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TRECE CANCIONES DE DIEGO PRESA EL QUE LAVA LAS CLOACAS CON LA LENGUA

(si tiene problemas para visualizar el video, recorte y pegue en el navegador el siguiente enlace: https://www.youtube.com/watch?v=BLnvEhwBTj4 )


H. G. V.

El planteo contrapuntístico del segundo disco de Diego Presa está radicalmente enfrentado al de su primer trabajo: esta vez se ha elegido el neto predominio de una interacción dialéctica entre el flujo melódico-lingüístico y una especie de corazonal cabalgadura percusiva sobre el que sobrevuelan las guitarras solistas con un lirismo muy medido.

Y es que cada una de las trece canciones se vive con la intensidad de un round cortazariano-parkeriano donde Presa golpea y desobstruye las trampas del empantanamiento comunicacional tontovideano contemplando el prometido resplandor absoluto con un emperramiento de fe tan demoledor y épico como el que llenó de gracia al mismísimo Jean Valjean mientras atravesaba el laberinto cloacal de París.

En un excelente reportaje que le hizo Jorge Costigliolo para Montevideo Portal este insólito cantautor prefiere definirse como un sanitario que arregla baños antes que como un artista.

Y este rol función social que prefiere atribuirse está ejercido desde una trama cancionistica confesamente estructurada como un viaje al interior cada vez más profundo del silencioso diamante de una tierra tan seca que cuando ya no quedan palabras no tenés más remedio que parir la patriada de la impostergable salvación del tesoro comunitario dejando que tus huesos fosforezcan con un amor capaz de purificarnos más acá o más allá del poder y la gloria.

Fucking lugar / puta estación / no puedo ir a buscarte / el amor es extraño / y yo soy de otra parte. / Hay una música vieja / que me hace mal que me aleja / una carretera dura oscura / y yo te amo.

Y es precisamente en este tema que citamos, Fucking A., que esta especial antipoesía jugada casi completamente a la desestructurada concatenación de imágenes que buscan deslindarse de cualquier desciframiento o asedio conceptualista o mensajístico, funciona como un mantra.

Porque el y yo te amo que cierra cada una de las estrofas termina por perforar a fuerza de lengüetazos la cerrazón de los cielorrasos filosóficos guillotinadores de toda trascendencia y lograr que derrame hacia los pobres de espíritu ese don cósmico de la esperanza (o luminosidad constitutiva) que es puntual con sus fieles.

Y es seguro que después de escuchar Trece canciones los que tienen oídos para oír se habrán transformado en interlocutores con necesidad de retribuirle al cantautor que les destapó hipnotizantemente las cañerías de los sueños hechos mierda los diez jadeos dorados de su tremendo cuarto track:

Sos un perro / que lame / la herida / que lento / lento / devuelve la vida / tu lengua / roza la luna / salva / lo que hay que salvar.

Porque está escrito que los pobres de espíritu son los que no se conforman con menos del resplandor absoluto.

Y también es seguro que sientan que Diego Presa pertenece a esa otra parte del mundo que eligen habitar lo que no son de palo.

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