martes

SUPLEMENTO DEL TALLER LITERARIO DE LIVERPOOL F.C.


ALEJANDRAESCOBAR

HISTORIA DE UN ALMA (GOTAS DE UN LIBRO OCEÁNICO)

LA ESPADA EN LA BUHARDILLA

Ha pasado casi un año desde aquel instante en la buhardilla; aquella frase permaneció guardada en un papel mal doblado y arrugado. Hoy salta de un bolsillo recordándome que aún espera y comprendo que es la esencia del libro que vine a escribir.

Lo haré… le digo y vuelvo a guardarla y la vuelvo a sacar otra vez. Es el momento no huyas más de ti. Deja salir lo que quiere ver la luz y no dispares de tu destino, no lo hagas más difícil, míralo a la cara y camínalo, vívelo, siéntelo, anímate y saboréalo hasta que seas uno con él. No lo quieras sacar porque está en tu presente y es desde donde tienes que dar el primer paso. La guardo con la promesa pronto, será pronto…


GASTÓN RODRÍGUEZ FREITAS

OTRAS PREGUNTAS COMO ESTAS

Cómo negar los Egos a exceso de rigor,
este firme azogue del deseo -sus batallas minuciosas-;
el desatado abismo a dos polos solitarios
y antagónicos como colmillos o aviones afilados;

Cómo negar entonces este perro meando el paraíso,
Esta pared con rasguños,
estos marginados símbolos del miedo.

Cómo negar la escaramuza del amor espantosamente al límite
Del no al sí en su indomable infancia sin regresos.
Cómo negar las trampas truncas trabas,
La mudita que cuida los coches a los consumidores;
Los soberanos ojos del abuelo muerto
Como faros en la noche del caído.


FEDERICO RODRIGO

¿CUÁNTO VALE UNA VIDA?

El paciente recuperado cruzaba la puerta del hospital lleno de cicatrices y esperanza. A pesar de la guerra, inhumanos esfuerzos habían logrado salvarlo.

Instante seguido, a pocas cuadras, el sólido estruendo de una bomba quebró por la mitad el aire. A pesar de la esperanza, las vidas de diez hombres se convirtieron en cicatrices.


JOSÉ LUIS MACHADO

EMBAUMER

En un lugar lejano llamado Embaumer había un gran embalsamador. Era famoso por tratar a los animales como si fueran piezas de arte. Gentes de todo el mundo llevaba sus mascotas más queridas para que las inmortalirzara. Otras iban con sus presas para decorar las paredes de sus hogares.

El hombre tenía una pequeña hija que siempre andaba corriendo de aquí para allá mientras él trabajaba. Una noche, ofuscado, no lograba conformarse con el trabajo que estaba realizando; un pequeño bisonte que le habían traído de Europa del Este.
La niña, al ver que su padre estaba tan mal, se acercó y preguntó señalando al animal:

-¿Cómo se llama?

-No tiene nombre, mi niña.

-Tienes que ponerle uno.

-¿Por?

-Porque las cosas sin nombre no tiene vida.

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