Finalmente se presentó el proyecto para regular la "prestación de servicios de radio, televisión y otros servicios de comunicación audiovisual", tal cual afirma el artículo 1 de dicho proyecto de ley.
Se trata de un avance, sumado a la apertura del llamado para televisión digital tanto para privados como para comunitarios. Podemos decir que un tema que se venía discutiendo desde hace tiempo comenzó finalmente a tratarse. Es bueno entonces, recordar el rol social de los medios y su responsabilidad ante los cambios culturales que se producen a diario. Muchos a raíz de los contenidos que divulgan, que no se tocan ni un ápice en la ley.
El planteamiento del gobierno sobre el control de los contenidos es tratado bajo el concepto de "autorregulación", léase que si el canal emite basura yo voy a tener más opciones para cambiar de canal y la competencia me obligará a producir más y mejores contenidos, ya que la torta publicitaria se repartirá entre más manos y las audiencias van a mandar.
Éste sería un marco lógico coherente si los programas más vistos de la televisión nacional no fueran "enlatados" de muy bajo nivel cultural y con muchos espejitos de colores, y si el ojo del televidente promedio estuviera educado para discernir entre qué es de buena calidad y qué es la misma basura que hoy recibimos como programación de primer nivel.
El proyecto de ley ha olvidado por completo del proyecto sobre contenidos culturales que en su momento había elaborado el Ministerio de Educación y Cultura. Éste establecía que los canales de televisión y las emisoras de radio, tanto públicos como privados, deberían emitir un porcentaje de programas nacionales. El porcentaje que se exigía para las radios era que el 30% de la emisión de música fuera de artistas nacionales.
En este sentido se hacía una salvedad al reconocer la existencia de radios temáticas en las que, por ejemplo, se emite un estilo de música en el que no hay desarrollo de producción nacional, en esos casos se establecía un porcentaje especial con el criterio de que la producción nacional pueda ser "un cantante uruguayo que canta algo de un autor extranjero".
Para los canales de televisión se pedía un "50% de la programación de producción nacional". Dentro de ese porcentaje, el 20% debía ser de ficción. La argumentación del proyecto planteaba que Uruguay tiene una producción cultural muy grande, pero que no logra tener una representación ya sea en las radios, en el cine o en la televisión, adecuada a lo que es la riqueza de nuestros productos culturales.
Los medios del sector privado aducían, y no creo que cambiara su posición al respecto, que era un problema de costos a la hora de explicar por qué no hay mayor producción nacional.
Contexto y texto.
Los mass media (medios de comunicación), las nuevas tecnologías de la información y la comunicación, y la liberalización de la economía, han llevado de manera contradictoria a que, si bien existe una oferta cultural importante y la posibilidad de elaborar contenidos, no se ha abierto la puerta a nuevas ofertas comunicacionales, sino que por el contrario en Uruguay la tendencia sigue siendo que los mismos grandes medios mantengan el control de la oferta comunicacional, no permitiendo que nuevos actores puedan acceder democráticamente a nuevas señales que le permitan a la población una oferta más variada a la hora de elegir qué ver.
Según el documento "Hacia una Política Nacional de medios de comunicación", de la Comisión Integrada de Programa del Frente Amplio, publicado en octubre de 2003: "En nuestro país el tema de la comunicación nunca ha sido tema de debate hasta hoy y desde el punto de vista cultural hemos sido absorbidos en función de la cultura global con productos pensados y elaborados con valores sociales muy diferentes y que no toman en cuenta las costumbres e idiosincrasia local."
Los únicos controles de contenido existentes hasta ahora tiene que ver con el horario de protección al menor y el Fonasa que controla no solo la calidad de las entidades de salud sino también el tipo de publicidad que estas colocan en los medios masivos obligándolos a que el contenido de los mismos sean en base a campañas de bien público que busquen desarrollar en la población hábitos saludables. Lo que nos pone en la situación de pensar hacia donde debemos ir y cual es la mejor salida.
Otra cultura es posible
Es más que necesario desarrollar movimiento culturales que desde lo local intercedan y desarrollen el espíritu critico del lector, del televidente y del radio escucha. Espíritu critico que sea la base para que el sujeto al recibir un mensaje codificado pueda discernir y sacar lo que le sea de provecho.
La realidad es que hoy estamos gracias a la revolución científico-técnica más comunicados que nunca. Pero a la vez estamos más solos que nunca. La comunicación interpersonal, el café de la tarde se ha trasformado en comunicación on line, solos metidos en una computadora o en la televisión recibiendo cientos de mensajes en forma permanente sin tener el tiempo para discernir que me sirve o no.
¿Qué modelos seguir?, para ¿Donde arrancar?. La velocidad de los giga bites no forma personas que digan que no por las dudas y piensen dos veces las cosas , sino que por lo contrario que se lancen al ruedo y vean como se aprende a nadar. Lo global ocupa todos los lugares y lo de la vuelta de mi casa no existe porque no sale en un medio masivo.
Es necesario recrear desde la experiencia de redes local y de los movimientos culturales un movimiento critico capaz de trabajar en en escuelas, plazas y espacios públicos capaces de generar a partir de lo local valores de convivencia, solidaridad y de trabajo.
Un movimiento capaz de generar desde lo local un espacio, dos o tres capaces de permitir el acceso a mas cultura de los sectores más excluidos y generando cabezas criticas al modelo planteado desde la prime time (horas de mayor audiencia) de las televisoras. Un movimiento que tome lo mejor de cada experiencia y lo repique porque generar valores de convivencia parece ser el desafío de nuestro tiempo.
Pablo Khalil
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