H.G.V.
Álvaro Moure Clouzet, con quien fundamos elMontevideano Laboratorio de Artes en 2005 -cuando el fútbol uruguayo parecía haberse hundido en una decadencia sin retorno- siempre insistió en que la comunidad oriental tenía la obligación de resignificar y rebautizar a esa gracia de grandeza conocida en todo el mundo como la garra charrúa.
Escribo estas líneas la noche del 19 de junio de 2014, al cumplirse 250 años del nacimiento de nuestro conductor arquetípico y mientras la sonrisa de un héroe vestido de celeste se acaba de transformar en un símbolo capaz de purificar la parafernalia mediática del mundo entero.
¿Les molesta este amor?
La primera pregunta que le hicieron al maestro Tábarez en Sudáfrica -cuando la mano de Luis Suárez demostró que la fe es superior a cualquier imposibilidad salvífica concebible- fue exactamente: ¿Qué se siente después de haber ganado con trampa?
Y el periodista que trató de embarrarnos el corazón con esa patada tan venenosa como estúpida -porque hacer ese foul está permitido por las reglas del juego- era inglés.
Y en la conferencia de prensa de esta tarde, cuando Tabárez subrayó el significado simbólico que tenía esta victoria conseguida con dos goles del Lucho, no hubo necesidad de aludir al pago de factura que le costó al salteño aquel inconcebible manotazo que representó a la gracia de invencibilidad artiguista que llevamos en la sangre desde que los orientales se unieron en el Éxodo.
Intrigas cocinadas en trastiendas imperiales, comedias antirracistas, suspensiones, retenciones del pase y al final la patada criminal de un sicario.
Y el botija terminó siendo tratado de enfermito por llegar a exasperarse como para masticarle la oreja a algún troglodita demasiado sucio en plena área grande, pero lo que no lo venció nunca fue la desesperanza.
César Vallejo, el máximo alquimista mestizo del sufrimiento de nuestra despreciadísima América sureña, sintetizó esta clase de emperramiento místico con tres versos de fuego: Y del olfato físico con que oro / y del instinto de inmovilidad con que ando, / me honraré mientras viva -hay que decirlo.
En abril pasado, antes del fenomenal concierto de McCartney en el Estadio Centenario, se montó una entrevista virtual donde el máximo goleador de la Liga Inglesa la preguntaba al ex-Beatle si pensaba aplaudirle los goles cuando Uruguay le ganara a Inglaterra en el Mundial. Tú sabes que eso no va a suceder, Luis -lo canchereó no totalmente en broma el genio liverpoolense. -Pero si haces algún gol me gustaría que me lo dedicaras.
Y el Lucho, que hoy fue capaz de trascender en todo el planeta con una calidad épica más impactante que la del legendario baladista rockero le mostró las paletas sin la menor pedantería pero al final no le dedicó ninguno de los dos pepinos con los que terminamos ensartando a los muchachos de la ya anciana reina.
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