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ANÓNIMO INGLÉS DEL SIGLO XIV - LA NUBE DEL NO-SABER

UNDÉCIMA ENTREGA

2 / Breve exhortación a la humildad y a la actividad contemplativa

Anímate, pues, y frágil mortal como eres, trata de entenderte a ti mismo. ¿Piensas que eres alguien especial o que has merecido el favor del Señor? ¿Cómo puede ser tu corazón tan pesado y tan falto de espíritu que no se levante continuamente por la atracción del amor del Señor y el sonido de su voz? Tu enemigo te sugerirá que descanses en tus laureles. Pero estate alerta frente a su perfidia. No te engañes pensando que eres mejor y más santo porque fuiste llamado o porque has avanzado en la vía singular de la vida. Por el contrario, serás un desgraciado, culpable y digno de lástima a menos que con la ayuda de Dios y con su dirección hagas todo lo que está en mano para vivir tu vocación. Lejos en engreírte, deberás ser cada vez mas humilde y entregado a tu Señor al considerar lo mucho que se ha abajado hasta llamarte aquel que es el Dios todopoderoso, Rey de reyes y Señor de los señores. Pues de todo su rebaño te ha elegido amorosamente para ser uno de sus amigos especiales.

Te ha conducido a suaves praderas y te ha alimentado con su amor, forzándote a tomar posesión de tu herencia en su reino.

Te pido, pues, que sigas tu curso sin desmayo. Espera el mañana y deja el ayer. No te importe lo que hayas conseguido. Trata más bien de alcanzar lo que tienes delante. Si haces esto, permanecerás en la verdad. Por el momento, si quieres crecer has de alimentar en tu corazón el ansia viva de Dios. Si bien este deseo vivo es un don de Dios, a ti te corresponde el alimentarlo. Ten en cuenta esto: Dios es un amante celoso. Está actuando en tu espíritu y no tolerará sucedáneos. Tú eres el único a quien necesita. Todo lo que pide de ti es que pongas su amor en él y que le dejes a él solo. Cierra las puertas y ventanas de tu espíritu contra la invasión de pestes y enemigos y busca suplicante su fuerza; si así lo haces te verás a salvo de ellos. Insiste, pues. Quiero ver cómo caminas. Nuestro Señor está siempre dispuesto. Él sólo espera tu cooperación, Pero, me preguntas, ¿cómo seguir? ¿Qué he de hacer a continuación?


3 / Cómo se ha de hacer la contemplación; de su excelencia sobre las demás actividades

He aquí lo que has de hacer. Eleva tu corazón al Señor; con un suave movimiento de amor, deseándole por sí mismo y no por sus dones. Centra tu atención y deseo en él y deja que sea esta la única preocupación de tu mente y tu corazón. Haz todo lo que esté en tu mano para olvidar todo lo demás, procurando que tus pensamientos y deseos se vean libres de todo afecto a las criaturas del Señor o a sus asuntos tanto en general como en particular. Quizá pueda parecer una actitud irresponsable, pero, créeme, déjate guiar; no les prestes atención. Lo que estoy describiendo es la obra contemplativa del espíritu. Es la que más agrada a Dios. Pues cuando pones tu amor en él y te olvidas de todo lo demás, los santos y los ángeles se regocijan y se apresuran a asistirte en todos los sentidos, aunque los demonios rabien y conspiren sin cesar para perderte. Los hombres, tus semejantes, se enriquecen de modo maravilloso por esta actividad tuya, aunque no sepan bien cómo. Las mismas almas del purgatorio se benefician, pues sus sufrimientos se ven aliviados por los efectos de esta actividad. Y por supuesto, tu propio espíritu queda purificado y fortalecido por esta actividad contemplativa más que por todas las demás juntas. En compensación, cuando la gracia de Dios llegue a entusiasmarte, se convierte en la actividad más liviana y una de las que se hacen con más agrado. Sin su gracia, en cambio, es muy difícil y, casi diría yo, fuera de tu alcance.

Persevera, pues, hasta que sientas gozo en ella. Es natural que al comienzo no sientas más que una especie de oscuridad sobre tu mente o, si se quiere, una nube del no-saber. Te parecerá que no conoces ni sientes nada a excepción de un puro impulso hacia Dios en las profundidades de tu ser. Hagas lo que hagas, esta oscuridad y esta nube se interpondrán entre ti y tu Dios. Te sentirás frustrado, ya que tu mente será incapaz de captarlo y tu corazón no disfrutará las delicias del amor.

Pero aprende a permanecer en esa oscuridad. Vuelve a ella tantas veces como puedas, dejando que tu espíritu grite en aquel a quien amas. Pues si en esta vida esperas sentir y ver a Dios tal como es, ha de ser dentro de esta oscuridad y de esta nube. Pero si te esfuerzas en fijar tu amor en Él olvidando todo lo demás -y en esto consiste la obra de la contemplación que te insto a que emprendas-, tengo la confianza de que Dios en su bondad te dará una experiencia profunda de sí mismo.

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