miércoles

MUJERES QUE CORREN CON LOS LOBOS - CLARISSA PINKOLA



CAPÍTULO 5

TRIGESIMOSÉPTIMA ENTREGA

La caza: Cuando el corazón es un cazador solitario

La Muerte en la casa del amor

La incapacidad de enfrentarse con la Mujer Esqueleto y de desenredarla es el origen del fracaso de muchas relaciones amorosas. Para amar, hay que ser no sólo fuerte sino también sabio. La fuerza Procede del espíritu. La sabiduría procede de la experiencia con la Mujer Esqueleto.

Tal como hemos visto en el cuento, si uno desea ser alimentado de por vida, tiene que enfrentarse con la naturaleza de la Vida / Muerte / Vida y entablar una relación con ella. En cuanto conseguimos este propósito, ya no andamos dando tumbos por ahí en un intento de pescar fantasías, pues comprendemos que la verdadera relación la crean las muertes necesarias y los sorprendentes nacimientos.

Cuando nos enfrentamos con la Mujer Esqueleto, comprendemos que la pasión no es algo que se "va a buscar" sino algo que se genera a través de unos ciclos y se distribuye por este medio. La Mujer Esqueleto es la que nos muestra que una vida compartida en todos los incrementos y todas las disminuciones, en todos los finales y los principios crea un fiel amor sin parangón.

El cuento es una metáfora muy apropiada para el problema del amor moderno, el temor a la naturaleza de la Vida / Muerte / Vida y al aspecto de la Muerte en particular. En buena parte de la cultura occidental el carácter original de la naturaleza de la Muerte se ha envuelto en distintos dogmas y doctrinas hasta separarlo de su otra mitad que es la Vida. Nos han enseñado equivocadamente a aceptar una forma rota de uno de los más básicos y profundos aspectos de la naturaleza salvaje. Nos han enseñado que la muerte siempre va seguida de más muerte. Pero no es así, la muerte siempre está incubando nueva vida aunque nuestra existencia haya quedado reducida a los huesos.

En lugar de ser considerados contrarios, los arquetipos de la Muerte y la Vida tienen que ser vistos como un conjunto, como la izquierda y la derecha de una sola idea. Es cierto que dentro de una sola relación amorosa hay muchos finales. Pero, en algún lugar de los delicados estratos del ser que se crea cuando dos personas se aman, hay un corazón y un aliento. Cuando se vacía un lado del corazón, se llena el otro. Cuando se agota un aliento, empieza otro.

Si creemos que la fuerza de la Vida / Muerte / Vida no tiene ningún espacio más allá de la muerte, no es de extrañar que algunas personas teman concertar compromisos. Les aterra la simple posibilidad de soportar un final. No pueden soportar la idea de pasar de la galería a las habitaciones interiores. Tienen miedo, pues intuyen que en el cuarto del desayuno de la casa del amor está sentada la Dama de la Muerte, golpeando el suelo con el pie, doblando y volviendo a doblar los guantes. Tiene delante una lista de trabajo, a un lado lo que está vivo y al otro lo que se está muriendo. Y está firmemente decidida a realizar su tarea. Está firmemente decidida a mantener el equilibrio.

El arquetipo de la fuerza de la Vida / Muerte / Vida ha sido muy mal interpretado en muchas culturas modernas. En algunas ya no se comprende que la Dama de la Muerte representa una pauta esencial de la creación. Gracias a sus amorosos cuidados la vida se renueva. En muchas tradiciones populares las figuras femeninas de la muerte son objeto de representaciones espectaculares: lleva una guadaña y "cosecha" a los que menos lo esperan, besa a sus víctimas y deja los cadáveres a su espalda o asfixia a la gente y después se pasa la noche lanzando gemidos de dolor.

Pero en otras culturas como la de las Indias Orientales y la maya, que han conservado las enseñanzas acerca de la rueda de la vida y la muerte, la Dama de la Muerte envuelve a los moribundos, alivia su dolor y los consuela. En el curanderismo, dicen que da la vuelta al niño en el vientre y lo coloca boca abajo para que pueda nacer. Dicen que guía las manos de la comadrona, abre los caminos de la leche de la madre en los pechos y consuela a todos los que lloran solos. Lejos de despreciarla, los que la conocen en su ciclo completo respetan su generosidad y sus lecciones.

Desde un punto de vista arquetípico, la naturaleza de la Vida / Muerte / Vida es un componente básico de la naturaleza instintiva. En el mito y el folclore se la llama la Dama de la MuerteCoatlicueHelBerchtaKu’an YinBaba Yagá; la Dama de Blanco; la Belladona Misericordiosa; y, formando un grupo de mujeres, las griegas Graeae, las Damas Grises. Desde la Banshee, en su carruaje hecho de nubes nocturnas, hasta La Llorona de la orilla del río, desde el ángel oscuro que roza a los seres humanos con la punta de su ala hundiéndolos en un éxtasis hasta el fuego de los pantanos que aparece cuando la muerte es inminente, los cuentos están llenos de estos vestigios de las antiguas personificaciones de la diosa de la creación (2).

Buena parte de nuestro conocimiento de la naturaleza de la Vida / Muerte / Vida está contaminada por nuestro temor a la muerte. De ahí que nuestra capacidad de movernos al ritmo de los ciclos de esta naturaleza sea un tanto escasa.

Estas fuerzas no "nos hacen nada". No son ladrones que nos roban las cosas que más queremos. Esta naturaleza no es un conductor que atropella lo que más apreciamos y se da a la fuga. No, las fuerzas de la Vida / Muerte / Vida forman parte de nuestra propia naturaleza, forman parte de una autoridad interior que conoce los Pasos de la Danza de la Vida y la Muerte. Está integrada por los aspectos de nuestra personalidad que saben cuándo algo puede, debe y tiene que nacer y cuándo tiene que morir. Es una maestra muy sabia siempre y cuando nosotros sepamos aprender su ritmo. Rosario Castellanos, la mística y poeta mexicana, escribe a propósito de la entrega a las fuerzas que gobiernan la vida y la muerte:

...dadme la muerte que me falta...

Los poetas comprenden que todo carece de valor sin la muerte. Sin la muerte no hay lecciones, sin la muerte no hay oscuridad sobre la cual pueda destacar el fulgor del diamante. Mientras que los iniciados no temen a la Dama de la Muerte, nuestra cultura nos anima a menudo a arrojar a la Mujer Esqueleto desde el acantilado, pues no sólo es un personaje temible sino que, además, se necesita mucho tiempo para aprender a conocerla. Un mundo sin alma fomenta la rápida y desesperada búsqueda del filamento capaz de arder perennemente y a partir de ahora. Sin embargo, el milagro que estamos buscando exige tiempo: tiempo para buscarlo y tiempo para traerlo a la vida.

La búsqueda moderna de la máquina del movimiento continuo compite con la búsqueda de la máquina del amor continuo. No es de extrañar que las personas que pretenden amar se sientan perplejas y acosadas como en el cuento de "Las zapatillas rojas" y se entreguen a una enloquecida danza, incapaces de detener sus frenéticas evoluciones, pasando como un torbellino por delante de las cosas que más aprecian en su fuero interno.

Sin embargo, hay otra manera, una manera mucho mejor que tiene en cuenta las flaquezas, los temores y las singularidades humanas. Pero, tal como suele ocurrir en los ciclos de la individuación, casi todos nosotros nos limitarnos a pasar tropezando por encima de ella.

Notas

(2) Durante una de mis visitas a la lujuriante tierra de México sufrí un dolor de muelas y un boticario me envió a una mujer famosa por su capacidad de aliviar los dolores de muelas. Mientras me aplicaba las medicinas, la mujer me habló de Txati, el gran espíritu femenino. Deduje de su relato que Txati era una diosa de la Vida / Muerte / Vida, pero hasta ahora no he encontrado ninguna referencia en la literatura académica. Entre otras cosas, mi abuelitala curandera me dijo que Txati es una gran curandera que, al mismo tiempo, es el pecho y la tumba. Txati lleva consigo un cuenco de cobre; sí se le da la vuelta en un sentido, contiene y derrama alimento; si se le da la vuelta en el otro, se convierte en el recipiente del alma de los que acaban de morir. Txati es la que preside los alumbramientos, las relaciones amorosas y la muerte.

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