domingo

MAX VON SYDOW - “NO CONOZCO A NADIE QUE SEPA TANTO SOBRE EL SER HUMANO COMO BERGMAN”


por Javier Toledino
Hijo de un profesor de folclore y de una maestra de escuela, Max von Sydow nació en 1929 en Lund, una pequeña ciudad, al sur de Suecia. En la universidad de ese pequeño lugar dio sus primeros pasos en la interpretación. Alumno brillante del Conservatorio de Arte Dramático de Estocolmo conoció en sus aulas a Ingmar Bergman, su maestro, compañero y amigo, aunque en los tiempos que corren se vean poco al darse la circunstancia el cineasta sueco en una isla y la residencia en Francia de von Sydow.
(Reportaje recuperado de KANE / mayo 2006)
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El actor no deja de repetir que las vivencias y el agradecimiento hacia el autor de Fresas salvajes es eterno: 
Hace mucho tiempo que no trabajo con Bergman, él suele decir que no va a volver a dirigir una película, lo dijo antes de Sarabande y lo ha vuelto a repetir después, pero siempre acaba por volver. Bergman ha sido muy importante para mí, además de todas las oportunidades que me dio y de todo el trabajo que hemos realizado juntos que va desde el cine al teatro, para mí ha sido una experiencia esencial por la relación personal, por la amistad que siempre hemos mantenido a lo largo de todos estos años y por lo mucho que nos hemos divertido juntos.
Max von Sydow está muy interesado en las preguntas que le voy haciendo, matiza y precisa a la traductora, aunque desvela que no sabe nada de español, aunque le fascina la musicalidad de nuestro idioma y creo que detecta que mis preguntas salen desde la emoción por tener ante mí a un actor que ha dibujado las fábulas y los cuentos imaginados por Bergman, ante la cámara: El séptimo sello (1957), Fresas salvajes (1957), Como en un espejo (1961), Los comulgantes (1963), La vergüenza (1968), Pasión (1969), La carcoma (1971). Auténticas obras de arte donde el cine se eleva a la verdadera cumbre de sus intenciones, al revelar los indescriptibles vericuetos por donde transcurre la conducta humana y es este actor quien hizo posible y creíble esa galería de personajes imaginados por Bergman.
Por ello, al hablar de su maestro, compañero y amigo confiesa que jamás se aburre relatando lo que él piensa del autor de El séptimo sello
Imposible que yo pueda aburrirme de hablar de él, usted me pregunta sobre lo difícil que le resulta entender cómo un autor que ha transmitido tantos personajes atormentados en su cine puede ser tan divertido y alegre en los rodajes y yo le digo que él se lo pasa en grande trabajando. Bergman entiende mucho de la personalidad de la gente y quizá como tuvo comienzos muy difíciles en su vida necesitaba sacarlos fuera y contarlos para curarse, para sentirse libre como ser humano. No he conocido a nadie que sepa tanto y profundamente sobre la naturaleza del hombre. Y es a partir de ese conocimiento cuando él puede transmitir tanto cinismo en sus personajes, pero al mismo tiempo siente pasión por la vida. Bergman también es capaz de sentirse sorprendido por las historias de la gente como por la naturaleza humana. Y quizá sea esto lo que percibimos cuando vemos sus películas porque él sabe sacar el aspecto cotidiano del personaje, aunque ese personaje sea un clásico; por ejemplo, si le diera por hacer una adaptación del Fausto de Goethe, no se sentiría para nada influido por las numerosas adaptaciones que se han hecho, no se sentiría impresionado sino que conseguiría sacar de esos personajes lo cotidiano de ellos, lo sencillo, el Fausto que todos llevamos dentro. Y cuando Ingmar dirige es el realizador que más ayuda a los actores, al conseguir sacar esto precisamente, extraer el alma de la cotidianidad y de la sencillez, el día a día de cada personaje.
La entrevista transcurre en una habitación de un hotel de la ciudad de Las Palmas de Gran Canaria, el festival de esa ciudad le ha hecho entrega de su galardón más preciado, la Lady Harimaguada de Oro por una carrera interpretativa donde la majestuosidad, el equilibrio, la mesura y la inteligencia empapan todos sus personajes y habría que recordar el Jesucristo de La historia más grande jamás contada (1965), el despótico emperador Ming de Flash Gordon (1980), el villano de Nunca digas nunca jamás (1983) o el Oscar al Mejor Actor por su trabajo en Pelle el Conquistador (1987). Ese tirar del álbum nos exige preguntarle sobre el oficio de la actuación: 
Es una pregunta difícil, muy difícil de responder. Diríamos que un actor es una persona capaz de interpretar otros caracteres diferentes al suyo. Mucha gente cree aún que un actor tiene el mismo carácter que el de sus personajes y hay quien identifica los roles con el actor, como si el actor fuera lo que ellos están viendo en pantalla, pero es justo lo contrario. Un actor es lo que es, tiene su carácter privado y conoce un poquito de la naturaleza para saber cómo interpretar esos distintos caracteres. De hecho, hay muchos grandes actores que son considerados por el gran público como muy graciosos y en casa son gente muy tristona y muy aburrida, muy seria y muy sosa. Cada papel para un actor es como un traje que cada uno se pone cada vez que sale a actuar. Cuando se pasa se quita uno el traje y vuelve a ser uno mismo y para desarrollar esta habilidad la única forma es hacerlo una y otra vez, ejercitarla y practicarla y no creo que nadie pueda llegar a un punto en que diga que ya no le queda nada por hacer porque cada nuevo papel suele ser un nuevo reto.
Si hay una palabra que defina la trayectoria de Max von Sidow es la autoridad en el campo interpretativo, la referencia internacional en el mundo de la interpretación, de ahí que no me resista a preguntarle sobre los dos métodos universales, el Método Stanislavski y el del Actors Studio y sorprende la respuesta, al situar su formación en pequeñas escuelas de teatro:
De muy joven comencé a trabajar en el Teatro Nacional de Estocolmo, fue en aquella etapa y en aquellos años cuando estudié y conocí el Método Stanislavski y únicamente lo conocí, porque no puedo decir que siga exactamente el método. Tampoco tengo un método estrictamente personal para interpretar y tampoco he seguido las directrices de las normas interpretativas del Actors Studio, más bien mi formación como actor se forjó en el tiempo que estuve en el Teatro Nacional de Estocolmo y en los nueve años que trabajé en los teatros municipales de Suecia y ésta fue una extraordinaria escuela muy activa. Yo no creo que la profesión de actor se pueda aprender de teorías, más bien es un oficio que hay que vivirlo y hay que sentirlo a partir de hacer muchas cosas. En Estocolmo, la experiencia fue importante y en las escuelas eran compañías de teatro muy jóvenes con los que hacías igual drama que tragedia o comedia. Vivíamos en los teatros, ensayábamos de noche y se interpretaban de día. Yo aquello lo consideré mi verdadera escuela. Ello no quita que yo respete y mucho a los actores de distintas líneas de trabajo y cuando visité Moscú no dejé de visitar la casa y el estudio de Stalinavski.
Le fascina a Max von Sydow hablar del teatro, de las tablas, de los silencios, de las luces, de los espectadores, de la trama y de que su estilo interpretativo depende del carácter del personaje, y del estilo de la obra, y de lo que le transmitió Bergman de jovencito, de hacerte con lo cotidiano de cada personaje que interpretas. Finalmente, ya que veo lo que le ha dado el teatro le pregunto sobre lo que le ha dado el cine, si se ha divertido con el cine pero sobre todo qué le ha dado el cine: 
Me ha servido para mucho el cine. Sobre todo me ha aportado un enorme conocimiento sobre la naturaleza humana y también me ha enseñado sobre mí mismo y eso, créame es de gran ayuda.

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