martes

EL SECRETO DE LA FLOR DE ORO - C. G. JUNG / RICHARD WILHELM


TRIGESIMOTERCERA ENTREGA


EL MODO VIVIENTE DEL CURSO
CIRCULAR DE LA LUZ

FÓRMULA MÁGICA PARA EL VIAJE A LA LEJANÍA (2)

Pero los detalles de eso deben explicarse acabadamente cuando el hombre observa algo, oye algo, ojos y oídos se mueven y siguen a las cosas hasta que hayan partido. Estos movimientos son súbditos de todo y, cuando el Soberano Celestial los sigue en sus tareas, ello significa: convivir con demonios.

Ahora bien, cuando se convive con hombres, no con demonios, en cada movimiento, cada estarse quieto, el Soberano Celestial es el verdadero hombre. Cuando se mueve, y uno se mueve al par de él entonces el movimiento es la raíz del Cielo. Cuando está quieto, y uno Meditación.

Etapa cuarta. El centro en medio de las condiciones está quieto al par de él, entonces la quietud es la caverna de la Luna. Cuando continúa incesantemente con movimiento y quietud, seguir conjuntamente con él incesantemente con movimiento y reposo; cuando asciende y desciende en inspiración y espiración, ascender y descender conjuntamente con él en inspiración y espiración: esto es lo que se llama ir y venir entre raíz del Cielo y caverna de la Luna. Cuando el Corazón Celestial todavía conserva tranquilidad, el movimiento antes del tiempo correcto es una falta de la blandura. Cuando el Corazón Celestial ya se ha movido, el movimiento que le sigue detrás para corresponderle es una falta de la rigidez. Así que el Corazón Celestial se agite, uno debe de inmediato, con íntegra disposición, alzarse hacia arriba, a la casa de lo Creativo: así la Luz del espíritu ve la cima, que es el conductor. Este movimiento corresponde al tiempo. El Corazón del Cielo se eleva a la cima de lo Creativo, ahí se extiende en plena libertad.

Entonces quiere de repente profunda quietud, y uno debe introducirlo sin tardanza, con íntegra disposición, en el Castillo amarillo. Así ve la luz del ojo la morada central amarilla del espíritu. Cuando entonces llegan deseos de quietud, no surge un solo pensamiento; el que mira hacia dentro olvida de repente que mira. Para ese tiempo cuerpo y corazón deben ser dejados completamente libres.

Todos los enredos han desaparecido sin rastros. Entonces tampoco sé ya en qué lugar está mi casa del espíritu y crisol. Si uno quiere asegurarse de su cuerpo, no puede ello alcanzarse. Este estado es el penetrar del Cielo en la Tierra, el tiempo en que todos los prodigios vuelven a su raíz. Ello ocurre cuando el espíritu cristalizado entra en el espacio de la fuerza.

El Uno es el curso circular de la Luz. Cuando se comienza, está en primer lugar todavía disperso, y uno quiere concentrarlo; los seis sentidos no están activos. Esto es el cuidado y nutrición del propio origen, el llenar hasta los bordes el aceite, cuando uno va para recibir la vida. Cuando, entonces, se está tan lejos como para haberlo concentrado, uno se siente liviano y libre y no tiene ya la necesidad de tomarse el más pequeño trabajo. Esto es la tranquilización del espíritu en el espacio de los antepasados, el tomar posesión del Cielo anterior.

Cuando, entonces, se está tan lejos como para que cada sombra y cada eco esté extinto, de manera que uno está enteramente quieto y firme, esto es la salvaguardia de la caverna de la fuerza, donde todo lo prodigioso retorna a la raíz. No se cambia el lugar, pero el lugar se divide. Éste es el espacio incorpóreo, ahí mil lugares y diez mil lugares son un lugar. No se cambia el tiempo, pero el tiempo se divide. Éste es el tiempo inmedible, ahí todos los eones son como un instante.

En tanto que el corazón no ha alcanzado el supremo reposo, no puede moverse. Uno mueve el movimiento y olvida el movimiento; esto no es el movimiento en sí. Por lo tanto se dice: si uno excitado por las cosas externas, se mueve, esto es la pulsión del ser. Si uno se mueve, no excitado por las cosas externas, esto es el movimiento del Cielo. El ser que está confrontado al Cielo puede caer y deslizarse bajo el señorío de las pulsiones. Las pulsiones se basan en que hay cosas externas. Son pensamientos que sobrepasan su propia situación. Entonces movimiento lleva a movimiento. Pero cuando ninguna idea surge, nacen las ideas correctas. Ésa es la verdadera idea. Cuando las cosas están en reposo, cuando uno está enteramente firme, la liberación del Cielo se mueve de repente, ¿no es éste un movimiento sin finalidad? El obrar en el no-obrar tiene precisamente esa significación.

En lo que concierne al comienzo de la poesía, los primeros dos versos se refieren enteramente a la actividad de la Flor de Oro. Los dos versos siguientes se ocupan de la recíproca conversión de Sol y Luna uno en otro: El sexto mes es el adherir (Li), el fuego. La nieve blanca que vuela es lo oscuro polar verdadero en medio del signo del fuego que está a punto de volcarse en lo Receptivo. La tercera guardia es lo Abismal (Kan), el agua. El disco del Sol es la raya polar una en el signo  de agua, que está a punto de volcarse en lo Creativo. Está allí contenida la manera cómo se toma el signo de lo Abismal y la manera cómo se revierte el signo del adherir.

Las dos líneas siguientes se ocupan de la manifestación de la lanza del gran carruaje, al ascender y descender de la liberación polar íntegra. El agua es el signo de lo Abismal, el ojo es el viento de lo Suave (Sun). La luz del ojo ilumina en la casa de lo Abismal y rige ahí la simiente de la gran Luz. "En el Cielo" significa la casa de lo Creativo. (Kien)

"Peregrinando se come la fuerza del espíritu de lo Receptivo." Esto muestra cómo el espíritu penetra en la fuerza; cómo el Cielo penetra en la Tierra; esto acontece para nutrir el fuego.

Las dos últimas líneas indican finalmente el misterio más profundo, del que uno no se puede privar desde el comienzo hasta el fin. Es el lavado del corazón y la purificación de los pensamientos; es el baño. La ciencia santa se inicia con el conocimiento de dónde detenerse, y su terminación es el detenerse en el bien supremo. Su comienzo está más allá de la polaridad, y también desemboca más allá de ésta.

El Buda habló de lo efímero, creador de la conciencia, como principio fundamental de la religión. Y en nuestro taoísmo el Trabajo íntegro para consumar esencia y vida se halla incluido en la expresión "producir lo vacío". Las tres religiones todas concuerdan en la proposición una, encontrar el Elixir espiritual, para pasar de la muerte a la vida. ¿En qué consiste este Elixir espiritual? Significa: permanecer siempre en lo sin finalidad. El secreto profundo del baño, que es el más profundo de nuestra enseñanza, es limitado de este modo al Trabajo de hacer vacío el corazón. Con ello se tranquiliza el corazón. Lo que aquí he revelado con una palabra es el fruto de fatigosa labor.

Si vosotros no estáis todavía en claro acerca de la medida en que las tres secciones todas pueden estar presentes en una sección, he de aclarároslo mediante la triple concentración budista sobre vacío, ilusión, Centro.

Entre las tres contemplaciones viene como primera el vacío. Se observan todas las cosas como vacías. Luego sigue la ilusión. Si bien se sabe que son vacías, uno no destruye las cosas sino que continúa sus asuntos en medio del vacío. Pero si bien no se destruye las cosas, tampoco presta uno atención a ellas: esto es la contemplación del Centro. Mientras practica la contemplación del vacío, uno sabe también que no puede destruir las diez mil cosas y, no obstante, no las toma en cuenta. De esta manera coinciden las tres contemplaciones. Pero finalmente la fortaleza reposa en la contemplación de lo vacío. Por lo tanto, cuando uno practica la contemplación de lo vacío, lo vacío está seguramente vacío, pero también la ilusión es vacía y lo central es vacío. Es necesaria una gran fortaleza para practicar la contemplación de la ilusión; entonces la ilusión es realmente ilusión, pero también lo vacío es ilusión y el Centro es también ilusión. En el camino del Centro engendra uno también imágenes de lo vacío, pero no las llama vacías sino que las llama centrales. Uno practica también contemplación de la ilusión, pero no la llama ilusión sino que la llama central. En cuanto concierne al Centro, no hay necesidad de hablar más.

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