domingo

JUAN GELMAN entrevistado recientemente por JORGE BOCCANERA


“EL LIBRO NO VA POR EL LADO DEL DOLOR DE LA PÉRDIDA SOLAMENTE, SINO SOBRE TODO POR EL ABISMO INSONDABLE DEL MAL QUE LO PROVOCA”

El último libro del poeta Juan Gelman, Hoy, es una muestra acabada, en pulidas joyas diminutas, de sus viajes posibles hacia el sí mismo y los otros; un único y extenso poema sobre el tránsito y las mediaciones entre el abandono y el deseo, lo que se diluye y lo que se corporiza, lo que se marchita y lo que arde.

En Hoy las pérdidas siguen hablando, clamando desde el vacío y la memoria en poemas breves donde refulge una vez más el gesto paradojal; el poeta escribe: “Estamos huérfanos de cartas que no se pueden enviar” y menciona a aquellos que “se acuestan en lo que van a ser”.

Entrevistado por TELAM, Gelman recuerda que el origen del nuevo título editado por Seix Barral -con base en unos 300 poemas de gran condensación de sentido y lenguaje de riesgo- está vinculado a su hijo  Marcelo Ariel secuestrado en agosto de 1976 por personeros de la dictadura y a la sentencia dictada a esos asesinos en 2011.
“El día que condenaron a perpetua a uno y a 20 y 25 años a otros por el asesinato de mi hijo Marcelo y otros hijos, miraba por youtube a un grupo de jóvenes saltando de alegría por la sentencia. Y yo no sentía nada, ni alegría, ni satisfacción, ni odio aplacado, ni sentimientos de venganza cumplida”.

El hijo del poeta fue asesinado de un tiro en la nuca y su cuerpo escondido en un barril de petróleo rellenado con cemento y arrojado a un canal del Río de la Plata, donde se lo halló a fines de los años ’80; su familia pudo inhumar sus restos en 1990.

“Habían pasado treinta y cinco años desde el asesinato de Marcelo y de su mujer María Claudia y del robo de mi nieta y, tal vez, como dicen en México, sólo sentía que ‘justicia tardada, justicia negada’”. 

“No era así en los hechos, claro, gracias a Néstor Kirchner”, dice en alusión a las medidas tomadas por el expresidente en 2003 revocando leyes que indultaban a los culpables del genocidio argentino. Y agrega: “Me pregunté por qué me pasaba eso y empecé a escribir algo así como crónicas, relatos, testimonios hasta que apareció el primer poema, detonante del libro. Deseché lo demás y seguí caminando por ahí”.

El “por ahí” señala la tenacidad de un poeta de impulso inusual y frondosa imaginación que no deja de ensanchar una obra marcada por temas como el exilio, la memoria, la fugacidad, el anhelo, las pérdidas.
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Hay poemas con expresas referencias al duelo, ¿Hoy está dentro de ese proceso, lo cierra? 

Lo cierra, sí, pero creo que el libro no va por el lado del dolor de la pérdida solamente, sino sobre todo por el abismo insondable del Mal que lo provoca. Un abismo inaferrable, inmedible, que viene a ser el mundo de hoy.

El término “hoy” (que resuena en el “Uno” discepoliano), parece no remitir sólo a una cuestión de tiempo, sino a un “estar” y a un “ser”, ¿lo ve así?

Sí y una parte de la respuesta la di en la anterior.

A sus 83 años el poeta de Villa Crespo escribe y participa en actividades diversas; acaba de viajar a Ecuador y Polonia, y justamente en Cracovia intervino en una mesa redonda sobre el tema aludido: el Mal.

¿Un tema con perfiles borrosos que desborda la capacidad de expresarlo?  

Depende. Emily Brontë (se refiere a la escritora estadounidense del siglo XIX autora de la novela Cumbres borrascosas. N. de R.), una mujer austera de quien no se conoce pasión alguna salvo la compasión por el hermano borracho y drogadicto, escribió.

Lo cual resulta una paradoja…

La paradoja consiste en que los escritores o poetas que no han sufrido el Mal en carne propia -el Mal no es sólo el dolor que causa, sino todo lo que produce ese dolor, la pérdida, el mundo que vivimos, etc.- pueden describir el Mal tan profundamente como Emily Brontë.

En cambio, quienes lo han sufrido en carne propia como Primo Levi, no logran decirlo en toda su magnitud porque los espesores y las dimensiones son muy diferentes y el horror del Mal no deja encontrar la palabra necesaria para decirlo. Es enloquecedor, arrastra vacíos donde yacen palabras que nunca asomarán porque no alcanzan”.

Algunos poemas advierten sobre el huevo de la serpiente anidando en los pliegues de la realidad. ¿Hay una reconfiguración del poder que modela imaginarios y subjetividades?
Exactamente. La reconfiguración del poder o globalización, como la llaman, necesita que seamos dóciles, impasibles ante las formas con que nos recortan el espíritu, obedientes al desastre, carne autoritarismos.

Junto a temas que son marcas de su obra, una recurrencia de Hoy es lo trunco, ¿se juega una tensión entre lo mutilado y lo que puja por ser?

Al que le operaron una pierna, le duele esa pierna aunque ya no la tiene. 

En un verso habla de “La pasión escribe sitiada por la desdicha general”; ¿hay fuegos por venir?, ¿deseos que no bajan la guardia?

Los hay y se manifiestan esporádica y repentinamente. Ver Brasil.

Aunque la utopía, según un verso suyo “saca sus cuentas con saltimbanquis rotos”, Hoy está atravesado por ese aliento… 

Oscar Wilde decía que un mapamundi sin el país de la utopía era incompleto, porque la gente entra cada noche en ese país.

En junio pasado Gelman recibió en la Casa de Cultura del Ecuador el Premio “Poeta de Dos Hemisferios”; además se publicó allí su antología  Furia de pájaros, con un texto-epílogo de uno de los grandes escritores ecuatorianos, Jorge E. Adoúm, -1926-2009- extraído de sus memorias.

Adoúm habla de múltiples encuentros en ciudades como Pekín,  Roma, París, Buenos Aires… 

También nos encontramos en Quito, en su país: fue una larga amistad en la que la poesía siempre estuvo presente.

Señalaba Adoúm en ese texto que: “A Gelman le ha quedado, por fortuna para nosotros, el lenguaje y la ternura nacida de la cólera, la poesía y la solidaridad con el pequeño, el triste, el desvalido, el perseguido, el destrozado. Le ha quedado para fortuna de nosotros, una esperanza”.

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