jueves

AUTÓGRAFOS OLVIDADOS - CÉSAR VALLEJO -

DECIMOSÉPTIMA ENTREGA

STEPHEN M. HART / ALGUNOS APUNTES SOBRE LOS AUTÓGRAFOS DE POEMAS HUMANOS ESPAÑA, APARTA DE MÍ ESTE CÁLIZ (1)


Abreviaturas

VI                primera versión del poema según el autógrafo
VI rev.        versión revisada del autógrafo incluyendo correcciones a mano
V2              segunda versión del poema; versión dactilográfica del mismos
V3              tercera versión definitiva del poema; versión dactilográfica incluyendo correcciones a mano
v.               verso
vv.             versos


Introducción

En un artículo publicado en 1996 Juan Fló dio la noticia sorprendente del hallazgo inesperado de un conjunto de fotografías de unos manuscritos de César Vallejo cuya existencia, a la sazón, era totalmente desconocida ‘salvo dos poemas en forma fragmentaria y otros dos fragmentos en forma ilegible’. (1) En 1967 Georgette había publicado la primera página del manuscrito de ‘Ello es el lugar en que me pongo…’ de Poemas humanos en su edición de la poesía de Vallejo publicada con traducciones al francés, y dos años más tarde se imprimió un facsímil del manuscrito original del poema III (Pedro Rojas) de España, aparta de mí este cáliz. (2) Aparte de estos dos manuscritos, nada concreto. Y Georgette dio la impresión a lo largo de los años, hasta su muerte en diciembre de 1984, que no había otros manuscritos. (3) Fló analiza la colección de manuscritos que ha descubierto, y llega a tres conclusiones sustanciales:

La primera es que se trata de primeras versiones, no antecedidas por borradores previos. La segunda, que en esos manuscritos están superpuestas prácticamente todas las etapas de la elaboración de cada poema hasta llegar al estado que registra, antes de ser corregida a su vez, la copia a máquina de la que disponemos de los facsímiles publicados en la edición de Lima de 1968. Y la tercera, que las fechas que figuran en las mencionadas copias dactilográficas son las fechas de la primera versión. (4)

En efecto, los manuscritos reproducidos aquí demuestran que Vallejo tenía la costumbre de revisar constantemente sus poemas. Al comparar los autógrafos con las versiones dactilográficas que se publicaron por primera vez en la edición facsimilar coordinada por Georgette de Vallejo en 1968, podemos discernir por lo menos tres etapas en la creación de cada poema: la versión original de puño y letra de Vallejo con todas sus correcciones adicionales (la cual se reproduce en esta edición); la segunda versión en su forma mecanografiada y, finalmente, la versión definitiva -o mejor dicho, tercera versión- del poemas tal como aparece en las ediciones fidedignas (estas versiones se pueden consultar o en la edición príncipe de 1968, o la edición de Ricardo Silva-Santisteban). (5) En efecto la versión definitiva es equivalente a la versión dactilográfica del poema con todas sus enmiendas, supresiones y correcciones hechas a mano, tomadas en cuenta e insertadas en el texto. A estas tres versiones del poema vallejiano las denominamos en esta edición V1, V2 y V3. Mientras que los autógrafos de VI pueden consultarse en la edición que el lector tiene entre manos, las versiones posteriores de los mismos poemas no se incluyen aquí debido al tamaño del libro que su inclusión hubiera supuesto. Se recomienda por lo tanto consultar las versiones que aquí llamamos V2 y V3 en la edición excelente de Silva-Santisteban (véase la referencia en la nota 5). La edición de Silva-Santisteban tiene el mérito de incluir las dos versiones del poema lao a lado; V2 se imprime con letra más pequeña para distinguirla de la versión definitiva. Es lícito conjeturar que V3 no fuera la última versión del poema puesto que no tenemos prueba irrefutable de que Vallejo, en todos los casos, hubiera dado por terminado el texto del poema. Sabemos que la ardua tarea de creación y recopilación fue interrumpida por la muerte prematura de Vallejo; cayó enfermo el 13 de marzo de 1938, y murió apenas un mes después (15 de abril). (6) Pero lo que ahora sí sabemos es que Vallejo fechaba este grupo de poemas que reproducimos aquí, y que los preparaba específicamente para la publicación (probablemente para José Bergamín, escritor español del 27 y director de la revista Cruz y raya). (7) También podemos comprobar que, al mecanografiar los autógrafos, tenía la costumbre de conservar la fecha original. Se supone que Vallejo escribiera los poemas a mano, y que luego los mecanografiara, todo en el mismo día. Las fechas parecen indicarlo. Esta colección de autógrafos también revela que un número considerable de los poemas póstumos de Vallejo (es decir los poemas incluidos en Poemas humanos -título inventado por Georgette en 1939- y España, aparta de mí este cáliz, título creado por Vallejo mismo) fueron escritos en el último año de su vida. (8)

Se ha decidido publicar en esta edición los autógrafos en facsímil, sin incluir una transcripción de todas las variantes. Según Juan Fló ha señalado acertadamente. ‘tamaña empresa (…) dada la difícil legibilidad de muchos pasajes’, sería una ‘larga y compleja tarea’. (9) El título que acompaña cada facsímil es el que aparece en el autógrafo; en la mayoría de los casos es el primer verso del poema seguido por tres puntos suspensivos. Por eso no siempre es idéntico al título definitivo del poema; compárense, por ejemplo, el título original de ‘Señor, ¿te sana el metaloide pálido?...’ (11) con el definitivo ‘¿Y bien? ¿Te sana el metaloide pálido?…’ (Silva-Santisteban, III, 209). En estos apuntes se ofrece al lector nada más que un análisis de los cambios más importantes -y más visibles- que se han efectuado durante la revisión del autógrafo de cada poema hasta el momento de producirse la transcripción dactilográfica. Son apuntes más bien que un estudio detallado; esperemos que, en el futuro, sea posible hacer una transcripción pormenorizada de todas las variantes de estos textos interesantísimos. También se indica para el lector interesado una muestra de la crítica que se ha publicado sobre el poema en cuestión y las varias interpretaciones a que se ha sometido.


Notas

(1) ‘Acerca de algunos borradores de Vallejo: reflexiones sobre el surgimiento de la novedad’, Nuevo Texto Crítico, vol. 8, núm. 16-17 (1995-1996), 93-127 (126)
(2) César Vallejo, editado por Georgette Vallejo, con prólogo de Américo Ferrari (Paris: Éditions Pierre Seghers, 1967), entre 128 y 129; Homenaje internacional a César Vallejo, editado por Washington Delgado  y Carlos Milla Batres (Lima: Milla Batres, 1969), 181.
(3) Hay un análisis muy pormenorizado de cómo, a través de los años, Georgette cambiaba su versión al respecto de la existencia o no de la existencia o no de los manuscritos vallejianos en la tesis ndoctoral inédita de Tomás Escajadillo, ‘La narrativa indigenista: un planteamiento y ocho incisiones’ (Universidad Nacional Mayor de San Marcos, 1971), 273 pp. Véase también un estudio fascinante de la viuda de Jesús Fernández Palacios. ‘Georgette, la mujer del retrato’, La palabra y el hombre (Xalapa), 76 (1990), 279-88.
(4) ‘Acerca de algunos borradores de Vallejo’, 97-98.
(5) César Vallejo: poemas completos, edición con facsímiles, edición de Georgette de Vallejo (Lima: Moncloa, 1968): Obra poética completa, edición de Ricardo Silva-Santisteban, 4 tomos (Lima: Pontificia Universidad Católica del Perú, 1997). Véanse en particular los tomos III y IV.
(6) Para más detalles véase Georgette de Vallejo, ¡Allá ellos, allá ellos, allá ellos! (Lima, Zalvec, 1978). 109-28. Hasta hay una novela inspirada por la muerte misteriosa de Vallejo: Roberto Bolaño, Monsieur Pain (Barcelona, Anagrama, 1999).
(7) En una carta a Juan Larrea, con fecha del 13 de marzo de 1936, Vallejo dice lo siguiente acerca de su ‘libro publicable de versos’: ‘Como no tengo respuesta de ninguna suerte de Bergamín, he pensado que quizás se perdió la carta enviada por Alberti. Te mando hoy otra para que se la entregues, tú mismo. Te la mando abierta para que la leas y luego la cierres (no te olvides). Tú puedes también hablarle del libro mío. Hazle entender, sobre todo, que yo desearía una respuesta, afirmativa o negativa, pero pronta’; véase Epistolario general: César Vallejo, edición de José Manuel Castañón (Valencia: Pre-Textos, 1982), 261. Desgraciadamente, Vallejo nunca recibió tal respuesta.
(8) Años más tarde, Juan Larrea inventó sus propios títulos para los poemas póstumos de Vallejo: Nómina de huesos Sermón de la barbarie; véase su edición, César Vallejo: poesía completa (Barcelona, Barral, 1978). A despecho de que Vallejo no escogiera el título de Poemas humanos, se empleará tal denominación en esta edición, como Ricardo González Vigil señala: ‘El uso extendido, durante décadas, de Poemas humanos, a tal punto que ya se ha generalizado llamar a Vallejo el autor de los Poemas humanos’César Vallejo (Lima: Editorial Brasa, 1995), 108.
(9) Fló, ‘Introducción’, en esta edición, I.

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