CAPÍTULO 5
CUADRAGESIMOCUARTA ENTREGA
La caza: Cuando el corazón es un cazador solitario
Las fases más tardías del amor
La danza del cuerpo y el alma
Con sus cuerpos las mujeres viven muy cerca de la naturaleza de la Vida / Muerte / Vida. Cuando las mujeres están en su sano juicio instintivo, las ideas e impulsos que las inducen a amar, crear, creer y desear, nacen, viven su tiempo, se desvanecen y mueren y vuelven a nacer. Se podría decir que las mujeres ponenen práctica este concepto de una manera conciente o inconciente en cada ciclo lunar de sus vidas. Para algunas, la luna que indica los ciclos está en el cielo.
Para otras es la Mujer Esqueleto que vive en su psique. Desde su propia carne y sangre y desde los constantes ciclos que llenan y vacían el rojo jarrón de su vientre, una mujer comprende física, emocional y espiritualmente que los cenits se desvanecen y expiran y que lo que queda renace con formas inesperadas y por medios inspirados para reducirse de nuevo a nada y ser concebido otra vez en toda su gloria. Como se puede ver, los ciclos de la Mujer Esqueleto discurren en toda la mujer, a través de ella y por debajo de ella. No podría ser de otro modo.
A veces, los hombres que todavía huyen de la naturaleza de la Vida / Muerte / Vida temen a semejante mujer, pues intuyen que es una aliada natural de la Mujer Esqueleto. Sin embargo, no siempre fue así. El símbolo de la muerte como transformadora espiritual es un vestigio de una época en la que la Dama de la Muerte era acogida como un pariente cercano, como una hermana, un hermano, un padre, una madre o un amante. En la imaginería femenina, la Mujer de la Muerte o la Doncella de la Muerte siempre se ha considerado la portadora del destino, la hacedora, la doncella de la cosecha, la madre, la paseante fluvial y la re-creadora; todas ellas siguiendo un ciclo.
A veces quien huye de la naturaleza de la Vida / Muerte / Vida insiste en considerar el amor como algo exclusivamente positivo. Pero el amor en su plenitud es toda una serie de muertes y renacimientos. Abandonamos una fase, un aspecto del amor, y entramos en otra. La pasión muere y regresa. El dolor se aleja y aparece de nuevo. Amar significa abrazar y, al mismo tiempo, resistir muchos finales y muchísimos comienzos... todos en la misma relación.
El proceso se complica por el hecho de que buena parte de nuestra supercivilizada cultura tiene dificultades para tolerar lo transformativo. Sin embargo, hay otras actitudes mejores para abrazar la naturaleza de la Vida / Muerte / Vida. En todo el mundo, aunque se la conozca con distintos nombres, muchos ven esta naturaleza como un baile con la Muerte; la Muerte que tiene por pareja de baile a la Vida.
Allá arriba en la tierra de las dunas de los Grandes Lagos donde me crié, vivían personas que todavía utilizaban en su lenguaje las expresiones propias de las Sagradas Escrituras. La señora Arle Scheffeler, una anciana amiga de mi infancia de cabellos plateados que había perdido a su único hijo en la Segunda Guerra Mundial, seguía aferrada a esta arcaica prosa. Una noche estival me atreví a preguntarle si todavía echaba de menos a su hijo y ella me explicó amablemente su sentido de la vida y la muerte, utilizando unos términos apropiados para la comprensión infantil. El relato que ella crípticamente llamaba "El rayo muerto" (8) decía en parte lo siguiente: Una mujer recibe en su casa a un extraño viajero llamado Muerte. Pero la anciana no tiene miedo. Al parecer, sabe que Muerte da la vida y no sólo administra la muerte. Está segura de que Muerte es la causa de todas las lágrimas y de todas las risas.
Da a Muerte la bienvenida y le dice que lo ha querido cuando "todas mis cosechas estallaban y cuando todos mis campos languidecían, cuando mis hijos nacían y cuando mis hijos morían". Le dice que lo conoce y que ella es su amiga: "Tú has sido la causa de mi gran llanto y de mis danzas, Muerte. ¡Por consiguiente, ahora puedes proclamar a gritos el inicio de la danza! ¡Me conozco los pasos!"
Para poder amar, bailamos con la Muerte. Habrá desbordamientos y sequías, habrá nacimientos vivos y nacimientos muertos y nacimientos renacidos de algo nuevo. Amar es aprender los pasos. Amar es bailar la danza. La energía, el sentimiento, la intimidad, la soledad, el deseo, el tedio, todo sube y baja en ciclos relativamente seguidos. El deseo de intimidad y de separación crece y disminuye. La naturaleza de la Vida / Muerte / Vida no sólo nos enseña a bailar todas esas cosas sino que, además, nos enseña que la solución del malestar es siempre lo contrario; por consiguiente, el remedio del aburrimiento es una nueva actividad, la intimidad con otro es el remedio de la soledad, el aislamiento es el remedio cuando uno se siente agobiado.
Cuando no conoce esta danza, la persona muestra tendencia, durante los distintos períodos de estancamiento, a expresar la necesidad de nuevas actividades personales gastando demasiado dinero, corriendo peligros, haciendo elecciones temerarias, tomando un nuevo amante. Es el comportamiento propio de los tontos o los insensatos. Es el comportamiento propio de los que no saben.
Al principio, todos pensamos que podemos superar el aspecto muerte de la naturaleza de la Vida / Muerte / Vida. Pero, en realidad, no es así. Éste nos sigue a trompicones hasta el interior de nuestras casas, hasta nuestra conciencia. Si no lo hacemos por otro medio, adquirimos conocimiento de esta naturaleza más oscura cuando reconocemos que el mundo no es un lugar justo, que las ocasiones se pierden, que las oportunidades se nos presentan inesperadamente, que los ciclos de la Vida / Muerte / Vida prevalecen tanto si queremos como si no. Y, sin embargo, si vivimos tal como respiramos, inspirando y espirando, no podemos equivocarnos.
En este cuento se producen dos transformaciones, la del cazador y la de la Mujer Esqueleto. En términos modernos, la transformación del cazador tiene lugar de la siguiente manera. Primero es el cazador inconciente. "Hola, soy yo. Estoy pescando y voy a lo mío." Después es el cazador asustado que huye. "¿Cómo dices? ¿Quieres hablar conmigo? Perdona, tengo que irme." Ahora reconsidera su postura, empieza a desenredar sus sentimientos y descubre un medio de relacionarse con la Mujer Esqueleto. "Mi alma se siente atraída por ti. ¿Quién eres realmente, cómo estás hecha?"
A continuación, se queda dormido. "Me fiaré de ti. Me atrevo a mostrar mi inocencia." Derrama una lágrima de profundo sentimiento y ésta alimenta a la Mujer Esqueleto. "Llevo mucho tiempo esperándote." Su corazón está dispuesto a crearla por entero. "Aquí tienes, toma mi corazón y vuelve a la vida en mi vida." Y, de esta manera, el cazador-pescador es amado a cambio. Es la típica transformación de la persona que aprende a amar de verdad.
Las transformaciones de la Mujer Esqueleto siguen una trayectoria ligeramente distinta. Primero, como la naturaleza Vida / Muerte / Vida, está acostumbrada a que sus relaciones con los seres humanos terminen inmediatamente después de la pesca inicial. No es de extrañar que derrame tantas bendiciones sobre aquellos que se toman la molestia de acompañarla, pues está acostumbrada a que las personas corten el anzuelo y regresen corriendo a la orilla.
Primero es rechazada y exiliada. Después es atrapada accidentalmente por alguien que le tiene miedo. A partir de un estado inerte empieza a regresar a la vida; come, bebe de aquel que la ha pescado, se transforma gracias a la fuerza del corazón de su pescador y a la fortaleza que éste pone de manifiesto al atreverse a mirarla y a mirarse a sí mismo cara a cara. Entonces deja de ser un esqueleto y se convierte en un ser vivo. Es amado por él y él lo es por ella. Le otorga poderes tal como él se los otorga a ella. Ella, que es la gran rueda de la naturaleza, y él, el ser humano, viven ahora en recíproca armonía.
Vemos en el cuento qué es lo que la Muerte exige del amor. Exige su lágrima -su sentimiento- y su corazón. Exige que se la ame. La naturaleza de la Vida / Muerte / Vida pide a los amantes que se enfrenten inmediatamente con ella, que no se acobarden ni la esquiven, que su compromiso signifique algo más que "estar juntos", que su amor se base en la combinación de su capacidad de aprendizaje y de su fuerza para enfrentarse con esta naturaleza, que la amen y bailen junto con ella.
La Mujer Esqueleto canta para poder adquirir un cuerpo lozano. Este cuerpo que la Mujer Esqueleto evoca con su canto es válido en todos los sentidos; no es un conjunto de partes y piezas de carne de mujer idolatradas por algunos en ciertas culturas sino un cuerpo femenino entero capaz de amamantar a los hijos, hacer el amor, bailar y cantar y sangrar sin morir.
Esta recuperación de la carne por medio del canto es otro tema popular muy común. En los cuentos africanos, papúes, judíos, hispánicos e inuit, los huesos se transforman en una persona. La mexicana Coatlicue extrae seres humanos maduros de los huesos de los muertos del mundo subterráneo. Un chamán tlingit le quita cantando la ropa a la mujer que ama. En los cuentos de todo el mundo el fruto de los cantos es la magia. Y en todo el mundo las distintas hadas, ninfas y gigantas tienen unos pechos tan largos que se los pueden echar sobre los hombros. En Escandinavia, entre los celtas y en la región circumpolar, los cuentos hablan de mujeres capaces de crear sus cuerpos a voluntad.
Vemos en el cuento que la entrega del cuerpo es una de las últimas fases del amor. Eso es lo que tiene que ser. Es bueno dominar las primeras fases de la unión con la naturaleza de la Vida / Muerte / Vida y dejar para después las experiencias directas cuerpo a cuerpo. Quiero advertir a las mujeres contra el peligro de un amante que quiere pasar de la pesca accidental a la entrega del cuerpo.
Conviene pasar por todas las fases. Si se hace así, la última fase vendrá por sus pasos contados y la unión corporal se producirá a su debido tiempo. Cuando la unión empieza por la fase del cuerpo, el proceso de enfrentarse con la naturaleza de la Vida / Muerte / Vida puede producirse más tarde... pero exige más valor. Es una tarea más dura, pues, para poder llevar a cabo el trabajo de los cimientos, el ego del placer se tiene que apartar de su interés carnal. El perrito del cuento de Manawee nos muestra lo difícil que resulta recordar en qué camino se encuentra uno cuando el placer estimula los nervios.
Por consiguiente, hacer el amor es fundir el aliento y la carne, el espíritu y la materia; lo uno encaja en lo otro. En este cuento vemos la unión de lo mortal con lo inmortal, tal como debe ser en una auténtica relación amorosa duradera. Existe una relación inmortal de alma con alma que nos cuesta describir o tal vez decidir, pero que experimentamos en lo más profundo de nuestro ser. En un maravilloso cuento de la India un ser mortal toca el tambor para que las hadas puedan danzar en presencia de la diosa Indra. A cambio de este servicio, al hombre se le concede un hada por esposa. En la relación amorosa se produce algo muy parecido; el hombre que establece una relación de colaboración con el reino psíquico femenino, que para él es misterioso, recibe una recompensa a cambio.
Al final del cuento, el pescador se identifica aliento con aliento y piel con piel con la naturaleza de la Vida / Muerte / Vida. El significado de esta relación es distinto en cada hombre. Y la manera de experimentar esta relación es también distinta. Sólo sabemos que, para poder amar, tenemos que besar a la bruja y algo más que eso. Tenemos que hacer el amor con ella.
Sin embargo, el cuento también nos enseña cómo establecer una satisfactoria relación de colaboración con aquello que más temernos. Ella es justo aquello a lo que el hombre tiene que entregar su corazón. Cuando el hombre se funde con la Mujer Esqueleto, símbolo de lo psicológico y lo espiritual, se une íntimamente con ella y, como consecuencia de esta unión, se une íntimamente con su amante. Para encontrar a esta eminente asesora de la vida y el amor, basta con dejar de correr, con desenredar algunas cosas, enfrentarse con la herida y con la propia ansia de compasión y poner todo el corazón en ello.
Por consiguiente, cuando al final se cubre de carne, la Mujer Esqueleto escenifica todo el proceso de la creación, pero, en lugar de empezar como una criatura recién nacida, tal como a los occidentales se les enseña a pensar en la vida y la muerte, empieza como un montón de viejos huesos, a partir de los cuales se recubre de carne y cobra vida. Ella es la que enseña al hombre a vivir una nueva existencia. Ella le enseña que el camino del corazón es el camino de la creación.
Le muestra que la creación consiste en una serie de nacimientos y muertes. Le enseña que las actitudes protectoras no conducen a nada, que el egoísmo no crea nada, que con los recelos y los gritos no se consigue nada. Lo único capaz de crear es el hecho de soltarse y de entregar el corazón, el gran tambor, el gran instrumento de la naturaleza salvaje.
Así tiene que funcionar la relación amorosa, cada miembro de la pareja transformando al otro. La fuerza y el poder del uno se desenreda y se comparte. Él le entrega a ella el tambor del corazón. Ella le entrega a él el conocimiento de los ritmos y las emociones más complicadas que imaginar se pueda. ¿Quién sabe qué cazarán juntos? Sólo sabemos que recibirán alimento hasta el final de sus días.
Notas
(8) Es un resumen de un cuento muy largo que, para contarse como es debido, suele exigir "tres noches durante la estación de los relámpagos".
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