martes

LA NEGRA JEFA (Sexo, Momo & Yemanjá) - HUGO GIOVANETTI VIOLA



DECIMONOVENA ENTREGA


DOS: PAN AMASADO POR EL DIABLO (7)


29

-Perdoname -dice Flor al rato, mirándome sin Gárgola. -Me puse muy borracha, de golpe.

-Ya nos dimos cuenta.

-Pero ya estoy okey. ¿La viste a Annelise, hoy?

-Sí. Vino a buscarme a lo de mi hermana y nos fuimos caminando hasta casa. Me pidió que retocara una escena.

-¿Vos la ves bien a esa criatura?

-En qué sentido.

-Yo qué sé. No te pongás difícil. En casa no hay quien la haga decir una palabra.

Flor se abrochó el blusón.

-Deje de mirarme las tetas señor -interviene Ringuito, que parece morirse de ganas de volver nadando al Brasil. -¿Leíste ese cuento de Bukowski, petiso?

-YO LO LEÍ -ladró Flor.


Estaban por estrenar la primera versión del espectáculo onettiano y después de un ensayo general en el Marítimo Matías Jr. Hizo una propuesta razonable para la adjudicación del puntaje y a la actriz le dio una pataleta porque tenía medio punto menos que vos y se mandó mudar como si la hubieran violado y Matías fumó en silencio y después dijo Esta noche mismo llamo a una botija de dieciséis años que hace teatro conmigo en el liceo y vas a ver que se aprende los cuatro papeles en una semana.


-Calma, Flor -dice Cristina. -Mejor nos vamos todos a dormir en paz.

-¿EN PAZ? Vos no conocés mi casa, negra.

-Pero puedo imaginarme cualquier clase de infierno, no te preocupes. Yo también tengo tres hijos.

Ringuito me hace una seña tranquilizadora.

-Petiso -se incorporó Flor. -Vení. Dame un abrazo.

Qué domingo nos espera.

-¿Qué te pasa? Vení -avanzó la pequeña mujer, un poco tambaleante. -Yo te quiero, petiso.

Y después de abrazarme me frota la nuca como si me hubiera parido.

-Sos igual que tu viejo -murmuró Flor. -Raro como perro verde pero medio santo, de
últimas. ¿A vos no se te puede encargar una investigación?

-En este momento estoy tratando de solucionar un caso muy difícil, pero podemos conversarlo.

Y lo peor es que ninguno de los dos habla completamente en broma.


Y una tarde agosto casi primaveral Annelise irrumpió en el Marítimo con el mismo poder de avasallamiento irradiado por su madre veintisiete años atrás aunque llena de esa especie de gracia de ingravidez con que sólo la Virgen paraliza a sus súbditos.


Ringuito y Cristina se fueron enseguida, después de insistir delicadamente en alcanzarlos a los dos con el coche.

-Uh: si yo dejara de manejar cada vez que ando en copas tendría que contratar un chofer -dice Flor cuando quedamos solos, sentados en el escalón de la puerta. -Qué bruta primavera. Dan ganas de vivir. Tengo un miedo horrible, Abel.

El golero de Liverpool prende el decimoquinto cigarrillo del día y sus bronquios atabacados lo silban sin piedad.

-Miedo de qué.

-De que Annelise esté embarazada.  El cajetilla que llegó hoy a casa cuando salíamos es el padre del novio, un abortero más conocido que la ruda-macho. No me gustó esa copa que se quedaron a tomar con Brian.


Y Annelise anunció Nosotros nos conocimos la noche que el Frente ganó la Intendencia vos no debés acordarte mi apellido es Beltrami Lacroix y mi vieja te manda un besote y dice que contigo me deja ir hasta el fin del mundo.


-¿Puedo pasar un rato por tu casa mañana de mañana hablamos bien del asunto? -pregunta Flor. -Ahora no doy más, te juro. Dalé: apagá y cerrá todo y te arrimo.

-No trató de sonreír el hombre derrengado. -Andá nomás. Yo prefiero caminar vichando las estrellas, como hacía Isabelino Pena para inspirarse. Y mañana pégame un telefonazo antes de venir, por las dudas. Calma, jefa. Y fe.

-En qué -pregunta Flor.


30

La negra llevaba mediada la botella de Chivas y cuando Abel se disponía a golpear canturreó serenamente:

-Siga el baile / siga el baile.

Ahora tiene puesta una chalina de seda gris sobre el vestido de satén plateado.

-Por fin levantaron las cacharpas -dijo. -Qué berrinche, Momo mío. ¿Qué te sapa, mijito? ¿Le tenés miedo a Oxún?

-¿Pero cuál es Oxún, al final?

-No te pongas histérico. Ahora te convendría tomar otra copeja. Despacio.

Me sirvo medio dedo de whisky y le saco dos Peter Stuyvesant: huelen al París glorioso de los tragafuegos.

-No te olvides de traerme otra chiva para pasar la noche -sonrió la negra. -¿Sabés que te parecés bastante a tu viejo?

-Recién me lo dijeron.


El 27 de noviembre de 1983 Flor se enteró que tu padre estaba internado en el Hospital Italiano y antes de que empezara la concentración del Obelisco se escapó a saludarlo y de golpe lo encontró viendo pasar el gentío en una esquina sentado en una silla de ruedas con el gacho y la pipa y el impermeable de detective puesto sobre el piyama.


-Yo lo conocí poco -agrega Yemanjá. -Pero te puedo asegurar que me caminó por el lomo como un rey.

-No entiendo.

-Agua tenebrosa, rapaz. ¿No te suena de algún lado? No se puede llegar a la otra orilla sin patear por arriba del agua tenebrosa.

-Es verdad.

-Claro que vos estás por llegar, todavía. Y el Ray De Deus te dejó en una pata. Ahora vamos a ver si aguantás la prueba de Oxún. Somos tres, los fiscales: Anota, Oxún y yo. Aunque muchos digan que el único fiscal es Abita.

-No entiendo nada.

-Mejor.


Tu padre estaba custodiado por Peluca de Oro y Ma-Sa y tenía un estuche de guitarra apoyado horizontalmente sobre la silla de ruedas y Flor olió el peligro y no se acercó del todo y enseguida vio aparecer una especie de delegación encabezada por la muchacha ciega y el artesano jipi y se escondió atrás de una gigantesca acacia bamboleante para seguir espiando.


-Por lo menos explicame lo de Oxún -suplicó el hombre calvo, crispado como un viejo. -Y apurate, por favor. Tengo gente esperándome.

-Es Oxún la que te espera, rapaz. Vos te creés que es la Virgen pero es Oxún. Yo sé lo que te digo.

-Yo también sé lo que digo.

-Despertate, pelado. Annelise es la carne. Carne fresquita de pavarreal. Tratando de lucirse, igual que la bailarina. Y de robar maridos.

-Pero los ojos de la bailarina no son de carne.

-Ahí sí que te apuntaste un poroto. Bueno, tráeme la otra chiva y pelátelas tranquilo y después me contás. Yo me quedo hasta mañana, igual.


Y tu padre le entregó a la muchacha el estuche que contenía la guitarra estrellada y sonrió en paz aunque hasta el gacho le fluorecía como una mascarilla mortuoria y cuando pareció haber pasado el peligro Flor cerró los ojos con el pelo sobredorado por los pétalos que llovían de la acacia y al abrirlos vio a Luz enfrente suyo preguntando Todavía te dura la gola o es que no te animás a volver al conventillo.

-Fuerza -agrega la negra.


31

Los bloques donde vivía Abel Rosso no tenían garages sino pequeñas zonas interiores de estacionamiento, lo que obligaba a la gente a alquilar cocheras en el vecindario o a dejar los autos directamente en la calle. Hoy las estrellas crujen, como decía mi padre. Recién al aspirar el bamboleo de la enorme magnolia que enfrentaba su puerta Abel pudo distinguir al Hyundai de Brian, estacionado a contramano tres coches más allá. Me hace señas con las luces.

-Subí, por favor -dijo el hombre, haciendo asomar la turbia lechosidad de sus lentes.

Y enseguida que me siento a su derecha -sin poder disimular el temblor de los brazos- agrega:

-Qué día terrible, loco. Perodná que te joda, pero tenía que hablar contigo.

-Me imagino.
                                      

Y al terminar el primer ensayo en el que Annelise construyó deslumbrantemente todas las acciones de sus cuatro personajes encontraron a Flor esperándolos con el coche en la puerta del club y la mujer de pelo platinado y rapado a lo punk se ofreció a llevarte y por  el camino dejó a la muchacha en lo de Cecilia y al llegar a tu casa apagó el motor y dijo Hay muchas cosas que todavía no te conté de mis amores con Luz.


-¿Tenés asma, petiso?

-Desde los veintipoco. Hoy fumé demasiado.

-Qué dia -resopló Brian. -Cómo está Annelise.

-Bien.

-Ella cree que a mí me importa un carajo de todo, pero estoy hecho bolsa: recién ayer de madrugada me llamó Horacio de María para ponerme al tanto. Y pedirme permiso.

Quelle délicatesse.

-Bueno, ya sé que contigo estuvo muy mal. Y esta noche vino a casa a tratar de convencerme de que habías sido vos el que la dejó embarazada, encima.

-Ya me enteré. Flor no se chupa el dedo.

-¿Flor te dijo algo?


Y la mujer contó que una tarde encontró a la negra muy borracha porque el amor de su vida estaba agonizando en el Maciel y no la dejaban cuidarlo ni traerlo al conventillo y Flor dijo Tranquila y a las cuarenta y ocho horas Sixto Juárez fue instalado en la pieza de Luz con oxígeno y suero.


-Flor sospecha -murmuro.

-¿Qué sospecha?

-Todo, viejo. Todavía no se dio cuenta que Annelise está en casa pero en cualquier momento me cae con la pesada. Vas a ver.

Brian prendió un cigarrillo y lo tiró casi enseguida en la calle y apoyó la cabeza en el volante.

-Estoy hecho bolsa -bufa. -Ayer de tarde me pasé de asqueroso, ¿no?

-Nada del otro mundo.

-Esas cosas ya fueron. Lo que animo a contarle a nadie es que estoy enamorado. Por segunda vez en la vida. La gurisa tiene tres años más que Annelise.

-Te felicito.

-Y está embarazada, además. Pensamos casarnos.

Abel se bajó del auto.

-Hasta mañana -me inclino para ofrecerle mi adhesión facial por la ventanilla, pero ahora es el ginecólogo grado 5 el que no quiere arriesgarse a ver Gárgolas.

-No puedo más con Flor, Abel. Yo podré ser muy podrido, pero nadie se imagina lo que es vivir con ella. Tantos años. La locura que tiene es inaguantable. Te juro que te escribís la Divina Comedia con eso.


Y Flor empezó a ir todos los días al conventillo disfrazada de enfermera y el ex-golero de Peñarol esperaba la llegada de su blancura como la del abrigo eterno.


-Dios nos ayude a todos -dijo Abel, despidiéndose.


32


Paloma estaba profundamente dormida y Annelise leía los Poemas de amor de Idea Vilariño.

-Casi termino bailando Chiquitita con tu hija -dice pidiéndome un cigarrillo por señas. -Es divina. Me obligó a ponerme tu piyama. ¿Cómo me queda?

-¿Andás bien?

-Diez puntos. ¿Y a vos cómo te fue con Janis y los fantasmas?

Abel se dejó caer en el pequeño sillón que utilizaba para trabajar y dijo:

-Es un poco largo de contar.

-Perá. Tengo una sorpresa.

Abbelise baja del sillón-cama con total agilidad, va descalza hasta la cocina y vuelve con una caja de Termidor blanco y dos vasos.

-Un vinito nunca viene mal -sonrió ladeando la cabeza. -Se lo mandé comprar a Paloma.

-Sí. Pero no lo abras. Ya tomé mucho whisky.

-Lo abro para mí. Tomo sólo un vasito. Palabra.


En la primera versión del espectáculo onettiano la prostituta que se tentaba con entregarle el alma al soñador iba cantando partes de Confesión y cuando Annelise revisó la escena tuvieron que explicarle quién fue Discepolín y ella dijo Hay un tema de Fito que iría mucho mejor y les cantó Giros esbozando una serie de acciones de una sensualidad tan voladora que el guión quedó rectficado ipso facto.


-Así que el EXTRAORDINARIO REENCUENTRO DE FLOWER fue un TERRIBLE QUILOMBO. Dame otro cigarrillo -chasquea los dedos la chiquilina, fingiendo divertirse.

-Quilombo y medio. Imaginate lo que puede llegar a ser mañana. Aunque tu madre quedó ronquísima. No sé cómo va a-

-Pero no sabés lo mejor, corazón. MAÑANA HAY APAGÓN EN TODA LA ZONA!!!! -levantó los puños Annelise como para gritar un gol. -DESDE LAS 19 HASTA LAS 24: UTE LO ANUNCIÓ POR LA TELE!!!!

-Shhhh.

De golpe tengo miedo, pero no sé de qué.

-¿Qué te dijo mi padre ahí abajo? -cambió de rostro la muchacha-mujer. -Estuve esperándote en la ventana desde que Paloma se durmió. Vi todo.

-Tu padre sabía todo. Desde ayer.

-Qué basura.

-Y qué actor. Sos hija de dos tigres, chiquita.


Y a Matías se le ocurrió cantar Giros a medias y cuando Annelise berreaba una frase él contestaba con una especie de alarido jadeante y terminaron por juntarse de espaldas hasta que el revuelo anaranjado de la cabeza de la muchacha pareció embravecer la primavera y acabaron gritando al unísono y dijiste No creo que se pueda inventar un coito más delicado y más fuerte en ningún escenario pero cuando Flor lo vea es capaz de degollarnos.


-Qué basura, por Dios.

Dijo Dios.

-Si por lo menos tuviera una mina en serio, el cerdo -aplastó el cigarrillo y se tomó medio vaso sin respirar Annelise. -Yo lo perdonaría.

-No tomes así. Tiene una mina en serio. Y se quiere volver a casar.

Entonces ella liquida el vaso y baja la cara hasta cubrirse con el turbión de pelo color miel.

-¿Por casualidad sabés qué edad tiene la loca?

-Tres años más que vos.

-¿Y CÓMO SABÉS TANTO? ¿VOS ANDÁS EN EL AGUANTE DE PENDEX, TAMBIÉN?

-SHHHH.


Degolladores sobran gritó Flor desde la puerta y taconeó entre la luz oblicua donde remolineaba una especie de humareda de polen y agregó Prometo que nunca más me asomo a vichar sin permiso y aunque no entiendo nada les aseguro que esta guacha está actuando desde que le pegaron la primera palmada y lloró como una diosa.


Entonces suena el teléfono.

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