CUADRAGESIMONOVENA ENTREGA
CAPÍTULO 6
El hallazgo de la manada:
La dicha de la pertenencia
LA MADRE NIÑA O LA MADRE NO MIMADA
La imagen representada por la mamá pata del cuento es, como se puede ver, muy ingenua y poco sofisticada. La clase más habitual de madre frágil es con mucho la de la madre no mimada. En el cuento, la que tanto insistía en tener hijos es la que más tarde se aparta de su hijo. Hay muchas razones por las cuales un ser humano o una madre psíquica se puede comportar de esta manera.
Puede tratarse de una mujer que no ha sido mimada. Puede ser una madre frágil, muy joven o muy ingenua desde un punto de vista psíquico. Puede estar psíquicamente lastimada hasta el extremo de considerarse indigna de ser amada incluso por un niño. Puede haber estado tan torturada por su familia y su cultura que no se considere digna de tocar la orla del arquetipo de la "madre radiante" que acompaña a la nueva maternidad. Como se ve, no hay vuelta de hoja: a una madre se la tiene que mimar para que mime a su vez a sus hijos. A pesar de que una mujer tiene un inalienable vínculo espiritual y físico con sus hilos, en el mundo de la Mujer Salvaje instintiva, ésta no se convierte por sí sola de golpe y porrazo en una madre temporal plenamente formada.
En tiempos antiguos, las cualidades de la naturaleza salvaje se solían transmitir a través de las manos y las palabras de las mujeres que cuidaban a las jóvenes madres. Sobre todo las madres primerizas llevan dentro, no una experta anciana sino una madre niña. Una madre niña puede tener cualquier edad, dieciocho o cuarenta y tantos años, da lo mismo. Todas las madres primerizas son madres niñas al principio. Una madre niña es lo bastante mayor como para tener hijos y sus buenos instintos siguen la dirección apropiada, pero precisa de los cuidados de una mujer de más edad o de unas mujeres que la estimulen, la animen y la apoyen en el cuidado de sus retoños.
Durante siglos este papel ha estado reservado a las mujeres mas viejas de la tribu o la aldea. Estas "madres-diosas" humanas que posteriormente fueron relegadas por las instituciones religiosas al papel de "madrinas" constituían un sistema nutritivo esencial de hembra-a-hembra que alimentaba a las jóvenes madres en particular, enseñándoles cómo alimentar a su vez la psique y el alma de sus hijos. Cuando el papel de la madre-diosa se intelectualizó un poco más, el término "madrina" pasó a significar una persona que se encargaba de que el niño no se apartara de los preceptos de la Iglesia. Muchas cosas se perdieron en esta trasmigración.
Las ancianas eran las depositarías de una sabiduría y un comportamiento que podían transmitir a las jóvenes madres. Las mujeres se transmiten esta sabiduría las unas a las otras con las palabras, pero también por otros medios. Una simple palabra, una mirada, un roce de la palma de la mano, un murmullo o una clase especial de afectuoso abrazo son suficientes para transmitir complicados mensajes acerca de lo que se tiene que ser y el cómo se tiene que ser.
El yo instintivo siempre bendice y ayuda a las que vienen detrás. Es lo que ocurre entre las criaturas sanas y los seres humanos sanos. De esta manera, la madre-niña cruza el umbral del círculo de las madres maduras que la acogen con bromas, regalos y relatos. Este círculo de mujer-a-mujer era antaño el dominio de la Mujer Salvaje y el número de afiliadas era ilimitado; cualquiera podía pertenecer a él. Pero lo único que nos queda hoy en día de todo eso es el pequeño vestigio de la fiesta que suele preceder al nacimiento de un niño y en la que todos los chistes sobre partos, los regalos a la madre y los relatos de carácter escatológico se concentran en unas dos horas, de las cuales una mujer no podrá volver a disfrutar a lo largo de toda su vida de madre.
En casi todos los países industrializados actuales, la joven madre pasa por el embarazo y el parto e intenta cuidar de su hijo en solitario. Es una tragedia de enormes proporciones. Puesto que muchas mujeres son hijas de madres frágiles, madres-niñas y madres no mimadas, es muy posible que posean un estilo interno de "cuidados maternales" parecido al de sus madres. Es muy probable que la mujer que tiene en su psique la imagen de una madre-niña o una madre no mimada o que la tiene glorificada por la cultura y conservada en activo en la familia experimente presentimientos ingenuos, falta de experiencia y, sobre todo, un debilitamiento de la capacidad instintiva de imaginar lo que ocurrirá dentro de una hora, una semana, un mes, uno, cinco o diez años.
La mujer que lleva dentro una madre-niña adopta el aire de una niña que se las quiere dar de madre. Las mujeres que se encuentran en esta situación suelen poner de manifiesto una actitud generalizada de "viva todo", una variedad de hipermaternalismo en la que se esfuerzan por "hacerlo todo y serlo todo para todo el mundo". No pueden guiar ni apoyar a sus hijos, pero, al igual que los hijos del granjero de "El patito feo" que se alegran tanto de tener aquella criatura en la casa pero no saben prodigarle los cuidados que necesita, la madre-niña acaba dejando a su hijo sucio y apaleado. Sin darse cuenta, la madre-niña tortura a sus hijos con varias modalidades de atención destructiva y, en algunos casos, por falta de la necesaria atención.
A veces la madre frágil es a su vez un cisne que ha sido criado por unos patos. No ha conseguido descubrir su verdadera identidad lo bastante temprano como para que sus hijos se puedan beneficiar de ello. Después, cuando su hija tropieza con el gran misterio de la naturaleza salvaje de lo femenino en la adolescencia, ella también experimenta punzadas de identificación e impulsos de cisne. La búsqueda de identidad por parte de la hija puede dar lugar al comienzo de un viaje "virginal" de la madre en busca de su yo perdido. Entre madre e hija habrá por tanto en el sótano de la casa dos espíritus salvajes dándose la mano en espera de que los llamen desde arriba.
Éstas son por consiguiente las cosas que pueden torcerse cuando la madre se ve apartada de su naturaleza instintiva. Pero no hay que suspirar demasiado fuerte ni durante demasiado tiempo, pues todo eso tiene remedio.
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