LA CONFUSIÓN CONTEMPORÁNEA EN TORNO AL CONCEPTO DE ESTADO-NACIÓN (4)
J. Ramiro Podetti
Methol y la geopolítica suramericana (3)
Es difícil encontrar un término que defina el pensamiento de Alberto Methol, por la diversidad de disciplinas que abarcó como por las distintas corrientes que lo influyeron: aquí interesa una semblanza de su dedicación a la geopolítica, sabiendo que es difícil y riesgoso separar lo que en su concepción va íntimamente reunido.
El Uruguay como problema (1967) -que en su edición argentina agregaría el título Geopolítica de la Cuenca del Plata- lleva esta dedicatoria: “A don Arturo Jauretche, maestro y amigo, con quien hace más de diez años nos propusimos escribir un libro de geopolítica rioplatense. Los acontecimientos hicieron que no lo pudiéramos realizar en común. Él hizo un adelanto en Ejército y Política (1957). Aquí va uno mío”. La dedicatoria incluye también al brasileño Paulo Schilling, que traduciría poco después al castellano la Geopolítica del Brasil de Golbery do Couto e Silva (cabe agregar, para marcar impactos recíprocos, que la obra de Jauretche nació del estímulo que representó la creación de Brasilia). Y no es casualidad que el primer libro significativo de Methol se asumiera dentro del campo geopolítico: “La geopolítica siempre me ha interesado”, sostenía en 1984, (4) y de hecho empezó a aproximarse a ella desde la fundación de la revista Nexo en 1955, aunque entonces limitada al horizonte de la Cuenca del Plata.
Entre sus referencias aparecen los cultores de la disciplina en Estados Unidos, desde Alfred Mahan a icholas Spykman, o el británico Halford Mackinder, (5), con cuya idea del “pivote geográfico de la historia” relacionaba la actual política estadounidense en Medio Oriente. Más recientemente aparecen con frecuencia Henry Kissinger, Francis Fukuyama, Samuel Huntington y especialmente Zbigniew Brzesinski. Estas referencias implican cosas diversas, pero en general estos autores pueden considerarse como interlocutores en el desarrollo de su propio pensamiento geopolítico, que fue original y particularmente libre en su conformación y expresión. En cuanto a América Latina, sostuvo, “podría decirse que la geopolítica es ante todo Brasil, viene de Brasil”, (6) lo que interpretó como un resultado natural de la unidad lusoamericana (frente a la fragmentación hispanoamericana). Y si bien destacaba los aportes y la trayectoria de Mario Travassos, consideraba como clave en la afirmación definitiva de la disciplina -y por tanto en su recepción más allá del ámbito militar brasileño- a la citada obra Geopolítica del Brasil, cuya edición definitiva es el del mismo año de El Uruguay como problema: 1967.
Tres ejes conceptuales ordenaron el desarrollo de sus ideas: los espacios continentales, más directamente relacionados con la geopolítica, los círculos culturales, provenientes de la antropología y la filosofía de la historia, y la revolución industrial, que estudió con gran dedicación, en economistas, historiadores y antropólogos.
El tema de los espacios continentales está ya ampliamente aludido. Basta solo señalar que las referencias a Ratzel (7) no aparecen todavía en El Uruguay como problema, donde tampoco es citado Hans Weigert. Los interlocutores son allí principalmente Alfred Mahan, Halford Mackinder y Nicholas Spykman, con referencias a Karl Hauschofer; está presente también Friedrich List. La presencia de Ratzel se va a volver importante en los escritos de la segunda Nexo, en la década de 1980, y cuando la actividad de Methol en la Secretaría General del Consejo Episcopal Latinoamericano (CELAM), con reiterados viajes a Bogotá y por toda América Latina, ampliaron su conocimiento del continente en todos los sentidos. También el concepto de Estado continental industrial como la unidad eficaz de acción histórica a partir del siglo XX aparece por entonces. (8) Es posible además que encontrara en Ratzel, más que en los otros fundadores del pensamiento geopolítico, una base metodológica explícita, que como se señaló más arriba, objeta los estudios históricos que se desentienden de la geografía (cuando se toma a “la Historia como un desarrollo sin suelo”) y la novedad radical que sorprendió el alemán al recorrer Estados Unidos, un hecho que siempre destacó Methol: “Hasta donde llega la Historia escrita, nunca se produjo la colonización de todo un continente bajo conducción unitaria”, (9) Seguramente también incidió el hecho de que Ratzel incluyera a América del Sur dentro de los potenciales Estados continentales:
Distinta será la perspectiva y los efectos (para la Historia contemporánea) si toda Norteamérica (unificada por un idioma, ciertas costumbres, una concepción y un gobierno) aparece sobre el escenario mundial, lo mismo que Australia, Rusia asiática y aun Sudamérica. (10)
La idea de los “círculos culturales” tiene varias fuentes explícitas. Lector de Oswald Spengler y Arnold Toynbee (y de Pitirim Sorokin, de menor trascendencia que los otros, pero al que incluía como exponente de la tradición eslava del pensamiento histórico, Methol solía referir también sus ideas sobre las culturas al padre Wilhem Schmidt (1868-1954), antropólogo que desarrolló la teoría de los círculos culturales desde una perspectiva fundamentalmente religiosa y recuperando información misionera de la Iglesia Católica. (11) Las categorías de uso aquí son los círculos culturales y las “ecúmenes”. La ecúmene se define por contener varias culturas diferentes en intensa y diversa interacción recíproca. Ha sido el ámbito por excelencia del desenvolvimiento histórico, que expresa además la tendencia hacia grados crecientes de universalidad de la cultura. En esto Methol toma distancia de las posiciones organicistas de la evolución histórica, que conciben más bien como el sujeto privilegiado a cada cultura en sí misma, en un proceso de nacimiento, desarrollo, madurez, decadencia y final.
Para Metol ha habido dos ecúmenes: la que integró al mundo ribereño del Mediterráneo en la antigüedad, incluyendo Europa, Norte del África y Cercano y Mediano Oriente, y la ecúmene mundial, que comienza con la globalización de la navegación oceánica que lideran Portugal y Castilla y en la que aun estamos. Por fuera de la primera Ecúmene quedaron las altas culturas de China e India, que “no implican síntesis tan vastas y exigentes, se aproximan más al proceso de una sola cultura que integra etnias diversas, que competición de altas culturas. (12)
La cultura occidental ha cumplido el rol central en la gestación de la segunda ecúmene, que en su expansión ha dado lugar a tres culturas filiales: la eslava, la latinoamericana y la angloamericana. Las dos Américas representan además “pueblos nuevos”, aunque con una diferencia que marca distintos ritmos históricos: mientras Estados Unidos es un pueblo nuevo por “trasplante”, América Latina lo es por “mestizaje”. La diferencia no es solo racial, sino religiosa y cultural: representa las versiones americanas de la catolicidad tridentina y el Barroco, por un lado, frente a la Reforma y la Ilustración por el otro.
De modo que su geopolítica de la “continentalidad” se integra aquí con otra perspectiva, la de los grandes espacios culturales. Como señala muy bien Javier Restán, su “perspectiva geopolítica (…) es fuertemente culturalista, se apoya en la cultura para llegar a las implicaciones políticas”. (12)
A los dos grandes ejes del continentalismo y los círculos culturales debe sumarse el tercer elemento de su esquema (que matiza el enfoque culturalista): la Revolución Industrial. Aunque en su visión, no solo interesa el significado económico del fenómeno, sino también el socio-cultural. En clave geopolítica, cuál es el impacto que sobre la formación de la ecúmene mundial tuvo la aparición de sociedades industriales. Aparecen aquí referencias regulares a David Ricardo y a Henri de Saint-Simon, como los primeros pensadores de la economía industrial (el primero) y de la sociedad industrial (el segundo).
El tema de la Revolución Industrial ya está presente en La crisis del Uruguay y el Imperio Brtiánico (1959) y por supuesto también en El Uruguay como problema. Pero tiene además un tratamiento en profundidad en un texto singular, de 1965: “La dialéctica hombre-naturaleza”, donde Methol lo asume como categoría de comprensión histórica, en un interesante diálogo y contrapunto entre Santo Tomás y Hegel. (14) La idea de que el tránsito de las sociedades agrarias a la sociedad industrial debe ser estudiado también, y finalmente, desde la Filosofía de la Historia está presente asimismo en el artículo de 1967 “Vulgaridad y urgencia de la historia universal”. (15)
En definitiva, el nuevo paradigma del Estado Continental Industrial resulta una conjunción en la que Methol vincula estos tres factores: espacio continental, unidad cultural y Revolución Industrial.
Notas
(3) Lo que sigue a continuación tiene como base el texto “Alberto Methol Ferré y la geopolítica suramericana”, publicado en Cuadernos del Claeh, XXXII, 99, Monevideo, pp. 81-87. Agradezco la autorización para su inclusión en estas páginas.
(4) Alberto Methol Ferré, “¿Por qué Geopolítica?”, Nexo, I, 3, 1984, p. 4
(5) Alberto Methol Ferré, “Una sinopsis. I. Los geopolíticos imperiales”, Nexo, I, 3, 1984, pp. 38-40.
(6) Alberto Methol Ferré, “¿Por qué Geopolítica?”, ñug. Cit.
(7) Aunque Ratzel ha trascendido por sus obras de madurez, como Politische Geographie (1897) y Die Erde und das Leben (La tierra y la vida, 1901-1902), así como por su Volkerkunde (Etnología, 1885-1887, traducido al castellano como Las razas humanas en 1888-89), Methol destacaba siempre sus obras sobre Estados Unidos (Städte und Kulturbilder aus Noradmerika, 1876 y Die Vereigninten von Nordamerika, 1878-1880). De todos modos, está reconocida la influencia que en el desarrollo del pensamiento de Ratzel tuvo su experiencia de un estado “continental” en el viaje a Estados Unidos.
(8) Por ejemplo, ya figura en el curso de Historia de América Latina en el siglo XX, dictado en 1988 en el Instituto de Cooperación Iberoamericana de Montevideo, y luego en “América Latina en la era de los estados continentales”, El Estante, agosto-septiembre de 1999, pp. 9-10, o en la conferencia que dictó en 2002 en el Foro San Martín de Buenos Aires, “América del Sur: de los Estados-Ciudad al Estado Continental Industrial” (ver en http: // www.metholferre.com/).
(9) Federico Ratzel, “Ubicación y espacio”, en VVAA, Antología geopolítica, Buenos Aires, Pleamar, 1975, p. 50. Cabe aclarar que como geógrafo, cuando Ratzel se refiere a colonización” alude a la ocupación y dominio integral de un territorio, por ello no podía afrmar tal cosa de Sudamérica, donde los espacios amazónico-chaqueño y patagónico estaban, a fines del siglo XIX, lejos de una ocupación y dominio inegrales.
(10) Ibídem, p. 50.
(11) Ibídem, 1985: Pueblo Nuevo en la Ecúmene, Nexo, II, 5, pp. 74 y ss.
(12) Ibídem, p. 76.
(13) Javier Restán, “La revista Nexo. Una manifestación del populismo católico latinoamericano”. Tesis de Maestría, Universidad de Navarra, 1992, p. 406. Editada en 2010 bajo el título Alberto Methol Ferré. Su ensamiento en Nexo, Buenos Aires-Montevideo, Dunken-Universidad de Montevideo.
(14) Ramiro Podetti, “La sociedad industrial como categoría hstórica, en base a un texto de Alberto Methol Ferré de 1965”, II Jornadas Académicas Alberto Methol Ferré, VI Congreso de Relaciones Internacionales, Instituto de Relaciones Internacionales de la Universidad Nacional de La Plata, 21-23 de noviembre de 2012, y “La dialéctica hombre-naturaleza de Alberto Methol Ferré”, Fundación Vivián Trías, panel sobre el trema con Yamandú Acosta y Luis Vignolo, 22 de julio de 2013.
(15) Publicado en Víspera, I, 2, agosto de 1967.
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