NONAGESIMOPRIMERA ENTREGA
CAPÍTULO 9
La vuelta a casa: El regreso a sí misma
La prolongación excesiva de la estancia (5)
La liberación, la inmersión (3)
La mujer medial: La respiración bajo el agua
En el cuento se llega a un curioso compromiso. En lugar de dejar al niño o de llevarse al niño consigo para siempre, la mujer foca se lleva al niño para que visite a los que viven "debajo". Al niño se le reconoce la condición de miembro del clan de la foca a través de la sangre de su madre. Y allí, en el hogar subacuático, el niño es instruido en la naturaleza del alma salvaje.
El niño representa el nuevo orden de la psique. Su madre foca ha infundido en sus pulmones parte de su aliento, parte de su clase especial de vivificación, transformándolo, según la terminología psicológica, en un ser medial (16), capaz de tender un puente entre ambos mundos. Sin embargo, aunque haya sido iniciado en la naturaleza del mundo subterráneo, este niño no se puede quedar allí sino que tiene que regresar a la tierra. De ahí que, en adelante, desempeñe un papel especial. El que no se ha sumergido y ha regresado a la superficie no es enteramente ego ni enteramente alma sino algo intermedio.
Existe en el núcleo esencial de las mujeres lo que Toni Wolffe, un analista junguiano que vivió en la primera mitad del siglo XX, llamó "la mujer medial". La mujer medial está situada entre los mundos de la realidad consensual y del inconciente místico y actúa de mediadora entre ambos. La mujer medial es la transmisora y receptora de dos o más series de valores e ideas. Es la que da vida a nuevas ideas, cambia las ideas antiguas por las innovadoras, se traslada desde el mundo de lo racional al mundo de la imaginación. "Oye" cosas, "sabe" cosas e "intuye" lo que va a ocurrir a continuación.
El punto intermedio entre los mundos de la razón y de la imagen, entre la sensación y el pensamiento, entre la materia y el espíritu, entre todos los contrarios y todos los matices de significado que se puedan imaginar, es el hogar de la mujer medial. La mujer foca del cuento es una emanación del alma. Puede vivir en todos los mundos, en el mundo de arriba de la materia y en el mundo lejano o mundo subterráneo que es su hogar espiritual, pero no puede permanecer demasiado tiempo en la tierra. Ella y el pescador, el ego de la psique, crean un hijo que también puede vivir en ambos mundos, pero no puede permanecer demasiado tiempo en el hogar del alma.
La mujer foca y el niño forman en la psique femenina un sistema que es más bien un equipo de emergencia. La mujer foca, el yo del alma, transmite pensamientos, ideas, sentimientos e impulsos desde el agua al yo medial, que a su vez sube todas estas cosas a la tierra y a la conciencia del mundo exterior. El sistema funciona también en sentido contrario. Los acontecimientos de nuestra vida cotidiana, nuestros pasados traumas y alegrías, nuestros temores y esperanzas para el futuro se transmiten al alma, la cual hace comentarios acerca de ellos durante nuestros sueños nocturnos, transmite sus sentimientos a través de nuestro cuerpo o nos traspasa con un instante de inspiración en cuyo extremo va prendida una idea.
La Mujer Salvaje es una combinación de sentido común y sentido del alma. La mujer medial es su doble y es también capaz de experimentar ambas cosas. Como el niño del cuento, la mujer medial pertenece a este mundo pero puede viajar sin dificultad hasta las honduras de la psique. Algunas mujeres tienen este don innato. Otras lo adquieren. No importa la forma en que una mujer lo consiga, pero uno de los efectos del regreso habitual a casa es el fortalecimiento de la mujer medial de la psique cada vez que una mujer va y viene.
Notas
(16) En la psicología junguiana clásica, este niño se calificaría de psicopompo, es decir, un aspecto del anima o del animus, así llamado por Hermes, que conducía las almas al reino de ultratumba. En otras culturas el psicopompo se llama juju, bruja, anqagok, tzaddik. Estas palabras se utilizan como nombres propios y a veces como adjetivos para describir la magia de un objeto o una persona.
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