DECIMOTERCERA ENTREGA
DOS: PAN AMASADO POR EL DIABLO (2)
5
La mujer de Abel había quedado en volver a llamarlos el domingo de mañana. Pero a lo mejor merecemos un milagro.
-Poeta -casi gritó Flor en el teléfono, y Abel cerró los ojos se mordió el labio y se frotó la calva antes de rogar: -Esperá un momento, vieja.
-Te escucho -digo después de vaciar el segundo vaso de vino y traerme otro al teléfono.
-Ya está todo arreglado: alquilé los equipos y los instrumentos -ronqueó la mujer. -Ensayamos mañana en el Marítimo, a partir de las ocho. Ringuito y Brian pueden, y espero que vos también.
-¿Lo qué?
-¿Qué te pasa, loco? ESTAMOS LOS CUATRO JUNTOS, OTRA VEZ. ¿Cuántas veces hablamos de resucitar a Flower un rato, por lo menos? Escuchá: si el ensayo sale bien podemos tocar el domingo para que nos oigan los pendex y sepan lo que fueron los verdaderos sixties. ¿Okey?
Lo mejor de la banda no era el órgano electrónico ni los equipos los parlantes los mcirófonos y hasta la consola que llegaron a tener invirtiendo peso a peso lo ganado en cuatro años de actuaciones en bailes festivales radios y televisión sino el originalísimo repertorio de covers que mezclaban a los Beatles los Rolling Stones y los Dave Clark Five con los apenas difundidos Peter and Gordon o Paul Revere and the Riders y hasta los exóticos Young Rascals conseguidos gracias al espionaje del representante en el archivo de CX 8 y fundamentalmente el yeito de los duetos aterciopelados por la garra romántica de Flor o sus solos rockeros donde parecía un ángel con los cables pelados.
-Flor -trató de atenuar un resoplido. -No estoy para tocar, de verdad. Ando muy cansado. ¿Ya llegó Annelise?
-No. Me acaba de llamar desde lo de Cecilia. Dice que ya la traen. Y recién volvió a llamar el hijo de puta que se pajea en el teléfono nombrando a la actriz, también. Pero vos no estás para tocar. Vos querés hacer un espectáculo teatral rato como perro verde para que vayan a verlo nada más que los amigos los parientes y los pajeros.
-Flor, tratá de entender. Mi mujer está en México porque se murió el padre y yo-
-Ya sé. Pero se llevó a tu hijo, por lo menos. Yo tengo que bancarme a las tres boludas mías todo el día y me animo y toco igual.
-Pero yo ni siquiera me acuerdo de una puta canción de las que tocábamos. ¿Entendés?
-¿Estás con copas, no? Mirá: podemos llevar whisky al ensayo. O preparar caipirinha. Yo me acuerdo de todas las canciones: las sueño todos los días. Me acuerdo de mis voces de las tuyas. Y de los acordes. Probamos con seis o siete, nomás. Dale, Abel. No seas malo.
Flor hacía vida normal aunque tenía prohibida la mayoría de los medicamentos y cada gripe era un drama y cada extracción dental era un round de picana eléctrica aunque lo que le complicaba verdaderamente la vida era la superaceleración que se le desencadenaba de golpe en escena hasta que ustedes la reprimían gritándole Sweet Flower como quien grita Okey boys y ella torcía hacia atrás sus ojos de oro herido.
Abel tomó un gran trago de Termidor y dijo:
-No. No soy malo, vieja. Es que no tengo tiempo. De verdad. Si querés nos juntamos a tomar unas copas y a charlar. Cuando vuelva Candela. El jueves ya estás aquí.
Flor cortó violentamente. Lo único que me falta es que me inviten a jugar a los cow-boys a la cantera.
-SOCORRO -gritó Paloma, y Abel se abalanzó en otro espectacular doble salto hasta la cama de su hija.
Socorro gritó Flor una vez al bajar del escenario del Parque Hotel Hoy salió tan divino que sentí que en lugar de dos tetas tenía dos corazones.
Paloma estaba soñando, y no se despertó. A lo mejor merecemos un milagro.
6
Al rato volvió a sonar el teléfono, y Abel avanzó sonriendo y haciendo un receloso equilibrio con su vaso. Ahora sí.
-Escuchame -ladró Flor. -¿No podrías dejar de prestarle a mi hija esos libros de porquería, por lo menos? Acabo de pescarle otro.
Madre de Dios.
-¿Oíste? -insistió la voz flemosamente envejecida. -ES UNA MENOR DE EDAD, LOCO. ¿TE OLVIDASTE? NO LA HAGAS TRAER MÁS MIERDA DE LA QUE HAY EN EL MUNDO A ESTA CASA DE MIERDA. PRESTALE AL CHE GUEVARA, LOCO!!!! O YA NO TE ACORDÁS DE NADA????
-Bukowski es un genio.
La mujer perdió aire.
-Mirá -aprovecha para murmurar. -Yo apenas leí dos cuentos pero me alcanzó y me sobró. El otro día le robé un libro a Annelise donde lo único es follar follar FOLLAR-
-Sweet Flower.
-Minga, Sweet Flower. Te digo más: ¿sabés quién sería el principal admirador de Bukowski si le diera por leer cuentos? El cerdo de mi marido.
El equilibrio en escena era perfecto porque Flor enloquecía a cuanto varón no tuviera el corazón celestemente fajado y Brian a cuanta hembra no aullara con amor a la hora del lobo y entre ellos se afirmaba la comunicación adorador-estatua que les hizo conservar el altar florecido durante unos cuantos años.
-Hacía muchísimo que no veía a tu marido -trato de bifurcar el tema.
-DE ESE CERDO NO ME HABLES!!!! Ese es PEOR que Bukowski. Decime una cosa, petiso: ¿cuántos años te comiste al final, entre cana y exilio?
-Casi diez.
-¿Te acordás cuando nos encontramos en Cuernavaca?
-Cómo no.
-Fue precioso. ¿Te acordás que no me querían dejar entrar en aquella cantina pestosa y yo metí pechera igual que en la esquina de Caramurú y Grito de Gloria y terminé cantándoles Chiquitita a los matones?
-Me acuerdo.
Flor se volvió a ahogar.
-Mañana ensayamos en el Marítimo a partir de las ocho -sentenció con voz lívida. -O Annelise no actúa más.
Y colgó. Desgraciada.
El día que la prensa confirmó el asesinato del Che tenían un cumpleaños de quince en Carrasco y Flor no aparecía por ningún lado y al final la encontraron en la Plaza Virgilio tomando vermut como un linyera y les dijo Hay bruta niebla che al que me hable de cantarle esta noche a los pitucos soy capaz de caparlo de un botellazo.
-¿Por qué no llama mamá? -preguntó Paloma recortada sobre la oscuridad de su cuarto, descalza.
Está llorando otra vez. Abel prensó los ojos y de golpe besó el vino y dijo:
-Abba. Vení, vieja. Vamos al escritorio.
-No. No me quemes más la cabeza, por favor. QUIERO HABLAR CON MAMÁ. ESTOY PODRIDA DE QUE ME LEAS POEMAS.
-No va a ser un poema. Tranquila. Sentate allí un momento y escuchá.
-Esos discos son viejísimos.
Acá está. La canción era de un grupo sueco muy comercial que se llamaba Abba y estaba de moda en México y en todo el mundo cuando nació Paloma.
-El día que cumpliste un año llovía una barbaridad. Y te regalamos esto -explico. -Armamos un tocadiscos portátil en el suelo del cuarto y te despertamos con esta canción. Te encantaba.
Che estas suecas con más gronchas que Cantinflas pero a veces te hacen volar el bobo comentó Flor en tu casa de Cuernavaca la noche que terminaste jugando al Cónsul de Lowry en las cantinas.
Y escucharon el semidestruido disco simple y cuando las cantantes aullaron Chiquitita sabes muy bien / que leas penas vienen y van y desaparecen / otra vez vas a bailar / y será feliz como florecen que florecen / chiquitita no hay que llorar / las estrellas brillan por ti allá en lo alto Abel sintió que el eje de su hija volví al ángulo de infancia que le correspondía.
-Ponelo otra vez -pide mansamente Paloma, y yo empiezo a sentirme abrigado por la lluvia.
7
-Pero qué alma podrida que resultó esa Flor -dijo Matías Jr. (el director / actor / co-guionista) cuando Abel lo llamó por teléfono al otro día temprano, después de haber escuchado Chiquitita con Paloma hasta las once y media de la noche. -¿No querés que te preste una peluca de mi mujer para el recital?
La doble carcajada fue interrumpida por los furibundos estornudos de Matías.
-Nunca es triste la verdad: lo que no tiene es remedio -aprovechó para quejarse líricamente Abel. -Menos mal que Paloma ya está tranquila, gracias a Abba. Se fue a pasar el día a la casa de una amiga.
-Che: ¿y ese tal Ringuito se acordará de algo? Mirá que los bateros pierden mucho la mano.
-Andá a saber qué fue de la vida de Ringuito, loco. Ese sí que puede haber resultado un terrible tiro al aire.
Brian y Flor cumplían un año de novios y Ringuito pasó a buscarte para ir al festejo y te encontró sumergido en otra escandalosa crisis otoñal y cuando no tuviste más remedio que explicarle lo de la niebla y la parca largó su clásica risita estilo Pájaro Loco y dijo Entonces si viviéramos en Londres habría que sacarte del ataúd todas las noches para llevarte a tocar y agregó con una guiñadita Tendrías que seguir el ejemplo de Brian petiso conseguirte una Virgen y tirártele arriba y se te acaba todo.
Los dos maderos carcomidos que les habían regalado para la escenografía estaban guardados en el depósito de bicicletas, en planta baja. No voy a aguantar el peso. Abel cargaba el termo y el mate con el brazo izquierdo y bamboleaba los postes llenos de clavos como lanzas en ristre, pero tenía que irse parando cada diez o quince metros y apoyarse en los muretes todavía húmedos de los jardines. No puedo más. En cada parada cambiaba las cosas de brazo pensando al mismo tiempo en la tristeza de su figura y en la posible ayuda de algún vecino o alma caritativa circundante. Nadie nos da pelota, Negro Jefe. Al cruzar Caramurú y pasar frente a El reenganche se acordó del ensayo nocturno que le habían forzado a pactar con los fantasmas y se sintió casi literalmente crucificado. Pero tiene razón Serrat: no deja de ser hermoso. Y recién a los cuarenta y cuatro años entendió que los hombres no le temen de verdad al dolor sino a la desesperanza.
Tiene razón Ringuito cómo voy a poder seguir viviendo si no aparece una Virgen para darme a besar su corazón pensabas al otro día llorando boca abajo en la almohada.
Mi hermana no sale a atender la puerta y pienso que debe estar hacer haciendo algún mandado. Abel entró por el largo patio lateral, que lindaba con El reenganche. Cómo le habrá ido a Annelise con el Gargolita. El pequeño hombre barbudo calvo y ya barrigón avanzó hacia los fondos de su casa de infancia vuelta a alquilar por Ma-Sa, y a mitad de camino se detuvo sin soltar los postes: había visto abierta la puerta de su ex-pieza de soltero, ahora utilizada para guardar cachivaches. Esa puerta casi nunca queda abierta. Entonces depositó cuidadosamente toda su carga en una parte no encharcada del mosaico y caminó en puntas de pies hacia el gomero que cubría el tragaluz.
Y aprendiste a esperar sin creer nada más que en la nada y una tarde muy gris te habías tirado a rezarle señales de humo al cielorraso y escuchaste a Flor gritar Abrime poeta que me muero de frío y cuando la viste entrar acompañada por una amiga que se llamaba Gabi y quería prepararse para un examen de literatura ni siquiera te asombraste y Flor dijo Los dejo solo y el paisaje de una mansa belleza quinceañera bastó para insolarte.
Mientras me encaramo en el gomero para espiar por el tragaluz las grandes hojas satinadas me lavan el sudor con la lluvia de anoche. Abel estaba seguro de lo que iba a ver. Y entonces soy capaz de ofrecerle a mi hermana -que sólo puede haberse encerrado allí para rezar, prolongando una especie de ritual submarino que heredamos de mi padre- la sonrisa de resurrección que exigen las circunstancias.
8
-Así Que Abba -prendió un cigarrillo Ma-Sa. -Qué precioso milagro. No entiendo por qué te molesta tener que volver a tocar con los muchachos.
-Muchachos -me río buscando las herramientas para limpiar los postes de los clavos.
-A mí me hubiese encantado tener una reunión esta noche. Y cantar cosas de los Beatles.
-Hacé una fiesta con tu marido y chau. Son las mejores.
Ma-Sa no contestó. Demasiado temprano para fumar.
Llevaban un año de novios con Gabi cuando murió tu abuela y la velaron en el comedor y tu madre organizó una guardia fúnebre de lloronas rotativas donde participó Ma-Sa con ocho años y Gabi con dieciséis mientras Flor arrastraba a Brian hasta tu pieza previo pedido de la llave.
-¿No leíste los diarios, Abel?
-No leo los diarios.
-Está casi comprobado que el degollador vive en Carrasco.
-Y por qué te da pena.
Los ojos de Ma-Sa espejaron la cristalinidad chorreante de las hojas del gomero, sin que Abel alcanzara a verlos. Esta troja de clavos da para crucificar a un pueblo.
-No sé. Siento como si acabara de perder otra virginidad -agregó la mujer / muchacha. -Recién a los treinta y cuatro años me doy cuenta que uno está en la trinchera eterna. Bomba bomba bomba. Es un descubrimiento tan estúpido.
Abel apoyó el martillo y la pinza en el suelo para cebar un mate. Esta pieza es terrible.
Hasta que en cierto momento te acercaste a acariciarle el pelo a Gabi y tu madre te clavó unos ojos desbordados de piedad podrida y miró el ataúd y ordenó suavemente Dale un beso a tu abuela Abelito y al apoyar los labios en la frente del cadáver sentiste que se manchaban con la viscosidad de una montaña hueca y sin fondo.
-Lo que pasa es que en la trinchera también se puede amar ordenadamente -dijo Abel. Todo es cuestión de práctica.
Palabras palabras palabras.
-Estoy deshecha, Abel. ¿No te expliqué que acabó de perder otra virginidad? ¿O sos sordo?
-Qué pasó.
-Mi marido volvió a orinar con sangre. Esta mañana. Hay que empezar todo de nuevo: los análisis la operación la quimioterapia. Todo.
Entonces nos miramos y nos sentimos bien. Ya estamos para otra bomba.
-La joda es que a veces se te vuelve muy bravo explicarle a un paciente lo que es la fe -se reincorporó combativamente Ma-Sa. -Me parece que están golpeando.
-Desde aquí no se oye.
-Si golpeás mucho se oye.
Qué viva: el problema es tener aguante para seguir creyendo que te van a abrir. Ma-Sa aplastó el cigarrillo y corrió por el patio.
Flor estaba contando chistes verdes en la cocina y te vio aparecer con la boca manchada por el cadáver y corrió a buscar a Gabi y en menos de cinco minutos estaban acostados en la piecita mientras Flor les hacía de campana y la sangre de Gabi quedó resplandeciendo como una rosa bajo el amanecer.
-Abel: te buscan.
-Que pasen -aúllo tironeando un clavo ferruginoso.
-¿Todo bien? -ladeó dulcemente la cabeza Annelise.
No hay comentarios:
Publicar un comentario