubo discusión de la perspectiva esencial de Herrera y todos prefirieron continuar con una idea de integración lo más difusa posible. No siempre la realidad permite llevar al pensamiento político a sus exigencias de claridad últimas. Puede ser demasiado costoso. Pero todo tiene su precio. Lo difuso tiene sus costos, la claridad los suyos. Es asunto de ponderarlos. Pero si esto es lícito para los políticos, no lo es para el intelectual, que debe tener un pacto irrenunciable con el esclarecimiento lo más explícito posible de la realidad. Fue esa vocación de claridad que nos hizo tomar a Felipe Herrera. Y había que ponerlo a prueba, rehaciendo del modo más explícito la génesis del Estado-Nación Industrial, algunos subtipos diferentes de Estados-Nación que no alcanzaban aquel umbral, y la emergencia histórica de la conceptuación del Estado-Continental como característico del siglo xx y seguramente del siglo xxi. No hacer esta “repetición” nos hubiera impedido todo avance en la comprensión de los itinerarios de integración latinoamericanos. Por aquellas lejanías llegamos al corazón de nuestras cercanías. Al menos, tal la pretensión. Y la posibilidad real de poder continuar, por precisión y ampliación, el enfoque y percepción de Felipe Herrera.

De lo expuesto surge naturalmente que la elección como punto de partida de Felipe Herrera no era una contingencia, sino una necesidad. No solo tenemos ya una perspectiva del movimiento histórico, sino que de este mismo movimiento hemos extraído los criterios básicos para discernir nuestras propias etapas históricas, en relación al conjunto mundial.

Sin embargo, es por alguna razón que el pensamiento de Felipe Herrera no ha generado sucesores. El mismo Felipe Herrera reconoce que “el obstáculo más grande con que hoy se tropieza la integración latinoamericana es la falta de un sustento ideológico del más alto vuelo” (ver en la antología el párrafo 22). Clama por la falta de un pensamiento político latinoamericano sustantivo. Todavía estamos en esa falta, en un pragmatismo empírico, sin ideas rectoras. ¿Por qué? El mismo Felipe Herrera no logra formular una estrategia práctica de la integración. ¿Cuáles son los requisitos mínimos para un pensar político latinoamericano?

La cuestión de la unidad de América Latina es la articulación de sus poderes internos, nuestra capacidad de construirlos y enlazarlos. Bolívar los llamaba “poderes intrínsecos” y lamentaba su ausencia y desconexión en su Carta de Jamaica. Sin poderes internos efectivos, no habrá unificación, ni parcial ni total. Y en la historia, los poderes no son difusos, por el contrario se ubican en determinados ámbitos espaciales. Se concentran y conciertan. Sin centros, no hay poderes reales. Los poderes en la historia son, si son “centros” de poder, constelaciones. Si son señalables geopolíticamente, geoculturalmente, geoeconómicamente. Tendremos política latinoamericana en la medida que tengamos claramente en la cabeza la dinámica de nuestros “centros de poder” reales y potenciales, y sus articulaciones viables y probables. Si esto no lo tenemos en la cabeza, pues solo habrá humareda política, primitivismo.

No puede haber pensamiento político latinoamericano, que implica un repertorio congruente de prioridades y estrategias sin responder a estas preguntas: ¿Cuáles son los centros de poder reales, internos a América Latina, que sean capaces de impulsar la unificación de América Latina? Esta es la pregunta política capital para pensar políticas globales realmente posibles. De lo contrario nos diluimos en las monsergas del latinoamericanismo declamatorio, donde todos los gatos son pardos. Esta pregunta capital puede particularizarse de muchas maneras. ¿Hay tantos grandes centros de poder como países latinoamericanos? ¿Coinciden centros de poder con cada país? ¿Qué tipos fundamentales de centros de poder hay? ¿Cuáles son los mayores centros de poder latinoamericanos? Que algo comience por los mayores centros de poder ¿es lo mismo que lo haga por los menores centros de poder? ¿La integración puede venir de cualquier país y desde cualquier camino? ¿No hay caminos principales y secundarios?

Es que si no se hace pie en la realidad de un núcleo principal para desencadenar lo fundamental del proceso de integración, no se llega a hacer un pie suficientemente concreto como para generar un pensamiento o ideología política latinoamericana consistente. No se puede salir sin este requisito de las brumas de un pensamiento de bulto latinoamericano, es decir, prepolítico. Herrera era consciente que no podía salir de ese círculo. Pero ahora la realidad que rompe el círculo vicioso y retórico del latinoamericanismo integracionista está ya puesta. Esa realidad se llama Mercosur. Entonces la comprensión de lo que implica y lo que desencadena el Mercosur se vuelve primordial. A esta cuestión, la más importante para nosotros, apuntamos con nuestras últimas reflexiones, desde el marco que damos ya por adquirido en nuestros pasos anteriores. El Mercosur es la vía necesaria para el Estado Continental nuclear de América Latina. Y por ende, es el mayor impulso para un nuevo pensamiento político latinoamericano. Mostrar este significado es aquí nuestro objetivo.

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