jueves

CÉSAR VALLEJO - AUTÓGRAFOS OLVIDADOS


DECIMOQUINTA ENTREGA


JUAN FLÓ / INTRODUCCIÓN (12)

Si aceptamos lo anterior, es necesario resignarse a negar a esas listas todo papel en la textura misma de los poemas. Lo que es lo mismo que decir que esas listas no tiene ningún valor en tanto parte del poema, sino que deben ser miradas como un instrumento o procedimiento externo al servicio de la composición. Aunque de las palabras de las listas la mayor parte integra los versos a las que son adyacentes o algún verso próximo, no forman parte significativa del poema mismo ni fueron seleccionadas para cumplir ningún papel protagónico. Si excluimos todo valor especial a las palabras de las listas y solamente les reservamos el papel de un expediente al servicio de la composición, no se me ocurre para ellas otro uso que el de servir como constricciones impuestas de manera arbitraria.

Aunque este recurso, interpretado según la hipótesis propuesta, puede, a primera vista, parecer original y hasta antojadizo, lo cierto es que la rima y la medida en la poesía son también formas constrictivas y, aunque con funciones que originalmente no son las de constreñir, sino la de producir efectos determinados, ellas han servido, además, como multiplicadoras de hallazgos. Vallejo, en cambio, con el mecanismo que estamos considerando, utiliza de manera voluntaria, y no encubierta bajo los encantos musicales de la versificación, el poder del azar que en las formas tradicionales está velado y trasmutado en su contrario: regla, técnica, artesanía. Este intento de operar con trabas aleatorias, desde el punto de vista aquí adoptado no se diferencia demasiado  de esa efusión inmediata de palabras, no se trata estrictamente de una producción aleatoria porque, salvo que se que se use un procedimiento mecánico de funcionamiento estocástico, como la ruleta o el bolillero, las palabras siempre surgen de procesos mentales que, aunque no sean controlados ni voluntarios, tienen una legalidad eventualmente cognoscible. Y tampoco la selección escapa a la legalidad que tiene todo mecanismo selectivo que usa criterios de valor y preferencia, tanto cuando elimina o confirma una palabra previamente escrita de modo espontáneo como cuando se ve ante la necesidad de utilizar una palabra escrita en una lista y debe inventar un contexto que la asimile.

De todos modos quiero hacer notar que, tanto la investigación del campo léxico mediante la propuesta, más o menos incontrolada, como la constricción que imponen las listas, son mecanismo que pueden permitir escapar al imperio del hábito y del estereotipo por procedimientos diversos: en el primero obligando a que la selección opere, en distintos niveles de rigidez o de apertura, sobre un universo de propuestas que no se generaría de modo reflexivo. Esto es importante porque, en ninguna de las capacidades o competencias mentales son equivalentes los poderes de la propuesta o invención y los poderes del reconocimiento o selección. Liberarse de la propuesta reflexiva, amplía el universo que el dispositivo mental, que podemos llamar la poética del autor, es capaz de reconocer y valorar pero, no necesariamente, capaz de proponer o inventar. Pero el expediente constructivo al que se reducen, según mi interpretación, las listas de palabras, introduce un elemento aleatorio en sentido estricto, aunque no sea estrictamente aleatoria la lista elaborada. Esto es así porque los mecanismos asociativos inconscientes que produjeron dicha lista -dando por supuesto que ni fueron elegidas reflexivamente ni fueron generadas por una máquina estocástica, forma ésta de generación que sumaría otro factor de aleatoriedad- trabajan en ese momento con independencia del uso que tendrán en el proceso de composición y constriñen el proceso, por lo tanto, desde una línea causal independiente. Es decir que esos cuatro manuscritos son la única muestra comprobada del uso, por parte de Vallejo, de un procedimiento de composición que introduce el uso del azar en el sentido estricto del término

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