VIGESIMOTERCERA ENTREGA
STEPHEN M. HART / ALGUNOS APUNTES SOBRE LOS AUTÓGRAFOS DE POEMAS HUMANOS Y ESPAÑA, APARTA DE MÍ ESTE CÁLIZ (2)
Poemas humanos (6)
‘La paz, la abispa, el teco, las vertientes…’ (25 de septiembre, 1937) (9)
Este poema, como bien anota Julio Vélez, ‘en las cinco estrofas estrofas que componen el poema, utiliza categorías distintas, para recorrer el camino que separa a la realidad del sueño’; hay en el poema lo que el mismo crítico ha llamado ‘una separación de elementos contrarios, incapaces de fusionarse’ (40). Por estar compuesto de una lista de palabras ordenadas por su identidad gramatical (sustantivos en la primera estrofa, adjetivos y participios en la segunda, gerundios en la tercera, adverbios y pronombres en la cuarta, y adjetivos sustantivados en la última), ‘La paz, la abispa, el taco, las vertientes…’ es un poema sumamente difícil; Carlos Henderson lo ha llamado ‘un poema de la deconstrucción de la palabra’ (41). Sin embargo, la serie de autógrafos de que ahora disponemos permite entender la razón por la que Vallejo empleó esta fórmula (a saber, la sucesión de formas gramaticales) para escribir el poema. ‘La paz, la abispa, el taco, las vertientes…’ sigue cronológicamente de cerca a los tres poemas de Poemas humanos cuya estructura está basada en una lista de palabras (‘¡Oh botella sin vino! ¡Oh vino que enviudó de esta botella!...’, ‘Al fin, un monte…’ y ‘Quiere y no quiere su color mi pecho…’), los cuales hemos interpretados como ejemplos de experimentación poética, y es lícito suponer que ‘La paz, la abispa, el taco, las vertientes…’ sea otro ejemplo del mismo ejercicio lírico. En efecto podemos sugerir que, en este poema, Vallejo ha dado un paso aun más atrevido: aquí ha ofrecido al lector nada más que el esqueleto del poema; no vemos su ‘carne’, es decir, el andamiaje retórico. El lector mismo tiene que ponerle los vestidos retóricos al esqueleto desnudo del poema.
Una consulta pormenorizada del autógrafo demuestra que Vallejo no escogía los vocablos al azar sino que los seleccionaba cuidadosamente por su valor semántico. Al mismo tiempo muchas veces es difícil entender exactamente por qué un determinado vocablo parece más adecuado que el otro. El primer verso del poema, por ejemplo, en su estado original, decía: ‘La paz, la abispa, el pueblo, las patillas’ (VI, v. 1). Al cambiar las dos últimas palabras por ‘el taco, las vertientes’ (VI rev., v. 1), es evidente que el verso se hizo más ambiguo, más sugerente, al perder su asociación con lo cotidiano. En efecto la ambigüedad es la piedra de toque del arte vallejiano. Según Giovanni Meo Zilio: ‘Non c’è dubio che l’oscurità di Vallejo, poeta esencialmente ermetico, suole essere cosciente, anzi internazionale, e rispondere a un preciso atteggiamiento stlistico. Il poeta sente la complessità, la globalitè dei suoi contenuti affettivi e delle sue stesse rendirli comunicabili.’ (42) Precisamente en la primera estrofa, la sustitución de ‘la bulla’ (VI, v. 6) por ‘la aguja’ (VI rev., v. 6) sugiere que Vallejo evitaba aquellas palabras dotadas de una connotación excesivamente concreta. También conviene recalcarse que los segmentos del poema que contienen muchos cambios en el autógrafo revelan una cantidad similar de correcciones en la versión dactilográfica. En la última estrofa, por ejemplo, el verso original, ‘lo horrible, lo suntuario, lo sin tierra’ (VI, v. 24), se transformó en: ‘lo horrible, lo suntuario, lo jurídico’ (VI rev., v. 24). Al producir una versión mecanografiada del poema, la solución parece que tampoco resultó satisfactoria para el poeta, puesto que después ‘lo jurídico’ se sustituyó por ‘lo lentísimo’ (V3, v. 23; Silva-Santisteban, III, 177).
Algunas partes del poema se sometieron a varias revisiones. En la primera estrofa, por ejemplo, el sustantivo ‘el beso’ (V1, v. 8) fue sustituido por ‘el tipo’ (V1 rev., v. 8), y es difícil saber exactamente a qué se debe el cambio. Lo mismo se puede decir del cambio de ‘sobre’ por ‘bajo’ en el v. 21 del estado original del autógrafo. En la última estrofa Vallejo sustituyó ‘lóbrego’ por ‘alcohólico’ y luego volvió a usar el vocablo original (V1, v. 27). En otros casos, sin embargo, la revisión logró crear un texto mucho más evocativo. Al cambiar ‘lo dulce’ por ‘lo todo’ en el mismo verso, por ejemplo, Vallejo acuñó una expresión algo insólita y, por ende, sugerente (V7, v. 27). En algunos casos el cambio efectuado es muy efectivo. El último verso del poema en un principio, por ejemplo, decía: ‘lo acerbo, lo satánico, lo táctil, lo nocturno…’ (V1, v. 28), y es innegable que la sustitución del último vocablo del poema por ‘profundo’ (V1 rev., v. 28), por su contraste semántico con ‘táctil’, la palabra que la antecede, dio más fexibilidad al verso: ‘lo acerbo, lo satánico, lo táctil, lo profundo…’. Así concluye el poema en la versión definitiva (V2, v. 28; V3, v. 27; Silva-Santisteban, III, 176-77).
Notas
(41) Julio Vélez, ‘El espacio vallejiano: angustia y liberación’, Cuadernos Hispanoamericanos, 454-55 (1988), 813-37 (83435).
(42) Henderson, La poética de la poesía póstuma de Vallejo (Lima: Biblioteca Nacional del Perú, 2000). 52.
(43) Stile e poesía in César Vallejo (Padua: Liviana Editrice, 1960), 30.
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