QUINTA ENTREGA
II (3)
Después de una pausa de calma relativa, el barco comenzó con una nueva serie de vaivenes, uno peor que el otro; y durante rato Jukes estuvo concentrándose demasiado en no perder el equilibrio, de modo que no dijo una palabra. Apenas se hubo aquietado el violento bamboleo, exclamó:
-Esto es demasiado. Si se avecina algo serio o no, no lo sé, pero soy de opinión de enfrentar el barco a la corriente. El viejo se acaba de retirar para acostarse. Aunque me mate voy a hablar con él.
Pero cuando abrió la puerta de la sala de navegación vio que el capitán MacWhirr estaba leyendo un libro. Todavía no se había acostado. Estaba de pie, sosteniéndose con una mano en el borde de un estante y con la otra sujetaba un grueso volumen que mantenía abierto y en el cual fijaba la vista. Las lámparas se balanceaban en sus soportes, los libros se deslizaban de un lado a otro de los estantes, el barómetro largo giraba en círculos espasmódicos, y la mesa cambiaba constantemente de inclinación. Sujetándose en medio de todo ese movimiento y agitación, el capitán MacWhirr levantó la vista por encima de su libro, y preguntó:
-¿Qué sucede?
-Está arreciando la marejada, capitán. -Eso ya lo he notado acá adentro. ¿Hay algo que no marcha bien?
Jukes, desconcertado por la seriedad de la expresión de los ojos que lo miraban por encima del libro, hizo una mueca de timidez.
-Está bamboleándose mucho -dijo cortante.
-Sí, hay mar grueso, muy grueso. ¿Desea algo?
En eso Jukes perdió pie, tropezando.
-Estaba pensando en nuestros pasajeros -dijo como hombre que se aferra a una esperanza.
-¿Pasajeros? -se extrañó el capitán-. ¿Qué pasajeros?
-Pero los chinos, capitán -explicó Jukes, ya enfermo ante el giro que estaba tomando la conversación.
-¡Los chinos! ¿Por qué no habla claramente? Hasta el día de hoy jamás había oído hablar de un montón de coolies como de pasajeros. ¡Pasajeros, verdad! ¿Qué es lo que le sucede a usted?
Manteniendo la página con su índice, el capitán cerró el libro, bajó el brazo, y con tono de perplejidad preguntó:
-¿Por qué está pensando en los chinos, señor Jukes?
Jukes se zambulló como obligado.
-Es que las cubiertas están anegadas de agua. Pensé que podría navegar contra la corriente un rato. Hasta que amaine un poco. No va a demorar mucho. Se podría enfilar la popa hacia el este. Yo nunca he visto a un barco hamacarse tanto.
Se sujetaba a la puerta, y el capitán, dándose cuenta de que su punto de apoyo en el estante no era suficiente, lo soltó rápidamente, dejándose caer sobre la cucheta.
-Enfilar hacia el este -dijo procurando enderezarse-. Eso nos desviaría en más de un cuarto.
-Sí, capitán. Cincuenta grados. Sería justo lo necesario para enfrentar el temporal.
El capitán MacWhirr, al incorporarse, no había dejado caer el libro ni había perdido la página.
-¿Hacia el este? -repitió con sorpresa que iba en aumento-. ¿Pero adónde cree que nos dirigimos? Usted pretende desviar un navío en plena marcha para darles comodidad a unos chinos. He oído hablar de cosas disparatadas que se han hecho en el mundo, pero esto... Si no lo conociera, Jukes, pensaría que está bebido. Desviarse un cuarto... ¿Y después qué? Supongo que virar al lado opuesto otro cuarto para volver a tomar la ruta. ¿Quién le puso en la cabeza la idea que yo iba a voltejear a un vapor como si se tratara de un velero?
-Afortunadamente no lo es -repuso Jukes con amargura-. Ya hubiéramos visto volar hasta el último palo que está sobre cubierta.
-En verdad, y se tendría que haber resignado a verlos volar con los brazos cruzados - dijo MacWhirr con animación-. Tenemos una calma total, ¿no?
-Sí, capitán; pero se está preparando algo fuera de lo común, por cierto.
-Puede ser. Supongo que cree usted que yo tendría que apartarme de lo que se avecina. -El capitán hablaba de un modo y con un tono muy sencillo, fijando siempre la mirada grave en el piso de linóleo, y fue por eso que no reparó en el desasosiego ni en la expresión, mezcla de asombro y de respeto, que asomó en la cara de Jukes-. Aquí tiene este libro -continuó tenazmente, al tiempo que golpeaba su muslo con el volumen cerrado-. He estado leyendo el capítulo que trata de tormentas.
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