CUADRAGÉSIMA ENTREGA
3. Alberdi, Perón y la Unidad Sudamericana (1)
(Desgrabación de la charla brindada en diciembre de 2004 en Rosario, en el marco de un seminario en torno al Mercosur organizado por la Mesa del Diálogo Argentino, disponible en http://www.dialogica.com.ar/manoamano/archives/2004/12/methol_ferre_al.html)
Mi idea hoy era intentar, digamos, hablar de horizontes. O sea, de los horizontes fundamentales de nuestra historia, la historia de América Latina y de América del Sur, desde la independencia; y ver sus etapas fundamentales. Porque, normalmente, uno muchas veces se pierde en innumerables anécdotas, hechos, acontecimientos, sin ubicarlos en una lógica abarcativa. Me parece que una de las cosas que nos son más indispensables es una comprensión de las lógicas fundamentales de nuestra historia. Entonces, intentaré hacer una aproximación en función a Alberdi y al amigo Perón.
La historia, desde la independencia (yo pedí un pizarrón porque ayuda a graficar cosas simples pero importantes), abarcó un período relativamente rápido, de unos veintipocos años. En un siglo no pasa nada, o muy pocas cosas, pero en diez años, de golpe, se da una turbulencia que engendra millones de hechos menores.
En este siglo hubo una lucha en toda América Latina entre dos tendencias fundamentales. Una es la tendencia a la integración, de Bolívar, San Martín, Artigas y muchos otros. Hubo una lucha por la integración de un imperio en descomposición, para reintegrarlo en una nueva lógica, para evitar que se fragmentara y se rompiera en múltiples partes. Y hubo también una tendencia por la separación.
Esos veintipocos años determinaron una victoria del proceso de fragmentación del imperio español mientras, por el otro lado, nuestros hermanos brasileños lograban superar las dificultades que ellos también tuvieron para no haber terminado fragmentados en varias partes, porque no les fue sencillo mantener incólume al país independiente; hubo muchos intentos de ruptura que lograron exorcizar. Entonces, las víctimas, los derrotados, han sido los héroes máximos; lo singular de América Latina que festejamos, a la vez, la victoria de la separación y la derrota de los que también son nuestros héroes máximos como Bolívar y San Martín, que eran hombres de la integración y no de la separación.
Sus vidas acabaron en el destierro. Es la verdad verdadera de las dos vidas: terminaron perdedores, y Bolívar dijo: “hemos nadado en el mar”; fue una de sus últimas expresiones, ante la impotencia que le engendró ver la partición en múltiples países nuevos. Por ejemplo, el Virreinato del Río de la Plata no se integró como pensó San Martín. Porque muchos argentinos no saben hoy en día qué quería San Martín; es algo que a mí me sorprende enormemente.
Su tarea está enunciada con una claridad meridiana en el mensaje que le hace al Perú sobre el propósito de toda su acción. Dijo: “Tras la lucha por la independencia por las Provincias Unidas hemos colaborado en la independencia de la República de Chile para juntos ayudar a la independencia del Perú, a los efectos de configurar un pacto federal entre Perú, Chile y las Provincias Unidas del Río de la Plata”.
Y, además, no era La Argentina. Argentina es un pedazo de eso. Era lo que hoy es Argentina, Uruguay, Paraguay y Bolivia. De manera que, más fracaso que el del pobre San Martín, difícil. Y Bolívar, otro tanto.
En el fondo, San Martín… veamos: ustedes saben que la América Latina se dividió en dos grupos. Bien simple: arriba en el mapa fue el Virreinato de México; el primer virreinato que se articula, a inicios del siglo XVI. Doce o quince años más tarde, se articula el otro virreinato, en Lima. México era el centro. México, América Central y las Antillas: ese era el ámbito básico del poder mexicano, que además se prolongaba hasta las Filipinas, las que se hallaban bajo la jurisdicción de México.
México fue el que contribuyó decisivamente a la ocupación y conquista de las Filipinas. De manera que era la puerta del imperio hispánico hacia el extremo Oriente, hacia Japón y China. Hay un historiador de Francia muy famoso, Pierre Chaunu, que ha escrito un hermosísimo libro, intitulado “Le Pacifique des Iberiques”, "El Pacífico de los Ibéricos". Fijensé, ibéricos. La única época en la que el Pacífico, en sus más vastas zonas, logra ser controlado por portugueses y castellanos; la corona de Castilla es el primer poder marítimo en el Asia oriental. Eso, ¡si lo sabremos!
Entonces, eran dos centros. Y respecto a Lima, su jurisdicción era toda la América del Sur, salvo una escueta partecita que daba a las Antillas, la que estaba en la órbita de México. El conjunto de América del Sur tenía una capital, que era Lima; o sea, el Virreinato del Perú. Nosotros nacemos en el Virreinato del Perú. Éramos la puerta de atrás del Virreinato del Perú. No la puerta delantera: la puerta de atrás. Buenos Aires, Córdoba, todo el itinerario hacia abajo y hacia arriba.
Y el otro punto era que al dividirse los Ibéricos, el Imperio Español era enormemente alargado: desde Norteamérica, alargado hasta el sur; mientras que el Imperio Lusitano era Brasil, sobre el Atlántico Sur. Una parte de los Lusitanos, mientras que los Hispanos en dos partes (México arriba y, en América del Sur, esencialmente Lima) inician un solo Virreinato. Es el tiempo más largo de nuestra historia. Porque nuestra historia se inicia –incluyéndonos- en el Virreinato del Perú, hasta 1776.
O sea, más de dos siglos. Ahora estamos casi empatando el siglo de peruanos que fuimos todos. Todos éramos peruanos.
Yo digo eso en Uruguay y se quedan paralizados; nunca se lo imaginaron, porque Uruguay se inventó una historia que dice que el Uruguay empezó con los indios que estaban y con los españoles que llegaron. Un invento absoluto sin ningún fundamento.
Pero usó el invento de un pequeño país, que al final del ciclo de la independencia por Lord Ponsonby, que dijo “ni de las Provincias Unidas, ni del Imperio del Brasil”. Y Uruguay es el "ni"-"ni de los ingleses". Ni fu ni fa. Ustedes, aparte, inventaron Uruguay, que era el centro de abastecimiento de la ocupación que siguió de las Islas Malvinas.
Yo fui portuario toda mi vida útil en el Uruguay, de manera que estaba acostumbrado a ver el barquito de las Islas Malvinas, que llegó en aquella época (mil ochocientos treinta y pocos) a Montevideo, que era la base de abastecimiento de los intereses en Las Malvinas. El Hospital Inglés que hay en Uruguay hace muchas décadas era el hospital para atender a la gente que se enfermaba en las Malvinas, gente de las flotas inglesas. Y el barquito se llamaba el Darwin; eso era fácil recordarlo.
Les digo esto para que vayamos ubicando los grandes espacios que surgen en la crisis de la Independencia, con el fracaso de Bolívar por un lado, y de un negrito como San Martín. Yo le llamo el primer cabecita negra victorioso o importante de nuestra historia. Era cabecita negra. No es un invento mío; pero esa es otra historia.
Entonces; estaban la Capitanía del Brasil, el Virreinato de Lima y el Virreinato de México. Esas eran las tres partes de América Hispana en el sentido antiguo.
O sea: tanto Portugal como Castilla eran hijos de la Hispania Romana. Hispania viene de la provincia ocupada por los romanos desde el siglo III antes de Jesucristo. Y entonces… allí están, durante cinco o seis siglos, y se arma un mundo que habla distintas formas de la lengua romance, que era el latín vulgar. El latín vulgar derivó en castellano, catalán o portugués.
Entonces, esos dos países son los dos primeros países que inician el proceso de globalización mundial; es decir, el proceso mundial de unificación es iniciado por Castilla y Portugal, con Colón, Vasco Da Gama, Magallanes y El Cano, que son los primeros que dan la vuelta al mundo totalmente; es decir, que recorren, que abarcan el mundo y generan aquel imperio del que se decía “donde el sol no se pone”, porque era un imperio que estaba en el Asia, en el Pacífico, en el Índico, en el Atlántico Sur y en el Atlántico Norte.
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