martes

EL SECRETO DE LA FLOR DE ORO - C. G. JUNG / RICHARD WILHELM




TRIGÉSIMA ENTREGA


ERRORES EN EL CURSO CIRCULAR DE LA LUZ

El maestro Lü Dsu dijo: Vuestro trabajo se hará paulatinamente concentrado y maduro, pero antes del estado donde uno se sienta como un árbol seco ante la roca hay todavía muchas posibilidades de error, sobre las cuales quisiera yo llamar en especial la atención. Se disciernen esos estados sólo cuando se los vivencia personalmente. De modo que los voy a enumerar aquí. Mi dirección se diferencia de la dirección del yoga budista (Dschan Dsung) por cuanto tiene paso a paso sus signos confirmativos. Primero quisiera yo discurrir acerca de los errores y luego llegar a hablar de los signos confirmativos.

Cuando uno se dispone a llevar a cabo su decisión, se debe previamente cuidar que todo pueda tener lugar en una postura cómoda, calma. No se ha de pretender demasiado del corazón. Se debe cuidar que la fuerza y el corazón se correspondan uno a otra de manera por entero automática. Sólo entonces se llega al estado de reposo. Durante el estado de reposo uno debe cuidar de las correctas circunstancias y el espacio correcto. Uno no debe sentarse en medio de asuntos nimios; según se dice: uno no ha de tener vacuidades en la mente. Se ha de poner de lado todos los enredos, ser enteramente soberano e independiente.

Tampoco se debe dirigir los pensamientos a la ejecución correcta. Cuando uno se toma demasiado trabajo, se presenta este peligro. No digo que uno no haya de tomarse ningún trabajo, pero la correcta conducta está en el medio entre ser y no-ser: cuando se alcanza premeditadamente la impremeditación, entonces uno la ha captado. Déjese uno ir, soberano y sin turbación, de manera independiente.

Además, no se debe caer en el mundo fascinante. El mundo fascinante es donde las cinco clases de demonios oscuros hacen de las suyas; éste es, por ejemplo, el caso cuando, después de la fijación, tiene uno principalmente pensamientos de madera seca y de cenizas muertas, y poco pensar de la primavera luminosa sobre la gran Tierra. De esa manera uno se sume en el mundo de lo oscuro. La fuerza es allí fría, la respiración difícil y se muestran cantidad de imágenes de lo frío y lo que se extingue. Cuando uno se demora en él largo tiempo, se entra en el dominio de las plantas y las piedras.

Tampoco se debe dejar extraviar por los diez mil enredos. Esto acontece cuando, después que se ha comenzado el estado de reposo, de Meditación.


Etapa tercera. Separación del cuerpo-espíritu para la existencia independiente.

De repente se presentan sin interrupción toda clase de ligaduras. Uno quiere perforarlas y no puede, uno las sigue y se siente como aliviado por ello. Esto quiere decir: el señor se torna siervo. Cuando uno se demora en ello largo tiempo, se entra en el mundo de los deseos ilusorios.

En el mejor caso se llega al Cielo, en el peor a los espíritus-zorras. Tal espíritu-zorra por cierto también es capaz de manifestarse en célebres cadenas de montañas, de gozar del viento y la Luna, de flores y frutas, de tener su alegría en árboles de coral y hierbas de joyas. Pero, después que se ha manifestado de este modo durante trescientos a quinientos años, o en el mayor de los casos, después de algunos miles de años, su recompensa está terminada y nace otra vez en el mundo del desasosiego.

Todo eso son caminos erróneos. Cuando se conoce el camino erróneo, entonces se puede indagar los signos confirmativos.

El sentido de esa sección es llamar la atención sobre los caminos erróneos en la meditación a fin de que uno llegue al espacio de la fuerza y no a la caverna de la fantasía. Éste es el mundo de los demonios. Tal es, por ejemplo, el caso cuando uno se sume en la meditación y ve aparecer llamas de luz o colores abigarrados, o ve Bodhisatvas o dioses que se aproximan, u otras fantasías similares.

O cuando no se consigue que se aúnen acabadamente fuerza y respiración; cuando el agua de los riñones no puede ir hacia arriba sino que puja hacia abajo, la fuerza primordial se torna fría y la respiración difícil; entonces son demasiado pocas las gentiles fuerzas de Luz de la gran Tierra y se cae en el mundo vacío de la fantasía. O cuando en una larga sesión, se alzan en tropel las ideas uno quiere contenerlas y no puede; uno se deja llevar por ellas y se siente más liviano; no se debe entonces, bajo ninguna circunstancia, seguir adelante con la meditación, sino levantarse y dar vueltas un rato hasta que fuerza y corazón estén de nuevo al unísono; sólo entonces puede uno ponerse de nuevo a meditar. Al meditar se debe tener una suerte de intuición especial para que uno sienta aunarse fuerza y respiración en el campo del Elixir, que comience a agitarse apagadamente una cálida liberación perteneciente a la verdadera Luz; entonces se ha encontrado el espacio correcto. Cuando se ha encontrado este espacio correcto, se está exento del peligro de caer en el mundo de los deseos ilusorios o de los demonios sombríos.

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