TRIGESIMOCTAVA ENTREGA
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Isabelino recuperó el resplandor de la invencibilidad y sonrió:
-El varón que no lleva a Nuestra Señora en el alma está perdido. Igual que las Sulamitas que no se vuelven lobos.
-No entiendo.
-Da lo mismo. Pero todavía nos falta hablar de Barrabás, llorona.
Ahora Judas disfruta apoyándose el estilete en la nuez y la perversidad desparramada en milenios de coágulo terráqueo me da ganas de revolcarme asqueadamente por el suelo pero me fajo la cobardía y el odio trabajando, como siempre:
-Eso sí que no lo podías tolerar, Iscariote. Que le llamaran REY DE LOS JUDÍOS al otro Barraba y no al Esposo. Y Esteban te había contado cómo se disfrazaba y escuchaste lo que les dije a Elkder y a Elkbio y mientras buscábamos a Almá te pusiste a jugar a la justicia.
-Sos un espía muy bueno. ¿Y en el futuro cómo dicen que murió el traidor?
-Uno de los discípulos que escribió la vida del maestro dice que te ahorcaste enseguida de la traición. Y otro que apareciste despanzurrado en un barranco.
-Nunca entendieron nada.
-Los santos entienden todo. Y me olvidaba de contarte que en el futuro hay gente que piensa que vos fuiste el mejor discípulo, porque ayudaste al maestro a liberarse del cuerpo mortal.
-¿Ellos también se burlan?
ALMÁ 19: Y la madrugada del domingo hubo truenos y soñaste que la gente veía relámpagos adentro del Tabor y antes que amaneciera fuiste a lo de Elías Marcos pero las Marías y Salomé salieron a comprar más perfumes para ungir a Jesús y te pidieron que no las acompañaras y te escapaste a la quinta de José de Arimatea y no escuchaste ruido de soldados pero igual te escondiste atrás de un olivo: y cuando llegaron las mujeres y encontraron la gigantesca piedra corrida y la tumba vacía oíste el revuelo de seda de dos entunicados que respiraban como Nazareno y una voz parecida al sofar explicó Por qué buscan entre los muertos al que está vivo No está aquí sino que ha resucitado Acuérdense que cuando todavía estaba en Galilea les dijo que el Hijo del Hombre tenía que ser entregado en manos de pecadores que lo crucificarían y que al tercer día resucitaría y ellas salieron corriendo a buscar a los discípulos y los ángeles desaparecieron provocando el mismo tremolar de las palomas o la ropa colgada y sentiste que el pelo que veían nada más que Jesús y María de Nazaret se te volvía un mantón de nardo: y cuando llegaron Pedro y Juan y encontraron el sudario doblado en la tumba vacía el muchacho sonrió con el pelo muy dorado y sentenció Al final todo es verdad y la Magdalena se quedó un rato sola y de golpe empezó a llorar como todos los pájaros juntos y grito Rabuní y supiste que acababa de ver a Jesús y que ahora había que repartir la noticia en el mundo entero aunque los mercaderes de la mentira se rieran de los santos y esa tarde jugaste primero a la crucifixión y al otro día les explicastes a los fariseicos que los querías muchísimo.
Isabelino Pena mostró unos dientes tristes:
-Creer en uno mismo es bravo.
-Por eso yo preciso el mosaico.
Y al mirar el latido de la figura-brasa encolada pedacito por pedacito recupero el recuerdo sedoso de mi madre y pienso:
-Amarte fue mejor que guardarte rencor.
-¿Qué te cuesta regalármelo? -se aniñó rerblandecidamente el Iscariote, que manejaba el sicar igual que a un yo-yo.
-Nunca vas a poder ser dueño de la belleza, hermano.
-No me digas hermano.
-Ni la belleza ni la felicidad ni la fe se pueden regalar. Y la maldita comedia también es decir que se puede para que los demás nos idolatren.
-No preciso que prediques.
-Vos precisás matarme pero va a ser difícil.
Y me doy cuenta que la gran luna ovoidal ya se espeja en los listones de pinotea aunque siento que esta vez no van a derrumbarse arriba del asesino y murmuro:
-¿Por qué no te salvás?
-No me mires con lástima.
-Piedad, querrás decir: lástima más amor.
-Entonces dame el Cristo.
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