martes

LA NEGRA JEFA (Sexo, Momo & Yemanjá) - HUGO GIOVANETTI VIOLA



SÉPTIMA ENTREGA

UNO: LOS BORRACHOS VAN AL CIELO (6)

11 / EL CIELO

TATO CRUZÓ Caramurú bajo el calorazo de las dos y media, esta vez. No miró hacia la casa de Rabí. Había olvidado la pelota y tenía muy pocas ganas de tomar champagne. Tomó igual. Cuando abrió los ojos vio un hombre muy flaco y muy alto, sonriéndole en silencio. Estaba muy encima suyo, pero no se asustó. El hombre tenía una nariz de paquidermo entre unos ojos demasiado separados. Su pelambre azabache y motuda (a pesar de una considerable calva central) parecía avioletarse contra lo alto de la tarde.

-Hola -dijo. -¿Creo que me conocés por fotos, no? Soy Jerónimo Rabí: el hermano de José. Me pidió que te avisara que hoy tiene guardia todo el día. Que lo disculpes.

-Vos sos el poeta.

El hombre hizo una reverencia payasesca.

-¿Querés champagne? Es Fond de Cave.

-No. Acabo de almorzar, y me tomé una botella de vino blanco.

-Vas a hablar como un santo -preguntó Tato, empinando la cantimplora. -Tu hermano dice que cuando te pasás con las copas hablás como un santo. Aunque nadie te escuche.

Los ojos de Jerónimo parecían uvas chinches demasiado maduras. El izquierdo le bizqueaba dulcemente hacia afuera.

-No te cae mal el champagne -preguntó.

-Sí, un poco. Hoy no me está cayendo bien.

-Guardalo para mañana.

Tato cerró la cantimplora y después los ojos, pero se mareó.

-Mi abuelo era poeta -murmuró, apoyándose en los codos. -Mi abuela dice que era poeta, loco y borracho. Y lo odia más que a mí.

-Dios mío.

-¿Vos creés en Dios?

-No. Dios cree en mí.

Tato se rio.

-El otro me explicó un murguista amigo de tu hermano que las estrellas nunca se caen del cielo. Y yo te juro que si tomás moscato las ves aunque haya sol. Y hasta ves que la tierra brilla como una estrella.

-¿Se precisa estar borracho para ver todo eso?

El chiquilín no contestó. Jerónimo se frotó el narizón y después las motas. Abrió mucho los ojos y se tiró en el pasto.

-Lo malo es que precisamos que nos lean los poemas -sonrió como si llorara.


12 / LUZ

SIXTO TERMINÓ su carrera en Puerto Rico y volvió a tiempo para acomodarse durante el qinquenio de oro mirasol como secretario de prensa directamente vinculado a D’Artagnan De Deus que ya era un dirigente clave en la Confederación Sudamericana: a mí me daba risa ver aparecer al bebé en los diarios y los noticieros trabajándose una jetucha de Jorge Negrete barbudito hasta que una noche me lo encontré en primera fila en un teatro de verano con su encantadora familia: Ponete lentes negros nomás que igual te juno el cuore pensaste relojeando a la estanciera rubia que nunca debió haber sido una gran belleza pero que seguía defendiéndose con unas largas piernas dignas de ser mostradas y sentiste que te odiaba hasta el Apocalipsis lo mismo que la muchacha quinceañera tremendamente hermosa nacida muy pocos días después del romance en La Línea y bautizada Brigitte en homenaje a la B.B.: y me di cuenta que la pituca tenía huevos a fuerza de aguantar tortazos y patadas y que la hija de Sixto era la única yegua que él iba a adorar en su podrida vida y de golpe me sentí un tarantulón o un tiburón o el diablo y pensé O te enveneno ahora mismo o te pierdo para siempre y me arrodillé a revolear las tetas con los ojos entornados y la puntita de la lengua afuera: y el teatro deliraba y los tambores despertaron después de miles de años para clamar cada cual a su dios y la polirritmia fue un vértigo que te obligó a reptar inflamarte y flamear hasta rajar el himen del pequeño sutien: y lo dejé caerse un segundo y me lo calcé y seguí meneándome y cada tanto dejaba que el trapo resbalara hasta frotarme los pezones y me lo volvía a calzar: y los dioses contestaron con un entrecruzamiento de truenos infernales aunque las únicas dos personas que se escaparon del teatro fueron las estancieras: y el bebé se quedó con aquellos ojitos de Ratón Mickey relampagueando abajo de los lentes y cuando empezaron a caer las primeras gotas le largué un beso entre la gritería enloquecida de la gente y rajé y Cirilo me abrazó atrás del escenario y me dijo Hasta mí me pusiste en palo desgraciada: y tres horas más tarde escuchaba diluviar montada dulcemente en un caballito blanco que tenías reservado para festejar algún milagro y de golpe saltaste a abrir la puerta: porque sentí los pasos y un ruidito a patines arrastrándose por el corredor y después nada y nada y abro y me encuentro al bebé sentado arriba de las valijas con un ramo de rosas y él no se animó a hablar y yo dije Patapúfete  y lo ayudaste a entrar y tomaron una copa mientras se iba formando un charco navegado por pétalos purpúreos alrededor del hombre embrujado y rendido que apenas atinó a preguntarte si se podía quedar aquella noche: y él se cambió y yo sequé el piso y acomodé las cosas lo más rápido que pude y seguimos bajando la botella y oyendo llover hasta que apagué la luz y él dijo Vení macha.

No hay comentarios:

Related Posts Plugin for WordPress, Blogger...
Google+