miércoles

MUJERES QUE CORREN CON LOS LOBOS - CLARISSA PINKOLA ESTÉS



NONAGESIMOSEXTA ENTREGA

CAPÍTULO 10


El agua clara: El alimento de la vida creativa (3)

El envenenamiento del río

Existen muchos mitos acerca de la contaminación y el taponamiento de lo  creativo y lo salvaje, tanto los que se refieren a la contaminación de la pureza representada por la perjudicial niebla que una vez se extendió sobre la isla de Lecia, donde se guardaban las madejas con que las Moiras tejían la vida de los seres humanos (5), como si son relatos acerca de los hombres malvados que cegaban los pozos de las aldeas, provocando con ello sufrimientos y muerte. Dos de los cuentos más profundos son los modernos "Jean de Florette" y "Manon". (6) En dichos cuentos dos hombres, con intención de apoderarse de la tierra que un pobre jorobado, su mujer y su hijita intentan vivificar con flores y árboles, ciegan la fuente que alimenta ese terreno, provocando la destrucción de aquella bondadosa y trabajadora familia.

El efecto más común de la contaminación en la vida creativa de las mujeres es la pérdida de la vitalidad, lo cual destruye la capacidad de una mujer de crear "ahí afuera" en el mundo. Aunque en los ciclos de la saludable vida creativa de una mujer hay veces en que el río de la creatividad desaparece durante algún tiempo bajo tierra, algo se desarrolla a pesar de todo. Entonces incubamos. La sensación es muy distinta de la que produce una crisis espiritual.

En un ciclo natural puede haber inquietud e impaciencia, pero jamás se experimenta la sensación de que el alma salvaje se está muriendo. Podemos establecer la diferencia examinando nuestras expectativas: aunque nuestra energía creativa esté paralizada por una larga incubación, nosotras seguirnos esperando con ansia el resultado, percibimos los crujidos y las vibraciones de esta nueva vida que da vueltas y zumba en nuestro interior. No nos sentimos desesperadas. No embestimos ni agarramos ávidamente.

En cambio, cuando la vida creativa se muere porque no cuidamos la salud del río, la situación es muy distinta. Entonces sentimos exactamente lo mismo que el río moribundo; experimentamos pérdida de energía y nos sentimos cansadas; nada se arrastra, nada es fangoso, nada deja hojas, nada se enfría ni se calienta.

Nos volvemos espesas y lentas en sentido negativo y estamos envenenadas por la contaminación o por una acumulación de tareas atrasadas y un estancamiento de todas nuestras riquezas. Todo parece contaminado, turbio y tóxico.

¿Cómo se puede haber contaminado la vida creativa de una mujer? Toda esta embarradura de la vida creativa invade las cinco fases de la creación: la inspiración, la concentración, la organización, la puesta en práctica y el mantenimiento.

Las mujeres que han perdido una o más fases dicen que "no se les ocurre" nada nuevo, útil o empático. Se "distraen" fácilmente con aventuras amorosas, demasiado trabajo, demasiados juegos, demasiado cansancio o temor al fracaso (7).

A veces no pueden amalgamar toda la mecánica de la organización Y su proyecto queda diseminado y fragmentado en cien lugares distintos. A veces los problemas surgen como consecuencia de la ingenuidad con que una mujer se plantea su propia extroversión: cree que por actuar un poco en el mundo exterior, ha hecho algo importante. Pero eso equivale a hacer los brazos, pero no las piernas o la cabeza de una cosa y considerarla terminada. La mujer se siente necesariamente incompleta.

A veces una mujer tropieza con su propia introversión y se limita a desear que las cosas existan; a veces puede creer que el simple hecho de pensar una idea ya es suficiente y no es necesaria ninguna otra manifestación exterior. Lo malo es que, aun así, se siente desposeída e incompleta. Todas estas cosas son manifestaciones de la contaminación del río. Lo que se fabrica no es la vida sino algo que la entorpece.

Otras veces la mujer se siente atacada por los que la rodean o por las voces que le martillean la cabeza diciendo "Tu trabajo no está lo bastante bien, no es suficientemente bueno, no es suficientemente tal cosa o tal otra. Es demasiado, demasiado infinitesimal, demasiado insignificante, requiere demasiado tiempo, es demasiado fácil, demasiado duro". Todo eso es como verter cadmio a las aguas del río.

Hay otro cuento que describe el mismo proceso, pero utiliza otro simbolismo. En un episodio de la mitología griega los dioses decretan que unas aves llamadas Arpías (8) castiguen a un tal Fineo. Cada vez que a Fineo le servían la comida por arte de magia, la bandada se acercaba, le robaba parte de la comida, desperdigaba otra parte y manchaba con sus excrementos el resto, dejando al pobre hombre muerto de hambre (9).

Esta contaminación literal se puede entender también en sentido figurado como una serie de complejos del interior de la psique cuya única razón de ser es enredar las cosas. Este cuento es un típico temblón; nos hace estremecer, pues  todas conocemos y hemos experimentado esta situación. El "Síndrome de la Arpía" destruye por medio de la denigración todas las cualidades y todos los esfuerzos de una mujer, utilizando un diálogo interior extremadamente despectivo. A una mujer se le ocurre una idea y la Arpía se le caga encima. "Creo que voy a hacer tal cosa o tal otra", dice la mujer. La Arpía le contesta: "Menuda idiotez, eso no le interesa a nadie, es tan simple que hasta da risa. Mira bien lo que te digo, tus ideas son una bobada, la gente se reirá, no tienes nada que decir." Así hablan las Arpías.

Los pretextos son otra forma de contaminación. A muchas escritoras, pintoras, bailarinas y otras artistas les he oído alegar todos 105 pretextos que se han inventado los seres humanos desde que el mundo es mundo. "Lo resolveré cualquier día de estos." Y entretanto, la mujer sonríe para disimular su depresión.

"Procuro estar ocupada, he intentado escribir un poquito; el año pasado hasta escribí dos poemas Y, en los últimos dieciocho meses, he terminado un cuadro y he pintado parcialmente otro y, además, la casa, los niños, el marido, mi amigo, el gato, el niño pequeño exigen toda mi atención. Lo superaré, no tengo dinero, no tengo tiempo, no consigo buscar un hueco, no puedo empezar hasta que tenga los mejores y los más caros instrumentos o experiencias, ahora mismo no me apetece, no estoy de humor. Necesito por lo menos un día de tiempo para hacerlo, es que, es que... "


Notas

(5) Facilitado por Marik Pappandreas Androupoulos, una narradora de cuentos de Corinto, a quien se lo había facilitado Andrea Zarkokolis, también de Corinto.
(6) Marcel Pagnol, Jean de Florette Manon of the Spring, traducidos por W. E. van Heyningen (San Francisco, North Point Press, 1988). Ambos fueron trasladados al cine por Claude Berri (Orion Classic Releases, 1987). El primero se refiere a unos malhechores que obstruyen una fuente para impedir que un joven matrimonio haga realidad su sueño de vivir en el campo, cultivando sus propios alimentos en medio de la fauna salvaje, los árboles y las flores. Como consecuencia de ello, la joven familia se muere de hambre, pues el agua no baja a sus tierras. Los malhechores confían en comprar las tierras por una miseria en cuanto se corra la voz de que son estériles. El joven esposo se muere, la mujer envejece prematuramente y su hija crece sin ninguna propiedad.  En el segundo libro, la niña que ya ha crecido descubre la artimaña y venga a su familia. Hundida hasta las rodillas en el barro y con las manos ensangrentadas, arranca el cemento que tapaba la fuente. La fuente vuelve a manar, empapando la tierra en medio de una polvareda y saca a la luz la maldad de los malhechores.
(7) El "temor al fracaso" es una de esas frases hechas que en el fondo no explica qué es lo que realmente teme la mujer. Por regla general, un temor consta de tres partes; una parte es un residuo del pasado (que a menudo es motivo de vergüenza), otra parte es la incertidumbre acerca del presente y la tercera es el temor a un mal resultado o a las consecuencias negativas que puedan registrarse en el futuro. Por lo que respecta a la vida creativa, uno de los temores más comunes no es precisamente el temor al fracaso sino más bien el temor a poner a prueba las propias aptitudes. Se suele seguir un razonamiento de este tipo: si fracasas, te podrás recuperar y empezar de nuevo por el principio; tienes por delante infinitas posibilidades. Pero ¿y si triunfas pero no rebasas el nivel de la mediocridad? ¿Y si, por mucho que te esfuerces, alcanzas el triunfo, pero no al nivel que tú querías? Ésta es la cuestión más angustiosa para las creadoras. Pero hay muchísimas más. Por eso la vida creativa es un camino muy complicado. Sin embargo, toda esta complejidad no debería apartarnos de ella, pues la vida creativa está en el centro mismo de la vida salvaje. A pesar de nuestros peores temores, la naturaleza instintiva nos presta todo su apoyo.
(8) En otros tiempos las Arpías eran las diosas de la tormenta. Eran divinidades de la Vida y la Muerte. Por desgracia, les impidieron ejercer ambas funciones y se convirtieron en criaturas unilaterales. Tal como hemos visto en las interpretaciones de la naturaleza de la Vida / Muerte / Vida, cualquier fuerza que preside el nacimiento preside también la muerte. En Grecia, sin embargo, la cultura dominada por el pensamiento y los ideales de unos pocos había subrayado con tal fuerza el aspecto mortal de las Arpías mostrándolas como unas criaturas diabólicas mitad mujer mitad ave de rapiña que su naturaleza incubadora, alumbradora y nutricia quedó eliminada. Cuando Esquilo escribió la trilogía de La Orestiada en la que las Arpías mueren o son perseguidas hasta una cueva de los confines de la tierra, la naturaleza revitalizadora de estas criaturas ya había sido totalmente sepultada.
(9) Se trata de una versión posterior a La Orestíada. Por cierto, no todas las capas son patriarcales y no todas las cuestiones patriarcales son negativas. Hay cierto valor incluso en las antiguas y negativas capas patriarcales de los mitos que antiguamente se complacían en acentuar las cualidades fuertes y saludables de lo femenino, pues no sólo nos muestran de qué forma una cultura conquistadora socavaba la antigua sabiduría sino que también nos pueden mostrar de qué manera una mujer sojuzgada o con los instintos heridos era obligada a verse a sí misma no sólo entonces sino también ahora, y de qué manera se podía curar. Una serie de órdenes destructivas dirigida a las mujeres o contra las mujeres (y / o contra los hombres) deja una especie de radiografía arquetípica de aquello que se desfigura en el desarrollo de una mujer cuando ésta se educa en una cultura que no considera aceptable lo femenino. Debido a ello, no tenemos que hacer conjeturas. Todo queda grabado en las sucesivas capas de los cuentos de hadas y los mitos.

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