martes

SUPLEMENTO DEL TALLER LITERARIO DE LIVERPOOL F.C. (5)


FEDERICO RODRIGO


PERO EL DOLOR IGUAL QUEDÓ SUFRIENDO

Mi mejor amigo no quiso sufrir más y se mató. El dolor se mató inmediatamente después.


LETRERO

“Se remiendan cicatrices. Antes, se recomienda tirar recuerdos”.


GASTÓN RODRÍGUEZ FREITAS


ABUELO

Y no bajará bifocal la luna
Sabe alguien con certeza?
No bajarán, digámoslo como es:
inmensa niebla mordida de caras tristes
en derredor del mohoso brocal.
Se ponen péndulos & cruces, cimitarra de plata en bandolera
pero nadie se atreve ya a bajar con escafandra
a desenterrar el cadáver fantasma del Abuelo.

Nadie se atreve siquiera a arrimarle un resto de incienso
en la zanja de las manos,
trincado lazo de flores vivas a su honor vencido.

La lamparilla intermite la noche / anótalo
las vecinas bífidas afanan su busca / socavan sus sienes vacías.
Registran por las esquinas / suben
atravesando runas espejos retratos sin fatiga.

Pronostican un llanto de goterones suaves,
       sólo altísimas cornejas registran los contrabajos oscuros,
       misérrimos escalones en Rip cuyos ladrillos expuestos
tapiaron el drenaje del aljibe
sin filtrar uno solo de sus huesos.

La calavera puede resistir la sed, alguien afirma:
Fueron luces chocarreras siempre, como vaivenes embebidos
de botellas de ron;
Y el iris ungido de su caballo muerto a medianoche,
Inmenso abovedado como un cristo barroco
bien al fondo del pozo.

Van a obscurecer tus ojos de seniles vendavales.

Fue en ese mismo fondo donde se oyen aún
      las húmedas lenguas mutiladas lamer su oído interno. Reverdece la escarapela
      junto a la taza, el ignorado palor de la cisterna crispando los ecos
de mármol impenetrable hacia sus confines.
Resisten las marcas en su rincón de signos melancólicos.

El pulso ahora es reflujo, arrecifes del óxido
en que voraces mojarras ya pudieran
dormitar en sus viseras fantasmas.


JOSÉ LUIS MACHADO

3 FANTASMAGORÍAS

En Qutab Minar

Vivía una joven llamada Aarman que acariciaba como si tuviera mil manos de seda.
Cuando perdió su belleza comenzó andar  por los caminos. Sola, olvidada.
Anduvo entre la basura, el barro y el vómito, entre toses y orina, buscando la fe perdida. Al fin, unos instantes antes de desvanecerse encontró a un hombre que podía recordar, pues tenía la piel llena de memorias.

En Aracataca

Existe un museo del arte, donde antes estuvo la escuela de señoritas, lugar que en la época de la gripe fue usado como hospital. Muchas estudiantes murieron allí, y allí mismo en los vergeles fueron sepultadas. Ahora crecen unas extrañas flores purpúreas con las que se adornan las salas del museo. Son muy bonitas, aunque herméticas. Un día llegó una anciana que había sobrevivido y acariciando una de ellas preguntó:
-¿Cómo están las muchachas?
En ese momento las flores se abrieron y jamás volvieron a cerrarse.
Se hallan unos edenes colgantes, donde antes estuvo un monasterio llamado San Próspero de la Cantera, terreno en que en la época de los sismos se atendió a muchas personas que posteriormente sucumbieron y fueron yacidas en el agua. Justo frente al muelle principal, cuentan, aparece una dama de azabache con los pechos al aire y el pelo rojo. Se queda mirando fijamente a las personas, cuentan, siempre en el mismo lugar y cuentan, también, que cuando un niño pequeño se ilumina ella cubre su escote y se va caminando por el agua sonriéndole a la bruma.



IVONNE DÍAZ


CUATRO ESTACIONES DE DON QUIJOTE

Primavera

En el fondo de la casa, entre plantas y frutales, un horno destartalado y sin puertas, un viejo guarda una estatuilla de Don Quijote hecha en bronce.

Lanza en mano, sin Rocinante y sin Panza, está velando sus armas, pues quiere ser caballero.

Las telarañas crecen envolviendo su cabeza mientras el viento hace llover pétalos blancos del limonero. Mañana peleará con gigantes, salvará doncellas, regalará una ínsula a su escudero.


Verano

El sol de enero recalienta los metales amontonados en el patio trasero, pero el cerebro de Don Quijote está frito desde hace tiempo. Una rata se mete en el horno, buscando migas que hace siglos desaparecieron. Él la confunde con un molino de viento, la pincha con su lanza y el bicho, desconcertado, vuelve a su agujero.

Otoño

Hojas marrón-dorado se mezclan con cartones y bronce, gotas de lluvia con espejos rotos, un candil con un oxidado cenicero. La llanura de La Mancha se ha llenado de desechos, no puede vagar a su antojo el caballero.

Invierno 
Los vecinos celebran la llegada del camión municipal. ¡Por fin! Se llevará las toneladas de basura que el pobre viejo amontonó en el fondo de su casa.

Ya no habrá más aventuras. Junto a la locura de Diógenes se marcha Don Quijote, mientras se confiesa y descansa Alonso Quijano el Bueno.

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